Mi Carrito

8M: feminismo contra la crueldad

8M 2024 - Ph: Victoria Eger
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Se acerca un 8M distinto. Los ojos cansados lo saben. Los oídos aturdidos también lo saben. ¿Cuánta rabia cabe en un cuerpo, en miles de cuerpos, cuando el hambre y la pobreza son políticas de Estado deliberadas? Mañana es 8 de marzo, el famoso Paro Internacional de Mujeres y Disidencias, el primero al presidente Javier Milei en la Argentina. “Esta vez hay que ir” es una de las consignas que organiza una movilización al Congreso a las 16 horas que nos gustaría teñir de fiesta, pero nada más alejado del disfrute que las medidas de ajuste de los primeros tres meses de gobierno de La Libertad Avanza. 

Sólo entre diciembre y enero, la pobreza pasó del 49,5 al 57,4 por ciento, la cifra más alta en 20 años, de acuerdo a un informe de la UCA. Son más de tres millones de nuevos pobres en dos meses, la misma cantidad que lo que generó el ex presidente Mauricio Macri en su último año de gestión. Conocemos los rostros de esos números. En la mayoría de las viviendas en situación de pobreza, las jefas de hogar son mujeres. En la economía popular, donde las paritarias nunca llegan, 6 de cada 10 trabajadorxs, también.

En los comedores se escucha a diario: las ollas están vacías, pero las filas de quienes buscan un plato de comida son cada vez más largas. “Los que tienen hambre, vengan de a uno”, dijo la ministra de Capital Humano Sandra Pettovello mientras interrumpía, al mismo tiempo, los fondos destinados a los espacios comunitarios de asistencia alimentaria. Las clases recién arrancaron y les docentes, con sus salarios recortados, ya sienten un déjà vu: vuelve la escuela-comedor, hija de la crisis del 2001, y la repetición de una consigna que pareciera anular cualquier otra discusión: “Con hambre no se puede enseñar”. 

La falta de entrega de medicamentos ―en muchos casos, para personas que los necesitan nada más y nada menos que para sobrevivir― es otra de las variables de ajuste. La Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) manifestó su preocupación al respecto, principalmente en torno a pacientes oncológicos, con patologías crónicas y agudas. El diario Clarín informó que son alrededor de 200 y el mes pasado falleció el primero, Aldo Pinto, presidente del Centro Vecinal Villa 20 de Febrero de la ciudad de Salta.

Al “capital” ya no le queda ni lo “humano”. Para el gobierno nacional solo hay excels de ingresos y egresos. “Cuentas claras conservan amistades", pero no a 45 millones de argentinos y argentinas, mucho menos con un 46 por ciento de inflación acumulada en dos meses. Suben los alimentos, el tren, el colectivo, los medicamentos, la luz, el gas, la prepaga, los útiles escolares, todo menos los sueldos y las jubilaciones. 

¿Cuánto tiempo se aguanta semejante precarización de la vida mientras los sectores más concentrados de la economía multiplican sus ganancias?   

Un nuevo pacto social

Lo dijimos en una nota editorial publicada por este medio al día siguiente del ballotage: el ascenso de Milei al poder no es más que la consolidación de una serie de transformaciones culturales previas. La ferocidad devino casi en sentido común. El pacto social se quebró. Por eso, el jefe de Estado puede likear una foto que burla a las personas con síndrome de down con impunidad. 

La Libertad Avanza rompió la codificación política tal como la conocíamos, los marcos tradicionales que delimitaban lo que se podía decir y lo que no. Ese es uno de los tantos motivos de su éxito y, por esa misma razón, pareciera no tener ningún costo. “El presidente maneja sus redes como cree conveniente, sin community manager ni intermediarios”, sintetizó el vocero Manuel Adorni. “Transparencia”, “espontaneidad”, relación uno a uno con el ciudadano-usuario: la línea de tres que todavía le otorga legitimidad a quien conduce nuestra vida en común sobre la base de la agresión a los otros. 

Milei lee como nadie un ecosistema digital cada vez más atomizado y violento. El libertarianismo, fenómeno altamente masculinizado, juega de local bajo sus propias reglas. Las disidencias, los cuerpos e identidades que desafían la trama liberal-conservadora son uno de los principales blancos de esa plataforma selvática. Tampoco están exentas las mujeres del mainstream que cuestionan las decisiones gubernamentales. Tal fue el caso de Lali, la estrella pop con la que el primer mandatario se ensañó irracionalmente.

Pero si hay un movimiento que todavía defiende la idea de comunidad, la construcción de ámbitos para dirimir incluso lo que se nos presenta como incompatible, es el feminismo. No se trata solo de una posición declarativa, sino de rituales concretos. La historia de los feminismos está hecha a base de asambleas, redes y encuentros. “Redes”, sí, mucho tiempo antes de la existencia de las plataformas: contra la violencia de género, por el aborto legal, seguro y gratuito, por el derecho a existir. Las conquistas colectivas de mujeres y disidencias son una muestra cabal de que nadie se realiza en soledad. Lo decimos en presente porque no pertenecen a un pasado nostálgico, configuran al día de hoy un proyecto de vida(s) capaz de disputar el individualismo, la desintegración de los lazos sociales, la crueldad hacia quien piensa y vive distinto. 

Por eso, la concentración de mañana es una invitación a convertir, una vez más, la rabia en acción en la calle. Un llamado, sobre todo, a quienes fueron parte de los 8M más fervorosos, cuyos pañuelos reposan en el fondo de algún cajón. El recordatorio de que todo lo que entendíamos como un derecho o un destino deseable está bajo amenaza, y que fabricar nuevas utopías que discutan las de la ultra-derecha requiere organización, creatividad y audacia. Quizás, como nunca antes. 

Foto de portada: Victoria Eger


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