Mi Carrito

El comedor “Evita” de Zavaleta, un paliativo frente a la crueldad del Gobierno Nacional

Frente a la crueldad del Gobierno Nacional
Compartí esta nota en redes

Desde el inicio de la gestión de Javier Milei, quienes trabajan en comedores populares reclaman que el Gobierno no envía los alimentos correspondientes. Hace pocos días, el vocero presidencial Manuel Adorni admitió que hay 5 mil toneladas de comida sin repartir en depósitos del ex Ministerio de Desarrollo Social.

“Hoy nadie nos atiende, nadie nos da una respuesta. Encima vas a la marcha y te cagan a palos”, asegura Lorena Corral, referente de Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (UTEP), en diálogo con Feminacida. Mientras tanto, estira la masa de la pastafrola que luego venderá para poder pagar el gas con el que cocina para los vecinos y vecinas que se acercan a pedir un plato de comida al Centro Cultural Recreativo y Biblioteca Evita del barrio Zavaleta. 

Desde que el Gobierno redujo a 0% el presupuesto destinado a comedores comunitarios, ésta es la realidad de quienes se encargan de mantener las hornallas prendidas. La inflación devalúa el sueldo de todos los argentinos y el Potenciar Trabajo que cobran las cocineras comunitarias también fue alcanzado por las políticas de ajuste de Javier Milei. Lorena, que además coordina el comedor, asegura que aunque el presidente amenace con que el que corta no cobra, ellas marchan igual porque la plata no alcanza. Con donaciones, el salario social complementario y raciones que entrega el Gobierno de la Ciudad, se las ingenian para llegar a la mayor cantidad de familias posibles. 

En los últimos cinco meses, la concurrencia al comedor del Centro Evita aumentó entre 200 y 350 personas. Entregan alimentos aproximadamente a 750 familias: “Cada vez vienen más vecinos, se acercan incluso desde otros barrios. Tenemos lista de espera, pero no alcanza. Cuando pasa eso intentamos darle un poco de verdura, fruta o pan. Lo que podamos, aunque no sea el menú del día”, cuenta Lorena.

Rebuscársela para llegar. Más de una vez se han escuchado historias de madres, abuelas o tías que en la cena tomaban mate para engañar al estómago y que no les falte comida a los más pequeños de la familia. Estas son las mujeres que hoy salen a la calle a reclamar lo que les corresponde debido al rol social que cumplen. Desde enero —con las llamadas “filas del hambre”— hasta hoy no hubo ningún avance. En esa ocasión referentes sociales se acercaron al Ministerio de Capital Humano para pedirle a su titular, Sandra Pettovello, asistencia alimentaria. Sin embargo, hasta el momento la situación permanece igual. “No se molestaron en caminar el barrio, ni tienen la voluntad política de trabajar con nosotros y entregar los recursos”, se lamenta Lorena.

Ayer la Conferencia Episcopal Argentina pidió que se distribuyan estos alimentos. El obispo Oscar Ojeda, presidente de la Conferencia, sostuvo en un video difundido en redes sociales: "No entro en las razones por las que están guardados, pero pienso que en un tiempo de emergencia alimentaria esto debe llamarnos a la reflexión”.


Podés leer más en: Estimada ministra Pettovello: hay diez millones de personas sin asistencia alimentaria

De acuerdo con el Registro Nacional de Comedores y Merenderos Comunitarios (ReNaCoM), Argentina cuenta con 34,782 comedores en los que colaboran 134,449 personas. ¿Qué tienen en común la mayoría de estas personas? Que son mujeres e identidades disidentes. Pero el rol de ellas en estos espacios va más allá de la preparación de alimentos, su labor trasciende los fogones. 

Aún con la triple jornada en la que se ocupan de su propio hogar y buscan el mango como trabajadoras del hogar, les queda energía y cabeza para el cuidado de la comunidad. Su compromiso con la justicia social no solo se refleja en cada plato que sirven, sino que acompañan en otras problemáticas. Vecinos con problemas de consumo, mujeres en situación de violencia de género, apoyo escolar, familias que necesitan desde un medicamento hasta un colchón. Es así como el sentido de colectivismo no solo lo reflejan en un plato de comida para los más necesitados. Lo hacen al llegar a lugares a los que el Estado ni se preocupa en aparecer. 

“Hacemos toda esa parte, no solamente el alimento, sino toda la parte humana, la parte psicológica. Siempre acompañamos. Actuamos como un dique de contención para que no se vaya todo al carajo”, enfatiza Lorena.

A las cocineras populares les toca cargar con un doble estigma. Muchas veces invisibilizadas o menospreciadas, son ellas quienes plantan su cuerpo contra el ajuste y el hambre. El pilar que sostiene una casa, una familia, sostiene también miles de comedores a lo largo y ancho del territorio argentino. Las cocineras comunitarias son guardianas de la generosidad. Lorena Corral define su trabajo con una simple palabra: amor. Y remarca: “Tenés que tener mucha empatía para hacer esto. No hay límites ni horarios. Si hay que salir a las corridas para ayudar a un vecino lo haces”.

También saben cómo amoldarse a las crisis. Se adaptan, sobreviven. Hacen todo lo que pueden —o más— para tener plata y continuar con las ollas de pie. Rifas, bingos, reciclado, venta de tortas en distintos puntos de la ciudad, y todo para hacerle frente a la injusticia del Gobierno Nacional que elige no repartir mercadería a los comedores. “Nosotras estamos debidamente registradas hace 30 años, cumplimos todos los requisitos legales. Entonces, ¿por qué no recibimos el suministro que corresponde?”, pregunta Lorena. 

La economía popular está representada, en su mayoría, por mujeres. También son quienes realizan el 75% de las tareas de cuidados, según la Encuesta Anual de Hogares Urbanos (EAHU). Sin embargo, el reconocimiento para este sector tarda en llegar o, en general, nunca llega. 

Actualmente en el Congreso se está discutiendo la conocida Ley Bases, y entre sus propuestas está la eliminación de la moratoria previsional, iniciativa promulgada a principios de 2023 mediante la Ley N° 27.705. Esta modificación significaría la privación del derecho a la jubilación para toda persona de edad avanzada que no haya acumulado los 30 años de contribuciones requeridos por la Administración Nacional de la Seguridad Social (ANSES), una medida que impacta directamente en las mujeres dedicadas al trabajo informal y a las de la tercera edad.

Reconocer y valorar el papel de las mujeres en la economía y en el entramado social de nuestro país es crucial para promover la equidad de género, el desarrollo inclusivo y la justicia social. Para nada prioridades del gobierno de La Libertad Avanza. 


Foto de portada: Victoria Eger


Compartí esta nota en redes

1 Comments

  1. Rocio

    Siempre las mujeres del pueblo al pie del cañon para paliar las injusticias y siempre las últimas en ser consideradas, mas con este gobierno de insolentes. Muy buena nota.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *