Por Solana Camaño y Candelaria Domínguez Cossio
- Te pido que esta noche evitemos las discusiones o temas incómodos.
- Si voy con un vestido verde abortero no te molesta, ¿no, ma?
Las preguntas, advertencias y memes por WhatsApp se multiplican. Las fiestas lo ameritan: ese tiempo de encuentro, regalo, comida, fuegos artificiales o no, más comida y peleas familiares. Sí, está el tío que te habla en contra de la ampliación de derechos y tu abuela que quiere bisnietos lo antes posible como si tu vientre fuera una máquina de fabricar niñes. Tu mamá pone cara de circunstancia mientras te debatís entre huir de la escena y mirar toda la programación navideña (ver El Grinch por vez número 765; otra vez Kevin Mccallister se queda solo en su casa) o hacer oídos sordos.
- Si te ponés el escote, bancatela.
- ¿Es real lo que estoy escuchando?
- Ya no se puede decir nada...
- Laura, no empecés. El abuelo está en las últimas. Dejalo.
Dejalo. Callate. Cuando el patriarcado se mete hasta en el vitel toné, el feminismo teje redes para deconstruir esa tradición católica que familias enteras replican por costumbre o religión. La sororidad se abre paso entre hermanas y primas. “No más complicidad con el chongo abusador de la mesa. Buscá aliades, armá un lindo aquelarre y conjurá el daño rompiendo a gritos el cerco del silencio. ¡No nos callamos nunca más!”, publican las mujeres en su Twitter.
El rojo, el blanco y el dorado conviven con otros colores que se suman a las mesas navideñas para dar la batalla simbólica hasta en los terrenos más ásperos. Por eso, creemos que si este año no tenés ganas de bancarte al tío facho de la familia, no lo hagas. Esquivalo o si tenés margen y un piso grande de paciencia, enfrentalo. Y sino, armate una red sorora que te banque por WhatsApp así haces catarsis mientras se escuchan frases del tipo “yo no estoy de acuerdo con la ideología de género” y terminas atragantándote con la ensalada de papa y huevo.
También, tratá de ser honesta con las mujeres de tu familia: basta de comentarios sobre tu posible maternidad o el mandato del casamiento. Nada de decir “hay que conseguirle novio a la nena”. La nena está bien y no necesita media naranja, ya está completa. Tampoco quiere levantarse a preparar la mesa del brindis media hora antes de las doce con su mamá y su abuela mientras el resto de los varones se atrincheran en sus sillas.
Las pibas nos negamos a las sonrisas bonitas e hipócritas para complacer machirulos. Ponemos nuestras inquietudes y demandas sobre la mesa. Discutimos. Derribamos estereotipos y ya no tenemos que aguantarnos los constantes comentarios que nacen de mandatos patriarcales. Por eso compañeras, estas fiestas estemos unidas y defendamos nuestros ideales. Se lo debemos a este año verde de mucha lucha y amor feminista.
¡Feliz navidad y que sea ley!
Ilustración: @caro.dibuja