Con el triunfo confirmado del demócrata Joe Biden como presidente de los Estados Unidos de América, Kamala Harris, su compañera de fórmula, se convertirá en la primera vicepresidenta mujer, afroamericana y de ascendencia india de la historia de su país. Conocida por derribar techos de cristal a lo largo de su carrera, ¿qué representa esta victoria para la historia de ese país y de la comunidad afroamericana en un contexto de recrudecimiento de violencia y segregación racial? ¿Qué perspectivas y desafíos a futuro se erigen en la era post-Trump?
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“Seré la primera en este cargo, pero no seré la última”, afirmó en su primer discurso cargado de emociones y optimismo. Kamala Harris se paró firme y sonriente en el escenario montado en un estacionamiento de Wilmington, Delaware (hogar natal del presidente electo Joe Biden) y habló. Frente a un público eufórico repleto de mujeres y niñas se dirigió, a su país y al mundo, como la nueva vicepresidenta. Oficialmente, el próximo 6 de enero no sólo se convertirá en la primera mujer de la historia de Estados Unidos en ocupar ese cargo, sino en la primera afroamericana en hacerlo. Asumirá en un contexto de profunda violencia sociocultural y policial contra las minorías y con el mundo arrasado por la pandemia y con numerosos desafíos por delante. ¿Cuál fue el recorrido de Harris para llegar a la vicepresidencia?
¿Quién es Kamala Harris?
“Porque cada niña que esté mirando esto desde sus hogares puede ver que este es un país de posibilidades. Y a lxs niñxs, independientemente de su género, este país les dio un claro mensaje: sueñen con ambición, lideren con convicción.”
(Kamala Harris, luego de la victoria electoral)
Oriunda de Oakland, California, es hija de dos inmigrantes provenientes de diferentes regiones que se conocieron militando por los derechos civiles en la universidad. Su madre, Shyamala Gopalan, fue una científica especializada en cáncer de mama que emigró desde la India y su padre, Donald Harris, es un economista y profesor jamaiquino. En su discurso luego de la victoria en los comicios, Kamala le rindió especial homenaje a su madre y a “todas las generaciones de mujeres negras (el pilar fundamental de nuestra democracia), asiáticas, blancas, latinas e indígenas que abrieron el camino para llegar a este momento”, recordando también a las sufragistas que lucharon por el derecho a votar.
Graduada en Ciencias Políticas y Economía en la Howard University de Washington y Doctora en Derecho por la Universidad de California, decidió iniciar su carrera profesional en el ámbito público porque quería “estar en la mesa en donde se toman las decisiones”.
La ruptura de techos de cristal en su carrera es algo que no le es ajeno: entre sus credenciales figura haber sido la primera persona afronorteamericana, además de la primera mujer, en convertirse en fiscal del distrito de San Francisco. Y luego de dos mandatos, ser la primera mujer en detentar el cargo de fiscal general de California (2011-2017). De allí saltó a ser la segunda mujer negra en ser elegida senadora en la historia de Estados Unidos (y la primera afroamericana en estar durante más de una década en dicha Cámara).
Kamala Harris es conocida en la política estadounidense por ser una firme defensora de la interrupción voluntaria del embarazo y de los derechos de las mujeres, por luchar para lograr mejorar las condiciones de acceso a la salud y legalizar la marihuana, terminar con la brecha de género salarial e implementar políticas en pos de justicia climática y ambiental. Como fiscal, una de sus propuestas llevadas a cabo fue el programa “Back on Track”, que ofrecía una pena alternativa distinta a la cárcel y brindaba herramientas de reinserción y contención a quienes habían cometido un crimen no violento por primera vez en su vida a cambio de finalizar sus estudios secundarios.
“El trabajo como fiscal desde una postura progresista es mirar lo invisibilizado, indagar en las causas del crimen y no sólo en sus consecuencias y reconocer y modificar las desigualdades e imparcialidades que generan injusticias. Es reconocer que, a veces, más que castigar necesitamos ayudar”, escribió en The Truths We Hold, su libro de memorias presentado a principios de este año. Fue celebrada y criticada por igual debido a sus ideas para reformar la justicia criminal, en ese sentido polemizó: “Se puede tener mano dura contra el crimen y confrontar las desigualdades del sistema judicial penal”.
“Esa niña era yo”
Para cuando Harris promediaba su período en el cargo de senadora, los medios ya la posicionaban como una potente candidata. En enero de 2019 se postuló como precandidata a presidenta por el Partido Demócrata y enfrentó a Biden en las primarias. Causó revuelo su confrontación respecto a las controversias en torno a la histórica segregación racial: en uno de los debates, le expresó al ahora presidente electo su preocupación por la oposición a un programa denominado “busing”, que transportaba en micros escolares a estudiantes a escuelas fuera de sus barrios con el objetivo de intentar una mejor integración étnico-cultural. Harris, que fue beneficiaria del programa, utilizó esta experiencia para erigirse como parte representante de la comunidad negra: “En California hubo una niña que era transportada a diario por esos autobuses a la segunda clase integrada de su escuela. Esa niña era yo”.
Sin embargo, desde que anunció su precandidatura, Kamala Harris fue puesta bajo escrutinio público acerca de su labor en el pasado. Algunas críticas apuntaban a que ciertas medidas y posturas adoptadas contradecían su retórica y se acercaban más a una política “tough on crime” (lo que en Argentina conocemos como “de mano dura”).
