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Desarmar la violencia política

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En Argentina, más del 50 por ciento de la población son mujeres. Pero a pesar de las luchas por la igualdad de género, la representación política sigue siendo mayoritariamente masculina. Dentro de estos espacios de trabajo muchas mujeres e identidades disidentes son juzgadas y violentadas por sus decisiones. Es un fenómeno masivo que atraviesa sin distinción el partido o cargo público que ocupen. Un ejemplo reciente es el caso de Ofelia Fernández, legisladora porteña del Frente De Todos, quien fue discriminada e insultada en una videoconferencia con alumnos de la Universidad Torcuato Di Tella. Las críticas fueron relacionadas a su cuerpo. “Gorda, doná el sueldo”, exclamó un estudiante totalmente machista, poniendo en duda sus decisiones políticas.

Según la encuesta nacional, del 2019, “No son las reglas, es violencia” sobre mujeres en política, realizado por el Observatorio de la violencia contra las mujeres y disidencias en política “Julieta Lanteri” de FUNDECO, y la Fundación Friedrich Ebert, el 90 por ciento de las encuestadas percibe haber sufrido algún tipo de violencia en el ámbito político. Este resultado es producto de un total de 517 encuestas a militantes de partidos políticos, organizaciones sociales, sindicales, estudiantiles, legisladoras y/o funcionarias públicas, entre otros.

“Es un problema de la cultura de la política argentina. En lo normativo tenemos un montón de instrumentos y herramientas para avanzar en la igualdad y la democracia paritaria, sin embargo, la cultura política es un elemento que es necesario transformar para poder aspirar a esa igualdad y que no sea sólo formal, sino que también sea material. Que tenga una igualdad en los hechos”, aseguró Agustina Gradin, miembro del Observatorio Julieta Lanteri de Fundeco, en una charla con Feminacida.

Las principales manifestaciones de la violencia machista que arrojó la investigación fueron la distribución desigual del trabajo, los horarios de las reuniones y de los actos que no contemplan las realidades de las mujeres con tareas de cuidado familiar y la ridiculización de las mismas. Estas variantes se pueden identificar como violencia psicológica y violencia económica.

Foto: Catalina Distefano

¿Cómo se manifiesta?

La psicológica implica deslegitimar a la mujer como actor político, socavando su confianza y pleno desarrollo personal mediante comportamientos abusivos, a fin de causar miedo o daño emocional. Su objetivo, en última instancia, es perpetuar la desigual distribución de poder y desalentar la participación política a través de diferentes dispositivos, que muchas veces toman la forma de micro machismos.

“El tipo de violencia de género que se manifiesta para obstaculizar y/o anular el ejercicio de los derechos político-electorales de las mujeres se asocia a características del sistema social y la cultura política en general. Esto se evidencia en diversos países de América Latina. En especial, al arraigo del sistema patriarcal y el nivel de violencia de género de cada sociedad —así como si es tolerada o avalada— constituye factores que tienden a incentivar o desalentar prácticas de mayor nivel o menor de violencia por motivos de género”, manifiesta Laura Albaine, politóloga e investigadora del CONICET, en diálogo con este medio.

Como ejemplo, podemos observar las expresiones de odio y violencia ejercidas por Baby Etchecopar hacia Cristina Fernández de Kirchner durante el programa “La mesa de Mirtha” el pasado 23 de junio. Durante la trasmisión, dijo que la vicepresidenta era “el cáncer de la Argentina” y que “mientras Cristina Kirchner moje en la política, no va a haber paz nacional”. Luego de este hecho, diputadxs, y senadorxs del bloque Frente de Todos presentaron una denuncia ante la Defensoría del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual contra el periodista.

Según el informe mencionado anteriormente, ocho de cada diez mujeres se vieron violentadas por la ridiculización. Más de una vez se les argumentó en una discusión o debate que “estás nerviosa”, “estás loca”, “sos muy sensible”, “sos muy subjetiva en tu análisis”, entre otros o similares, y el principal ámbito donde sufrieron esta manifestación fue en reuniones políticas.

En cuanto a la distribución desigual del trabajo, el 82 por ciento percibe diferencias basadas en discriminaciones de género entre las tareas que desarrollan y aquellas que se les otorgan a los hombres. El común denominador de la diferencia en su trabajo es que los varones ocupan preponderantemente labores de negociación, relaciones políticas, dirección y conducción, entre otras; mientras que ellas tienen ocupaciones organizativas, de contención y administrativas.

Por último, la no contemplación de las realidades de las mujeres con labores de cuidado familiar en los actos políticos afectó al 90,1 por ciento. Influye en la participación: estar sujetas a una doble jornada laboral les constituye una barrera material.

Respecto del lugar y de quién comete las agresiones, según el estudio “Violencia política contra las mujeres en Argentina: experiencias en primera persona'' realizado por el Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA), se identificó que el 63 por ciento de las encuestadas señala que se trató generalmente de varones. Estos resultados son en base a 45 casos incluyendo legisladoras porteñas y legisladoras nacionales de 11 provincias (Buenos Aires, CABA, Chaco, Chubut, Córdoba, Formosa, Jujuy, Mendoza, Misiones, Santa Fe, San Juan) que representan a partidos de todo el arco político. Lxs agresores provienen de las redes sociales (71 por ciento), de otros partidos y del propio (67 por ciento).

Las redes sociales: cuna de la violencia

"La reproducción de discursos misóginos por cualquier medio, que incitan a la violencia física y sexual contra las mujeres, en un contexto en el que se produce un femicidio cada 29 horas en nuestro país, no debe pasar desapercibida", destacó el bloque del Frente de Todos en un comunicado repudiando las agresiones que sufre Ofelia Fernández en las redes sociales.

Hoy en día las redes sociales toman un gran papel en la política argentina ya que dentro de este espacio de comunicación se desarrollan varios debates políticos. La violencia política se ve entrelazada directamente con estos espacios. En estas plataformas se descargan agravios y violencias virulentas que no solo afectan a sus destinatarias directas, sino disuaden a otras personas para que no encaren o sostengan una participación en la vida política.

El Informe sobre Violencia contra las Mujeres y Disidencias en Política a través de Redes Sociales realizado por Observatorio Julieta Lanteri, junto con el Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA), y el Observatorio electoral de la COPPPA analizó las manifestaciones de violencia machista que vivencian las candidatas mujeres e identidades feminizadas en las redes sociales durante la campaña electoral argentina en 2019. Los resultados arrojaron que desde la semana del cierre de listas a la elección general se identificaron 16.748 tweets agresivos y machistas: expresiones discriminatorias, amenazas y campañas de desprestigio. En 2019 se incorporó la violencia política a la Ley N°26.485 de Protección Integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres. El artículo N°5 la explícita como “aquella que se dirige a menoscabar, anular, impedir, obstaculizar o restringir la participación política de la mujer, vulnerando el derecho a una vida política libre de violencia y/o el derecho a participar en los asuntos públicos y políticos en condiciones de igualdad con los varones”. La violencia machista en la política es un fenómeno que hay que frenar y desnaturalizar sus manifestaciones en todos los espacios.

Este artículo fue producido en el Taller de Periodismo Feminista de Feminacida


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