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Flores para ellas: cannabis medicinal en la salud sexual y reproductiva

Cannabis y salud sexual
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En Argentina, el cannabis es legal para uso medicinal y se profundizan investigaciones sobre el tema. En esta nota, los derechos conquistados que hay que defender. Un nuevo modelo de atención en salud y cómo puede beneficiar la salud sexual y reproductiva. 


La posibilidad de usar cannabis medicinal de forma legal es un avance en materia de derechos porque permite tratar de manera eficaz múltiples dolencias y, a su vez, propone un paradigma de atención médica que incorpora un enfoque integral de la salud. Es también una conquista después de años de lucha de quienes hoy siguen peleando por la liberación total del consumo de la planta, algo que viene ganando consenso social en nuestro país y en el resto del mundo.  

En 2017 se sancionó la Ley de “Uso medicinal de la planta de cannabis y sus derivados”, dependiente del Ministerio de Salud. Cuando se reglamentó, a finales de 2020, se formó una base de datos para quienes necesiten acceder a la planta de cannabis para un tratamiento medicinal. Se trata del "Registro nacional de personas autorizadas al cultivo controlado con fines medicinales y/o terapéuticos”, más conocido como REPROCANN. Su uso puede ser de gran ayuda para las mujeres en los diferentes procesos que atraviesan a lo largo de su vida como la menarca, la ovulación, el embarazo, el parto, el nacimiento, el aborto, el climaterio, e incluso en patologías asociadas a estos procesos.

Además, en agosto del año pasado se reglamentó la Ley N° 27.669 que busca dar impulso a la producción de cannabis a través de un marco regulatorio para su desarrollo industrial.

Para los usuarios, cultivadores y profesionales relacionados con el cannabis no existe una división taxativa entre "lo medicinal y lo recreativo". Por ejemplo, muchas personas usan el cannabis para relajarse, algo que forma parte de la salud para la propia OMS que la define como un "estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades". Asimismo, los reclamos se extienden a la cuestión represiva porque sigue habiendo presos por cultivar o por tenencia simple y consumo propio.

El DNU que tanto rechazo sigue generado en nuestro país no aplica modificaciones a la ley que habilita el cannabis medicinal y la realización de investigaciones sobre el cultivo, pero el contexto de ajuste se presenta como un alerta. Por el momento el Ministerio de Salud continúa existiendo y el REPROCANN, que se encuentra dentro de la Secretaría de Calidad, también.

Sin embargo, en los últimos días trascendieron voces de preocupación de activistas, profesionales de la salud y cultivadores con temor a la marcha atrás sobre lo conquistado. No resulta extraño. Los trámites para acceder al registro de usuarios experimentan lentitud en su resolución, algo que siempre ocurrió desde su creación debido al bajo presupuesto destinado, que actualmente está congelado. Por ejemplo, durante 2021 la totalidad del presupuesto para este área sólo pudo cubrir la provisión de cannabidiol de un laboratorio determinado para usar en el Hospital Garrahan, quedando afuera muchos otros proyectos. Los reclamos siguen y la necesidad de defender este derecho, se impone.

Para conocer más acerca de los usos del cannabis medicinal en la salud sexual y reproductiva de las mujeres, Feminacida entrevistó a Luciana Cobo, médica recibida en la Universidad de Buenos Aires hace 25 años, con especialización en Clínica Médica y en Medicina Legal, y hace años ejerciendo la Medicina Integrativa. Durante la pandemia empezó a estudiar Fitomedicina —algo que ya practicaba— y quedó fascinada con la cannabis sativa L. La cautivó el potencial terapéutico de una planta que se utiliza hace más de seis mil años en salud sexual femenina: “para dolores menstruales, para epilepsia, para migrañas asociadas a cambios hormonales y muchas otras situaciones”. 

Luciana Cobo participa en la Comisión de Investigación Clínica de la Red de Cannabis Medicinal e Industrial del CONICET. También se dedica a difundir información de calidad y con respaldo científico respecto de los usos del cannabis medicinal para que todos puedan acceder y elegir la mejor forma de gestionar la salud con información y no desde prejuicios o tabúes. 


Cómo es la Medicina Integrativa

Todos los vertebrados tenemos un Sistema Endocannabinoide (SEC) que está distribuido en todo el organismo: sistema nervioso central y periférico, vísceras, huesos, arterias, glóbulos blancos. “Es decir, en todos y cada uno de los tejidos del cuerpo humano hay presencia del SEC”, comienza la entrevistada. 

