En el espacio negro y despojado, sólo un taburete en el medio de la escena y una joven que aguarda sentada de espaldas al público. Al costado, iluminada por una luz tenue, una mujer mayor también en actitud de espera. Una larga tela turquesa se extiende por el borde del escenario. Ingresa un hombre de riguroso traje y da inicio, con su indicación, a la función.
Pronto sabremos que él regula el límite entre realidad y ficción, que ordena, demarca, permite y castiga. Es un director de teatro que está ensayando con dos actrices una obra. La mayor, actriz experimentada y narcisista, y una adolescente insegura que está haciendo sus primeros pasos en la actuación. A pesar de esa falta de experiencia, tiene un carisma y una presencia escénica destacables. Su cuerpo danza, se mueve por el espacio casi como flotando. Hace todos los movimientos que el director le pide y repasan las escenas una y otra vez, hasta el agotamiento.
El texto que ensayan aborda la historia de una muchacha virgen que está siendo entrenada para su debut en un prostíbulo. Pero poco a poco, esa narración se mezcla con la vida de las actrices. Maria Nydia Ursi-Ducó es la madama del lupanar y al mismo tiempo la madre de la menor. Paloma Santos, gracias al trabajo manipulación psicológica del director, también confunde su rol y sus textos, y va perdiendo el poder de decisión y de acción. Pide a gritos por su padre, que nunca llega a rescatarla. A su vez, el director (Julio Pallares) oficia de dueño del prostíbulo, el rango mayor dentro de esta línea vertical de dominaciones. Las culpa por salirse del libreto, y mientras exprime la mente y el cuerpo de la niña, alecciona a la madama por no querer atender la puerta. Es que cada vez llegan más hombres con muchas preguntas y mucha sed. El sonido del timbre profundo y agudo, que se hace escuchar varias veces, sobresalta al espectador y lo pone en estado de alerta, como para recordarle cuán real puede ser esta historia.
Sudores de niña virgen es un thriller psicológico minimalista que ahonda en la prostitución y la trata de personas desde el recurso de lo meta-teatral. El teatro dentro del teatro, permite destapar lo que está oculto detrás de un sencillo ensayo. Descubrir ese velo, implica develar los caminos sinuosos y perversos de quienes ejercen, padecen, regentean, auspician y silencian la explotación.
El autor y director Dario Bonheur toma la inteligente decisión de abordar el tema a través de las propias herramientas teatrales, que potencian así la historia. Se vuelve denuncia, grito y reflexión. El desdoblamiento de la ficción permite visibilizar el cuerpo de esta niña como campo de batalla. En esa carne que pierde su alma en cada ensayo/abuso, que se desnuda para cambiar de vestido. El paso del negro al rojo marca la caída en el abismo del que nadie podrá rescatarla.
Mañana una convocatoria citará a una nueva actriz, el puesto ha quedado vacante. La obra estará en escena hasta el 25 de mayo.
*Al finalizar la obra, el equipo entrega a los espectadores la hoja con información sobre el procedimiento a seguir ante casos de desaparición de una persona, que acompaña esta nota.
Sala: Abasto Social Club (Yatay 666, CABA). Viernes 21hs. Entradas $250.
Ficha técnico artística
Autoría: Darío Bonheur
Actúan: Julio Pallares, Paloma Santos, Maria Nydia Ursi-Ducó
Voz en Off: Martin Caminos, Alejandra Darín, Pochi Ducasse, Osmar Nuñez, Susana Varela
Diseño de vestuario: Alejandro Mateo
Diseño de escenografía: Alejandro Mateo
Diseño de luces: Lucas Orchessi
Video: Javier Mollo
Sonido: Javier Mollo
Fotografía: Adrian Arellano
Diseño gráfico: Adrian Arellano
Producción ejecutiva: Ale Garcia
Dirección: Darío Bonheur, Maria Nydia Ursi-Ducó