La figura no es nueva: un hombre blanco, estadounidense de Brooklyn mimado por los estudios de Hollywood. Un hombre que, a lo largo de 40 años, filmó más de setenta películas y fue nominado 16 veces a premios de la Academia. Un hombre que por sus películas, diálogos y personajes, es elogiado en todo el mundo. Un hombre que, a todas luces, pertenece al sistema de privilegiados de Hollywood, el mismo que lo protegió cuando en 1992 fue denunciado por abuso sexual a su hija Dylan. Ese hombre es Woody Allen.
De esta historia trata el documental de cuatro capítulos de HBO, Allen Vs. Farrow, dirigido por Amy Ziering y Kirby Dick. En la serie se explora la acusación de abuso sexual contra Woody Allen por parte de Dylan Farrow y su madre Mia. Con mucho material de archivo que reúne videos caseros, grabaciones telefónicas, audios del libro de Allen y los testimonios de algunos miembros de la familia Farrow y allegados, se revisa la historia que comenzó con Dylan denunciando que había sido abusada cuando tenía siete años en el ático de la casa que tenía Farrow en Connecticut, una tarde que Allen visitaba a los niños que tenían en común. La relación entre ambos comenzó en 1979 y durante 13 años trabajaron juntos –en el caso de Mia, en exclusividad- en las películas que guionaba y dirigía Allen. La pareja se separó en 1992. Meses antes, Mia había descubierto fotos desnudas de su hija mayor, Soon-Yi Previn, en la casa de Allen. Soon-Yi tenía 19 años en aquel entonces y terminó casándose con él en 1997. La noticia de la relación entre Allen y Soon-Yi recorrió todos los diarios aquel verano.
Es importante aclarar que la serie tiene la siguiente premisa: la historia no es sobre una pareja cuya separación fue engorrosa, terrible y televisada en los noticieros nocturnos. Es una historia de abuso infantil intrafamiliar. También, es la historia de cómo todo un poderoso sistema mediático protegió –y protege- a Woody Allen y plantea la pregunta que siempre vuelve cuando se trata de un artista denunciado: ¿se puede separar a la obra del artista?
El caso
Uno de los elementos clave del documental son los videos que grabó Farrow en los días posteriores al momento en el que Dylan se acercó a su madre a contarle lo que le había pasado. Un dato importante: allegados y conocidos de la familia cuentan también cómo le mencionaron en varias oportunidades a Mia sus preocupaciones por el comportamiento de Allen con Dylan.
También son relevantes las entrevistas a los hijos de Mia que cuentan el significativo rol de Allen en sus vidas, cómo cumplía el rol de padre a lo largo de los doce años de relación que tuvo con ella. “Durante mi infancia, él siempre estuvo ahí. Nos llevaba a ver partidos de béisbol al parque, a pescar al lago. Años después negó haber realizado algunas de esas cosas, incluso que tuviera algún tipo de rol en nuestra crianza” dice Fletcher Previn, hijo mayor de Mia.
Durante la investigación, el cineasta negó los cargos y se dedicó a realizar conferencias de prensa alegando que Dylan había sido “entrenada” por Mia en venganza por la relación de Allen con Soon-Yi. También un informe del hospital Yale-New Haven –informe que luego el juez que otorgó la custodia de Dylan y otros dos de sus hijos a Mia tildaría de “vergonzoso”- calificó los testimonios de la niña como “inconsistentes”, luego de entrevistarla nueve veces.
Con testimonios de especialistas en abuso infantil y periodistas que cubrieron el juicio aquel año, el documental muestra cómo el sistema judicial revictimizó a Dylan en el proceso indagatorio. Y cómo esta revictimización le costaría la posibilidad de que la causa se elevase a juicio.
Alzar la voz
Lo imprescindible del documental es que Dylan puede contar su historia. Después de veinte años observando cómo los medios defendieron a Allen y pusieron en duda las capacidades de Mia como madre, ella da su versión. También se cuenta la versión de sus hermanos y hermanas, y qué pasó exactamente luego de que explotara en escena el vínculo entre Allen y Soon-Yi y la eventual denuncia de Mia por el relato de Dylan.
El documental plantea una situación incómoda. En la era del Ya No Nos callamos Más, la voz de Dylan se mantuvo en soledad mientras el movimiento Times Up se alzaba sobre monstruos como Harvey Weinstein y Roger Ailes de Fox. Woody Allen aún se mantiene intacto. Algunos actores, como Timothee Chalamet y actrices como Selena Gómez, Natalie Portman, Reese Whiterspoon y Mira Sorvino públicamente apoyaron a Dylan y mostraron arrepentimiento de haber tenido algún vínculo laboral con él. Otras actrices mantienen su apoyo.
Es incómodo tirar al ídolo y poner en cuestionamiento a alguien que formó parte del cine más consumido. Pero es, más que nunca, necesario. Y Dylan Farrow lo sabe.