Desde que comenzó el aislamiento social, preventivo y obligatorio, la línea 144 registró hasta julio 45 mil consultas vinculadas a las violencias por motivos de género. De acuerdo a los datos difundidos por el observatorio de las violencias de género "Ahora que sí nos ven", en septiembre hubo 21 femicidios y, según La Casa del Encuentro, una mujer murió cada 24 horas en manos de su agresor durante el último mes. A pesar de los espacios y redes de concientización, la violencia sigue colándose en cada espacio de la cotidianeidad.
Son las 21:09 del miércoles 16 de septiembre e Instagram estalla con las fotos de Lara Gatto, una chica que utilizó la red para mostrar las marcas de su cuerpo y dar a conocer la identidad de su golpeador. ¿Por qué el nombre de él resuena tanto? Meses atrás las calles de la localidad matancera de Ramos Mejía se inundaban con pasacalles que decían “Ismael Vecchio: golpeador. Respeta a las mujeres”.
Vecchio acumula 48 denuncias en su haber: muchas son por violencia de género. Algunas las hicieron la mamá y el papá de Lara inmersxs en la desesperación, pero fueron archivadas ya que lxs denunciantes no eran quienes sufrían de forma directa la violencia.
“Tuvo que pegarme con un objeto contundente como el traba volante para que yo me dé cuenta de la realidad porque siempre creía que la culpa era mía, que algo había hecho para que él me pegue”, manifiesta Lara, quien realizó las últimas dos de las denuncias en la Comisaría Oeste Segunda de Ramos Mejía.
Lenore Walker, psicóloga estadounidense y fundadora del Instituto de Violencia Doméstica, describe en 1979 “el círculo de la violencia”. Un circuito con tres fases, “cíclico y previsible” para la mujer violentada. Walker desarrolla que, en la primera fase, se da el ciclo de acumulación de tensión donde el violento se molesta o irrita y genera un clima de inseguridad, creando en la mujer la sensación de culpa, de no estar haciendo lo que debe.
Cuatro décadas después de lo escrito por Walker, en las actitudes de Vecchio se ve el patrón de la violencia marcada a fuego. Nada cambió. Lara relata los diversos motivos que lo llevaron a enojarse con ella, todos con el mismo objetivo: hacerle creer que la culpa era de ella por no hacer lo que le pedía.
La segunda fase que relata la psicóloga, es la explosión de la violencia. Allí el golpeador descarga la tensión acumulada ya sea de manera física, sexual y psicológica: pueden darse a la vez o separadas. Acá empieza una instancia donde se incorpora el secreto, el famoso “que nadie sepa” o el “no digas nada”.
En la madrugada del 15 de septiembre, un patrullero frenó al auto en el que iban ambos. “Decí que te sentís mal”, le pidió Ismael a Lara y ella pensó en mantener el secreto. “Pero me cansé. No podía ni respirar de cómo me había golpeado y sabía que el próximo paso era matarme, así que dije que todo lo que él decía era mentira y dejé de cubrirlo”, revela Lara en diálogo con Feminacida.
Por último, Walker explica que la tercera fase es la de reconciliación o luna de miel donde el violento pide perdón, minimiza, justifica, da razones, argumenta y promete que no lo va a volver a hacer. Lara no llegó hasta acá –en esta ocasión- porque se dio cuenta que la historia se iba a seguir repitiendo gracias a la contención de vecinxs y policía en ese momento. “Tenía dos opciones: salvarme o seguir cubriéndolo, pero dije basta”, sentencia.
Los números de la violencia
Según un relevamiento del Ministerio de Mujeres, Políticas de Género y Diversidad de La Nación, en la provincia de Buenos Aires, el 60 por ciento de la población hace consultas a la línea 144. Además, esta recibe 336 consultas diarias en promedio
Respecto a la modalidad de violencia, el informe revela que la mayoría de las mujeres sufrieron violencia psicológica por parte del agresor. El 68 por ciento de las denunciantes atravesó situaciones de violencia física, el 13 por ciento de violencia sexual y el 89 por ciento, violencia doméstica.
Respecto al aislamiento social, preventivo y obligatorio (ASPO), de los 45 mil llamados que recibió la línea 144, el 74 por ciento corresponde a consultas, y el resto, a intervenciones. Es decir, el 26 por ciento de las personas que se comunicaron fueron derivadas a distintos canales para seguir adelante con asistencia para un seguimiento.
El observatorio de género “Ahora que si nos ven” reveló que, hasta el 30 de septiembre, en nuestro país se cometió un femicidio cada 29 horas y el 46 por ciento fueron cometidos por la pareja de la mujer. Durante el periodo del ASPO, hubo 139 femicidios hasta hoy.
“Estuve a punto de meter a mi hija en un cajón y no poder velarla”, sentencia la madre de Lara, reafirmando que ella podría haber sido parte del 20 por ciento de las mujeres que murieron a golpes en manos de su femicidas. Lara Gatto, se topó con fuerzas de seguridad preparadxs para enfrentar una situación así y poder asesorarla, pero muchas mujeres no corren con esa suerte.
En un país donde las mujeres morimos cada 29 horas, no debería ser un privilegio encontrar a personas capacitadas que nos contengan y brinden asesoramiento frente a una situación de violencia.
Si sufrís violencia de género o conoces a alguien que pase por esa situación podés comunicarte de forma gratuita llamando a la línea 144, por WhatsApp 1127716463, por email a linea144@mingeneros.gob.ar o descargando la aplicación.