Además, explica que mediante la elaboración de preparados de planta entera, que no solamente contiene cannabinoides sino terpenos y flavonoides —también terapéuticos—, moléculas que actúan individual y colectivamente en una inmensa cantidad de tejidos o  sistemas y no sobre una única parte del cuerpo. “El uso en forma de espectro completo de la planta ejerce el maravilloso efecto séquito, en el cual más de 500 moléculas actúan en nuestro organismo y se sinergizan entre sí estimulando el sistema endocannabinoide. Eso genera que los tejidos u órganos que lo requieran puedan alcanzar un equilibrio dinámico que necesitamos para sentirnos y permanecer saludables”, desarrolla la especialista. 

Para ella, que emplea el cannabis en sus tratamientos, la única forma de hacer medicina es de manera integrativa, un enfoque que pone en cuestión el sistema médico hegemónico porque busca recuperar la manera de contemplar todas las situaciones por las que atraviesa una persona al consultar. Para Cobo, mediante la atención en endocannabinología, “el único camino posible es abordar a la persona en todas sus esferas: física, psicológica, cultural, de educación, de familia, espiritual".

De esta forma, se pone en cuestión la tercerización de la salud porque “la medicina integrativa y el uso de cannabis —y también el de otras plantas y hongos— apela a la autonomía, a ser protagonistas de nuestra propia salud”. Asimismo, la médica piensa que el autocultivo brinda la posibilidad de gestionar el propio bienestar.

Mitos que se derriban

Más allá de que aumenta notablemente el uso medicinal del cannabis en nuestro país, todavía carga con una mirada prejuiciosa como consecuencia de años y décadas de prohibición. Desde lo legal y a pesar de la existencia de una regulación, sigue habiendo personas privadas de su libertad por cultivar, la policía suele detener a aquellas que llevan cannabis aún cuando tienen autorización, el acceso al REPROCANN es difícil y algunas veces inaccesible por su costo. Es decir, la ventana legal que permite el uso y cultivo de cannabis es todavía pequeña.

Si hay un lugar donde más prejuicios existen es en lo relacionado al embarazo, el parto, el nacimiento, la lactancia y la salud sexual y reproductiva de las personas gestantes. Si se busca información al respecto, predominan los riesgos. "Usar cannabis en el embarazo puede aumentar el riesgo de tener un bebé con bajo peso, o el riesgo de tener un nacimiento prematuro o potencialmente una muerte fetal”, se puede leer en algunos sitios web. Esto mismo informan muchas veces los médicos en las consultas y, ante eso, lo primero que se siente es miedo. 

Para Luciana Cobo, el respeto por la autonomía de la persona gestante es lo central. La que va a amamantar debe decidir si desea hacer tratamiento con cannabis, o debe hacerlo. “A veces no tiene opción, porque si tiene una epilepsia refractaria, por ejemplo, no puede dejar la medicación antiepiléptica, que tampoco está exenta de provocar efectos en la salud del bebé”, aclara la integrante de Comisión de Investigación Clínica de la Red de Cannabis Medicinal e Industrial del CONICET. 

La falta de perspectiva de derechos en el abordaje de la salud y la falta de formación del personal vulnera los derechos de aquellas personas que están atravesando un embarazo. “Hubo algunos episodios nefastos en nuestro país donde se separó a mamás que usaban cannabis de su bebé recién nacido, a pesar de que la madre estaba registrada en REPROCANN, lo que son para mí situaciones inconcebibles”, ejemplifica la entrevistada.

Estos sucesos sirvieron para elaborar un documento donde Cobo, junto a sus colegas de la Comisión de Investigación de la Red de Cannabis Medicinal e Industrial del CONICET, buscaron responder a estos prejuicios. “No existe ninguna evidencia de robustez científica que indique que el uso de cannabis provoque ni retardo del crecimiento intrauterino, ni alteraciones en el neurodesarrollo, ni bajo peso al nacer”, afirma y explica que incluso esas conclusiones surgen de estudios sesgados que fueron hechos en mamás que no solo usaban cannabis, sino también otras sustancias. 

“En otros trabajos científicos que pudimos estudiar no hay evidencias de alteraciones en el neurodesarrollo del lactante de mamás que amamantan”, sostiene la investigadora. Para ella, lo importante es tener un intercambio transdisciplinario entre pediatras, neonatólogos, tocoginecólogos, obstetras para poder construir la mejor evidencia y poder respetar las decisiones personales de la mamá, usuaria o que esté en tratamiento con cannabis.


