Más de 15 mil personas de todo el país participaron del Relevamiento Nacional de Condiciones de Vida en la Diversidad Sexual y Genérica. Los datos preliminares muestran que, dentro de la comunidad LGBTNb+, existe un mayor nivel educativo, pero peores condiciones de vida.
Foto de portada: Victoria Eger
El primer estudio en el país que provee información estadística de calidad sobre las personas LGBTNb+. Realizado por más de 50 profesionales de todo el país y diversas universidades públicas, ofrece información estadística sobre la situación laboral, educativa, de salud, vivienda, convivencia y discriminación de esta población. Los datos preliminares arrojan que dentro de esta comunidad existe un mayor nivel educativo pero peores condiciones de vida.
La encuesta se habilitó a mediados de mayo de 2023 y estuvo vigente hasta el 31 de julio del mismo año y participaron más de 15 mil personas. Si bien los resultados no son estadísticamente generalizables a la totalidad de esta población, brindan información precisa y confiable sobre un gran número de personas. Más del 40 por ciento de las personas participantes residía en AMBA al momento de responder la encuesta; en segundo lugar, se encuentran quienes residían en región pampeana. Las feminidades o mujeres trans cuentan con mayor presencia relativa en el NOA, mientras que masculinidades o varones trans que participaron del estudio están relativamente más presentes en la Patagonia.
La distribución de quienes participaron es similar a los patrones de distribución de la población general, salvo para el caso del NOA y, sobre todo, NEA, regiones que se encuentran subrepresentadas en el estudio
Según los datos, el 73,1 por ciento de las personas se consideran cisgénero es decir, personas cuya identidad de género y sexo asignado al nacer coinciden, mientras que la proporción de personas trans, no binaries y de género fluido fue de 22,5 por ciento. En cuanto a su orientación sexual, un 35,7 por ciento de las personas se identificó como gay o bien, categorías emergentes y próximas aunque no idénticas en términos políticos, como por ejemplo marica, putx, trolo; un 22,5 por ciento bisexual del cual la mayoría son mujeres o mujeres cis como se observa en estudios de otros países y un 15,0%, lesbiana.
Entre los resultados se destaca que la mayoría de las personas participantes presentan un nivel secundario completo o superior incompleto. Pero las personas trans, sobre todo feminidades o mujeres trans, cuentan con menor nivel educativo en términos comparados al resto de la muestra, seguidas por no binaries y otras identificaciones. En contraposición, casi un 55 por ciento de las personas gays cuentan con un nivel educativo superior completo o mayor.
Educación, trabajo y salud: la discriminación no cesa
El estudio mostró que, entre quienes asisten actualmente a un establecimiento educativo, un 16,7 por ciento fue agredido o discriminado por profesores, directivos o personal de esta institución, mientras que un 20 por ciento vivió situaciones de agresión o discriminación por parte de compañeros de estudio. Estos números son considerablemente más altos para varones y masculinidades trans, feminidades o mujeres travesti-trans y para no binaries. Las cifras son similares en ámbitos laborales donde un 17,8 por ciento reportó haber sufrido agresiones o discriminaciones en su ámbito laboral por su identidad sexo-genérica. También, a lo largo del último año, 4 de cada 10 mujeres o feminidades trans reportan haber sido desestimadas o despedidas de un trabajo por su identidad de género; entre varones y masculinidades trans el porcentaje es cercano al 30 por ciento.
Durante la semana previa a responder el estudio, el 3,2 por ciento de las personas encuestadas dijo haber tenido sexo a cambio de dinero u otro pago, o vender contenidos sexuales. Casi un 15 por ciento del total realizó alguna de estas actividades alguna vez en su vida. La proporción es considerablemente mayor entre feminidades y mujeres trans, donde algo más de la mitad ha realizado trabajo sexual alguna vez en su vida.
Por otro lado, el 77,4 por ciento de las personas están ocupadas y un 7,3 está en situación de desocupación. De entre las personas desocupadas, las tasas son considerablemente altas entre varones y masculinidades trans. Un 14,3 por ciento corresponde a esta población, un 12,3 son feminidades y no binaries un 10,1 por ciento. Salvo para gays y lesbianas, la tasa de desocupación es mayor que la reportada para la población general según INDEC que alcanzó el 6,2 por ciento en el segundo trimestre de 2023.
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A lo largo del último año, casi el 20 por ciento de las personas encuestadas señalaron haber tenido una mala atención o sufrir maltratos por su identidad de género u orientación sexual en un centro de salud o por parte de profesionales de salud. Como ocurre con otros indicadores de discriminación y agresiones evaluados, las personas trans,sobre todo varones y personas no binaries, reportan porcentajes que representan el doble de estas situaciones.
En el área de salud, el 23, 8 por ciento cuenta con cobertura pública. Esta cifra incluye a las personas que contestaron que no estaban asociadas a ningún tipo de cobertura, las que mencionaron estar asociadas a un programa o plan estatal de salud y aquellas que no estaban asociadas a ningún tipo de cobertura pero que estaban asociadas a un plan de emergencias médicas. De entre estas personas, destacan las feminidades y mujeres trans que representan el 46,1 por ciento, seguidas por masculinidades o varones trans y no binaries, 33,7 por ciento y 32,6, respectivamente. El 47,7 por ciento cuenta con obra social.
En relación a la salud mental, se presentan niveles muy altos de estrés, depresión y angustia, miedo o ansiedad. El reporte de estrés en los últimos 12 meses varía entre 86,5 por ciento en gays y 96,9 en mujeres y feminidades bisexuales. La mitad de quienes respondieron la encuesta afirmaron que tuvieron depresión en el último año, alcanzando a uno de cada siete varones y masculinidades trans. Ellos son quienes también mayormente
reportan angustia, miedo o ansiedad, siendo los gays quienes presentan el menor valor, que de todas formas es muy alto, un 80,5 por ciento.
El conocimiento de estos datos permite pensar en políticas públicas concretas en base a datos sólidos que ayuden a mejorar la calidad de vida y marginalidad existente. Es claro y visto en los números que la inserción en los distintos ámbitos no garantiza permanencia ni ausencia de discriminación y que las cifras siguen siendo ampliamente desiguales para el colectivo.