A casi un mes del temporal en Bahía Blanca, organizaciones tejen lazos solidarios junto a los vecinos y vecinas para salir adelante.
El sábado 16 de diciembre por la tarde el cielo de la ciudad de Bahía Blanca, provincia de Buenos Aires, estaba totalmente encapotado. Prevenidas por las alertas meteorológicas que ya regían desde el viernes, Fernanda y su compañera Griselda hicieron las compras antes de que se largue la lluvia y se dispusieron a mirar una serie como un fin de semana cualquiera, sin imaginar lo que vendría después: una tormenta sin precedentes.
El agua comenzó a precipitarse cada vez con más fuerza a medida que caía la noche. Las ventanas y el techo empezaron a temblar. Cerraron las persianas para evitar que el agua entrara al departamento ubicado en el centro. Se cortó la luz y la señal de teléfono. La ciudad quedó totalmente incomunicada.
“Sabíamos que toda la ciudad lo estaba viviendo, que estábamos sin luz, pero no sabíamos qué pasaba afuera. Estábamos atrincheradas cada una en sus casas. No teníamos información oficial, no había internet, no había radios”, relata Fernanda sobre esa noche. Cada tanto entraban mensajes a los grupos de WhatsApp que avisaban: “Che, cuidado que el ciclón va a volver a caer a las diez de noche”, “cierren todo”, “no se vayan de las casas”.
Durante el temporal, las ráfagas de viento alcanzaron hasta 152 kilómetros por hora y el saldo fue una de las peores catástrofes que haya vivido la ciudad. Trece personas fallecieron con el derrumbe del techo del Club Bahiense del Norte, donde asistían a un Festival de Patín. No quedó calle sin árboles, postes, ramas y cables caídos. Se volaron techos. Cientos de familias se quedaron sin hogar.
En los barrios más postergados, especialmente del cordón sur, los daños fueron totales. “En la toma Nueva Argentina los ranchitos de chapa quedaron totalmente destruidos, mucha gente se quedó sin casa, nos quedamos sin luz y en algunos sectores se cortó el agua”, relata Rocío Soto, militante de La Garganta Poderosa de Bahía Blanca.
Romina es vecina de Puertas del Sur y en un video publicado en las redes de La Garganta Poderosa, se la ve parada en el interior de lo que antes era su casa. Ahora ya no tiene techo, todo quedó destrozado.
Para intentar paliar la grave situación, el municipio de Bahía Blanca firmó un convenio con la ONG Techo Argentina a través del cuál se construirán 42 soluciones habitacionales. Su intendente, Federico Susbielles, también anunció la creación de un fondo extraordinario de más de 9.200 millones de pesos con el aporte solicitado a empresas multinacionales.
Tejer lazos de solidaridad
El domingo siguiente, mientras el presidente Javier Milei declaraba vestido de militar estar “perfectamente confiado” de que las y los bahienses “van a lograr resolver esta situación con los recursos existentes”, el "Vagón", sitio que funciona como punto de encuentro de La Poderosa ya estaba con las puertas abiertas para recibir a los damnificados de los barrios Puertas del Sur, Martín Fierro, Tierras Argentinas y Nueva Argentina.
Desde ese momento y hasta ahora, sostienen en esos barrios ollas populares, merendero y ropero para las 1000 familias afectadas.
Fernanda es integrante de Socorristas en Red Bahía Blanca y junto a una organización de personas autoconvocadas y voluntarixs, se plegaron a las tareas organizadas por La Poderosa sosteniendo las ollas populares que se multiplicaron en diferentes puntos para atender las necesidades básicas de un plato de comida.
“Sin la solidaridad de lxs bahienses, nada de esto sería posible”, sostiene Rocío Soto y Fernanda coincide: “A partir de una urgencia fuimos construyendo lazos de solidaridad y cuidados. Esta situación nos da cuenta de la importancia de las redes, que nadie se salva solo ni sola”.
También se organizó una campaña para conseguir donaciones de elementos básicos como agua, velas, colchones y otros recursos. Actualmente, las necesidades más urgentes son pañales, elementos de higiene personal y de limpieza, colchones y camas.