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Cannabis y sexualidad

Crece la popularidad de productos con cannabis que van desde óvulos que ayudan a calmar los cólicos menstruales y restaurar la flora vaginal, hasta lubricantes que prometen ayudar a alcanzar el orgasmo. Los usos del cannabis son muy extensos y puede colaborar en procesos relacionados con la salud sexual y reproductiva de las mujeres: menarca, madurez sexual, eventual gestación y lactancia, menopausia, climaterio, perimenopausia, en la etapa de la plenitud.

Luciana Cobo relata que en las entrevistas con sus pacientes suele preguntar acerca de cómo viven su sexualidad porque lo considera parte de la salud. “Si tiene relaciones sexuales, si tiene o no dolor en las relaciones sexuales, porque no hay que normalizar ni la dispareunia — el dolor en las relaciones— ni la dismenorrea —el dolor en la menstruación—, tampoco los síntomas del climaterio que a veces suelen ser bastante disruptores de la vida”, aclara. 

Considera algo habitual percibir cambios en cada etapa de la vida sexual y reproductiva de las personas con vulva, pero le parece importante darle un espacio en la consulta: “Hay que escuchar y preguntar sobre eso”. En salud sexual femenina, “el cannabis se puede usar de diferentes maneras: vía sublingual, o vaporizada, o en infusión, en forma localizada, con óvulos, y no solo con CBD (cannabidiol), sino con preparados full spectrum, es decir con CBD, THC y muchos otros cannabinoides, terpenos y demás”, detalla la médica y continúa: “Menstruamos durante muchísimos años. Tenemos que convivir con ello, con algunas molestias eventuales que puedan aparecer y tenemos que tener respuestas naturales”. 

Esto se puede hacer regulando el sistema endocannabinoide porque, como explica Cobo, “vamos a estar también regulando los ejes endocrinos (hormonales) y, en consecuencia, tener injerencia en la esfera emocional y social, estrechamente vinculadas a estos eventos fisiológicos, tratando no solo el síntoma, sino también la génesis del problema”.

Respecto de la leche materna, la especialista advierte sobre los estudios que hicieron en relación al pasaje de cannabinoides del torrente sanguíneo de la madre a la leche materna. “En el caso que la mamá necesite tratarse, hoy podemos hacerlo con la seguridad de que no va a provocarle ningún daño al bebé”, remarca. 

De esta manera, si el puerperio se vive en un estado de ánimo depresivo o ansioso, situación por la que atraviesan muchas personas, se puede tratar con seguridad con cannabis. “Tiene menos efectos adversos que, por ejemplo, los antidepresivos que se recetan muy a menudo y pueden provocar muchas más secuelas en los bebés que un cannabis fumado (vaporizado si es posible) a última hora del día, o un cannabis sublingual para una depresión postparto, o para la bajada de leche que puede llegar a ser bastante espectacular a veces”, repara Cobo. 

Para ella se trata de “darle herramientas a esa mamá para que pueda gestionar su sanación sin hacerle daño al bebé y sin asustarse”. Reflexiva, afirma que “es importante que nos cuiden, que nuestra obstetra, ginecóloga, partera, lo que sea, también entienda que uno tiene el derecho a tomar decisiones autónomas sobre su salud”. 


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Medicina cannábica e investigación 

Parte de la labor de Cobo en este ámbito es construir una guía para que otros profesionales que quieran investigar sobre el uso medicinal del cannabis sepan cuál es la metodología a tener en consideración “para construir evidencia de una robustez científica acorde a la comunidad de la ciencia a nivel mundial”. 

“Es importante construir un protocolo de titulación de dosis”, advierte la médica ya que el aceite de cannabis no es una pastilla que uno la da a alguien y ve resultados, sino que es como las personas, individual y único para cada usuaria, tanto la vía de administración como la dosis, como el tiempo en que empieza a surtir efecto. 

Es difícil salir de la demonización del uso del cannabis porque, entre otras cosas, todavía sigue estando en manuales de toxicología que se usan en la carrera de Medicina, o directamente hay áreas donde no se estudia el sistema endocannabinoide, como por ejemplo en las cátedras de Fisiología. Por eso, entre las actividades de la especialista entrevistada está la formación de profesionales de la salud, intentando llegar con los estudios más recientes e información precisa. 

El próximo objetivo es empezar a dictar clases de pregrado. “Antes de que se reciban hay que enseñar el SEC, y luego, en farmacología incluirlo”, disipa. Hoy el cannabis medicinal es una experticia o una diplomatura, y no una especialidad médica. “Es clave transmitir información y ponernos a disposición de los y las colegas para que puedan acceder a información de calidad y realizar abordajes transdisciplinarios”, concluye Cobo.  


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