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Elsa Oshiro y los desaparecidos de la comunidad japonesa

Elsa Oshiro y los desaparecidos de la comunidad japonesa
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En aquella plaza del 24 marcha una comunidad se asoma con su bandera titulada “Desaparecidos japoneses”. A lo largo y ancho están ellos, los 17 rostros: Juan Carlos Higa, Julio Eduardo Gushiken, Carlos Horacio Gushiken, Jorge Eduardo Oshiro, Jorge Nakamura, Juan Takara, Juan Alberto Asato y Amelia Ana Higa. También están Ricardo Dakuyaku, los hermanos Norma Inés y Luis Esteban Matsuyama, Katsuya Cacho Higa, Carlos Eduardo Ishikawa, Oscar Takashi Oshiro, Carlos Aníbal Nakandakare, Emilio Yoshimiya y Juan Alberto Cardozo Higa. 

Familiares, amigos, conocidos que forman o no parte de esta comunidad, marchan junto a la gran pancarta hacia Plaza de Mayo. Entre ellos está Elsa Oshiro, que lucha contra el silencio, el tiempo y la incertidumbre; que persevera, que no olvida. 

Elsa perdió a su hermano Jorge Eduardo, de 18 años, una madrugada del 10 de noviembre de 1976. Vivía en Villa Ballester, al noroeste del Conurbano Bonaerense, y era estudiante de la Escuela de Educación Técnica N° 2 “Alemania”. 

En el libro No sabían que somos semillas de Andres Asato, Elsa asegura: “Jorge militaba en el Partido Socialista de los Trabajadores y en el galpón de la casa guardaba sus periódicos, pero no era el depósito de la Organización, eran los suyos, y no había grandes cantidades. Lo tenían muy bien identificado porque mis otros dos hermanos varones tenían más o menos la misma edad y casi la misma contextura física y no los confundieron. La cosa es que ellos sabían muy bien a quién venían a buscar”.

Desde aquel día, sus huellas fueron eliminadas. Solamente hubo un vago testimonio de un sobreviviente, quien indicó que estuvo en el centro clandestino “El campito”, el cual funcionó en las instalaciones de Campo de Mayo.

Su familia estaba al tanto de su militancia, sabían a qué partido pertenecía, qué causas lo motivaban, pero no nunca se imaginaron tal horror.

En el caso de la comunidad nikkei ―tal como se nombra a la descendencia japonesa―, el primer paso hacia la búsqueda fue dado por Mary Higa y Beba Bresolin. “Ellas eran vecinas de Pompeya. Mary, hermana de Juan Carlos Higa, y Beba, esposa de Oscar Takashi Oshiro, fueron quienes comenzaron a buscarlos juntas”, explica Elsa.

“Oscar pertenecía al Partido Comunista y, por diferencias, se afilió a otro espacio. Él además era abogado laboralista, entonces también puede ser que se lo hayan llevado por defender a los obreros. Su esposa Beba sí sabía qué puertas tocar, con quién juntarse”, continúa.

Mary, por su parte, se vinculó más con la agrupación de "Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas". Su marido era periodista. En la organización se encontró con una madre, Catalina Guagnini, que con su experiencia la ayudó a reunir a las demás familias de la comunidad japonesa, a los que se quedaron en el medio del mar, para orientarlos en la búsqueda.

Elsa destaca a Feminacida el trabajo de Mary Higa: “La verdad que ella fue muy importante para todos, para empezar la búsqueda. Yo siempre la nombro porque sin ella no hubiésemos podido hacer nada”.

"Fotos tuyas" (2006), proyecto realizado por la fotógrafa Inés Ulanovsky

La unión de los familiares nikkeis

Tras la unión de los familiares de los desaparecidos nikkeis, surge la agrupación informal "Familiares de Desaparecidos de la Colectividad Japonesa" (FDCJ). Al no tener respuesta alguna por parte del gobierno dictatorial, su única esperanza estaba en la puerta de sus raíces: la Embajada de Japón. 

“Las desapariciones se dan en el contexto de la Guerra Fría. Además, Japón tenía intereses comerciales con Argentina, por lo cual su postura era que los desaparecidos eran argentinos y que no se podían meter en cuestiones internas. La respuesta era: ‘lo lamento mucho, pero no podemos hacer nada’. Y así fue hasta fines de los 90”, comenta Elsa.

Luego del levantamiento de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, el posicionamiento de la embajada cambió: “En un encuentro con el embajador le pregunté qué era lo que había cambiado, por qué el gobierno japonés decidió tomar el tema de los desaparecidos. Y él nos dijo que fue porque nosotros nunca bajamos los brazos, que fuimos perseverantes".

“Y ahí sí, se pusieron a disposición e hicimos una muestra en el centro cultural de la embajada. Y en la actualidad, cuando realizamos alguna actividad, ellos vienen. En ese sentido nos acompañan mucho…", destaca Elsa aunque no termina sin aclarar: "Ahora es más fácil”. 


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Una madre nikkei en Plaza de Mayo

El papá de Elsa Oshiro falleció en marzo de 2016 y su hermano se quedó un tiempo acompañando a su mamá, María Takara. Tras una pérdida dolorosa, un día importante se asomaba. Un día que Elsa hoy lo recuerda como si hubiera ocurrido hace un instante: “El 30 de abril se hizo un acto en frente al monumento de Belgrano en conmemoración a la primera ronda de las Madres de Plaza de Mayo. Yo iba a ir junto a mi hermano, que también quiso participar. Quedamos en encontrarnos allá”.

Su hermano estaba llegando tarde, entonces Elsa lo llama.

—Che, ¿dónde estás?
—Estoy en el subte con la vieja 

Su madre llega y se sienta junto al público. Elsa le cuenta a Nora de Cortiñas que estaba su mamá allí.

Una madre más se había unido. Cuando el acto llega a su fin, hay un ritual todas las madres pasan al frente. En ese momento, todas le hacen una seña a Elsa para que María esté con ellas. en el lugar que le corresponde.


Cuando María Takara llegó a su casa le contó todo a su nuera, que no había asistido al acto. "No sabés qué lindo, lo que decían las madres es lo que siento yo", dijo sonriendo. A raíz de eso, el contacto y las reuniones con algunas madres se volvieron eventuales y al año siguiente fueron al acto otra vez. 

El 2018 llegaba cuando un amigo de Elsa le preguntó por qué su mamá no llevaba pañuelo. Y fue allí cuando su esposa, quien tenía habilidades en el bordado, se lo hizo. 

Nunca tuvo su ingreso formal a las Madres de Plaza de Mayo, simplemente asistía los homenajes. Pero María, de todas formas, estaba conforme y se sentía feliz en cada acto con su pañuelo. La sonrisa instalada en su rostro, esa imagen que guarda Elsa de aquel momento, jamás la podrá borrar de su memoria. 

Su mamá abrazó a las madres y ellas abrazaron a María. 


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2 Comments

  1. Nay

    Hermosa nota!! Que importante para esa mamá haber sentido una caricia y consuelo en el mismo dolor del otro.

  2. Diego Giacomini

    Sofi me gusto mucho tu reflexión sobre ese momento bisagra de la historia argentina, en donde resaltas muy bien el papel que tuvieron las organizaciones sociales....te felicito !!

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