“Para mi era importante cantar pero nunca pensé que terminaría trabajando como cantante”, así lo manifestó la cantante británica, Amy Winehouse, quien nunca imaginó la magnitud que iba a alcanzar en la historia de la música mundial. Fue inspiración de artistas plásticxs, diseñadorxs de moda y colegas músicxs.
Googlear a Amy Winehouse implica visualizar en los primeros títulos entradas relacionadas a su muerte, sus adicciones y sus males de amores. En la mayoría la encasillan y mencionan muy por arriba su talento. Parece que al comprar un personaje, la estrella queda de lado.
“Mi música no está en esa escala, no creo que vaya a hacerme famosa”, dijo una vez. Un poco de historia de la cantante Amy Winehouse para reivindicar su carrera y su hambre voraz por hacer música. Para ella el éxito era hacer lo que quisiera y componer como ella quisiera. Lo hizo con sus 27 años y tres discos.
Su barrio Camden Town, en su Londres natal, conserva su esencia y le brinda homenaje en el mercado vintage, llamado Stables Market, donde sus fanáticxs posan con la estatua de tamaño real y realizada en bronce por el escultor Scott Eaton.
Estuvo atravesada por la música desde muy niña: su padre fue quien la introdujo en el mundo del jazz y le presentó a uno de sus ídolos, Frank Sinatra. Amy cantaba sus canciones todo el día, hasta que el colegio le hizo un llamado de atención para que dejara de hacerlo. Tuvo su primera banda a los 10 años: con influencias de rap formó Sweet 'n' Sour. A los 13, tuvo su primera guitarra con la que empezó a componer y a los 16 años integró el grupo musical llamado The National Youth Jazz Orchestra.
Amy cantaba y tocaba la batería, pero también se presentaba como guitarrista. “Para mí el éxito es tener la libertad de trabajar con quien yo quiera, poder mandar todo a la mierda cuando me parezca e ir al estudio cuando tenga que ir . Cuando más me conoce la gente, se da cuenta que sólo sirvo para hacer música”, desafió.
Sacó dos discos en vida: “Frank” y “Back to black”. El segundo sería el que la consagrara mundialmente y la hizo merecedora de cinco premios Grammys: Mejor nuevo artista, Grabación del año, Canción del año, Mejor álbum pop vocal y Mejor interpretación femenina por su canción "Rehab", la más versionada y polémica de la artista.
Ya estaba en la mira de los paparazzis británicos, pero esta validación por parte de la industria de la música hizo que todo el mundo quisiera una parte de ella. "A cada paso que des, a cada respiro, te estaré observando", como diría The Police. Siempre enfocándose en el personaje, no así en la persona ni en su estrella. Tal fue el hostigamiento que tuvo que hacer un retiro a la isla caribeña de Santa Lucía. Allí pudo relajarse y reencontrarse consigo misma. Su paraíso en la tierra, su refugio, donde comenzó a componer material para su tercer y póstumo disco “Lioness: Hidden Treasure”.
Cómo si el reconocimiento por su álbum "Back To Black" no hubiera sido suficiente, Amy fue invitada por una de las leyendas del jazz, Tony Bennet, a participar en su nuevo disco “Duets II” en el track llamado “Body & Soul”. “Nunca he hecho algo así como cantar con uno de mis ídolos”, le confesó Amy. Durante la grabación a ella se la ve insegura y dudando de su talento. “ Te hago perder el tiempo”, le decía a Bennet, cuando en realidad para él era una cantante de jazz que "estaba a la altura de Ella Fitzgerald o Billie Holiday”, artistas a las que Amy les tenía devoción. Fue su última grabación en estudio.
La chica de Camden, como se la conocía, dejó enmarcada su huella en el barrio que la vio disfrutar sus días y en el mundo de la música, por su voz tan personal: una mezcla perfecta entre el soul y el jazz, llena de sentimiento e intención. Una artista que dejó su cuerpo y alma por lo que más le gustaba hacer: cantar y componer canciones. Su barrio y sus fanáticxs la extrañan. Ojalá hubiera tenido más tiempo.