Harris se retiró en diciembre de 2019 de la carrera presidencial alegando falta de fondos. Meses después Biden, alentado por sus asesores para elegir a una mujer negra, la invitó a ser su compañera de fórmula. Según analistas y medios estadounidenses, la elección de Biden responde a asegurarse no solo una socia sino una posible sucesora (él mismo se autodenominó “un candidato de transición”, “un puente hacia una nueva generación de líderes”).
“Necesitamos reformar nuestra Policía y nuestro sistema de justicia criminal”, proclamó en un debate vicepresidencial con el republicano Mike Pence el pasado octubre, en línea con un proyecto de reforma que presentó como coautora cuando fue senadora. Luego del asesinato de George Floyd a manos de la Policía de Minneapolis el pasado 25 de mayo, expresó en el Congreso: "Las aceras de Estados Unidos están manchadas de sangre negra. A raíz de los asesinatos de George Floyd y Breonna Taylor, debemos preguntarnos: ¿Cuántas veces más nuestras familias y comunidades deben pasar por el trauma del asesinato de un hombre o mujer negros desarmadxs, en manos de la misma policía que ha jurado protegerlos y servirles?”. En el mismo debate Harris prometió, que de ganar las elecciones, trabajaría junto a Biden para prohibir las técnicas de ahorcamiento empleadas por la Policía en los arrestos y crearía un registro de policías que hayan incumplido con la ley y abusado de su autoridad policial.
Un triunfo, ¿una oportunidad?
Si bien la hazaña de Harris de ser elegida para ocupar un cargo de altísima jerarquía funciona como fuente de inspiración para niñas y jóvenes, su llegada a la vicepresidencia, ¿implica una ventana de oportunidades para la comunidad afroamericana?
Esther Pineda G es socióloga, Magíster en Estudios de la mujer, Doctora y Postdoctora en Ciencias Sociales. En diálogo con Feminacida, afirmó que, si bien Harris tiene una trayectoria de trabajo y defensa por los derechos de los afroamericanos, contra la violencia hacia la mujer, la explotación infantil y de preocupación por la mortalidad materna negra, “es importante tener en cuenta que el ascenso de una mujer o de unx afroamericanx al poder no se traduce necesaria ni automáticamente en mejoras en la situación social y desarrollo de políticas en favor de estos grupos”.
Agrega además que “a veces la oportunidad histórica termina diluida y desdibujada en un logro personal, no sólo por quedar presa de las aspiraciones individuales, sino principalmente por la rigidez de las estructuras de poder. El presidente de los Estados Unidos sigue siendo un hombre blanco heterosexual conservador pese a pertenecer al Partido Demócrata, con una importante presencia republicana conservadora en el Senado”.
Consultada acerca de los desafíos que tiene Harris por delante, sostiene que su llegada a la Casa Blanca constituye un acontecimiento de especial relevancia luego de cuatro años de un gobierno que explícitamente evidenció una concepción misógina, racista, clasista y xenófoba del mundo. “Si bien en los Estados Unidos existe una base grande e importante que comparte estas ideas, lo cual quedó de manifiesto en la respuesta de algunos sectores sociales a las protestas contra la brutalidad policial y en el número de votos obtenidos por Donald Trump, también es cierto que el voto por Harris es un mensaje de que la sociedad estadounidense desea un cambio; de que los prejuicios como política de Estado ya no resultan tan atractivos para la mayoría de la población”, reflexiona. Pineda destaca, además, que “por primera vez la población americana con ascendencia asiática tendrá representación en la Casa Blanca”, lo cual constituye un logro en sí mismo.
El panorama en la era post Trump
“Tenemos el poder de construir un mejor futuro. Ahora es cuando empieza el verdadero trabajo, el más duro y necesario”.
(Kamala Harris, discurso post victoria electoral)
Si bien Biden y Harris consiguieron los votos necesarios para llegar al poder, para el Partido Demócrata el verdadero desafío comienza ahora. La sociedad estadounidense está sumida en un contexto de profunda violencia racial sistemática, misoginia, xenofobia y represión policial legitimada por el gobierno de Donald Trump. “Las tensiones raciales han sido y continúan siendo un factor definitorio en la política estadounidense, las cuales posiblemente se mitiguen durante algunos meses, pero no desaparecerán. Es necesario el desarrollo de políticas e iniciativas tendentes a erradicar el racismo estructural y sancionar la brutalidad policial. De lo contrario, puede desembocar en una nueva ola de protestas que colocará bajo el lente a las actuaciones del partido demócrata”, explica Pineda.
Por otra parte, al interior del mismo, las internas y los desacuerdos también hacen mella: lxs demócratas acaban de perder algunas bancas importantes en el Senado y se cree que lxs republicanos mantendrán el control del mismo. “Lo central es que ya no estamos en medio de una caída libre al infierno”, dijo Alexandria Ocasio-Cortez, la representante demócrata electa por el distrito catorce de Nueva York, en una entrevista para el diario The New York Times sobre la victoria de Joe Biden. Luego de confirmarse el resultado electoral, reflexionó: “Los dos últimos años han sido muy duros. Externamente, lxs demócratas estuvimos ganando y recibimos mucho apoyo. Internamente, el Partido ha sido extremadamente hostil a cualquier cosa que huela a progresismo”. Apuntó a la falta de compromiso de lxs demócratas para trabajar activamente en eliminar la violencia racial y lo señaló como uno de los desafíos a superar.
Para Pineda, la victoria electoral de Biden y Harris representa, entonces, una “válvula de escape, una máscara de oxígeno” para descomprimir estas formas de desigualdad, discriminación y violencia que se institucionalizaron durante la gestión de gobierno. “Ahora bien, no soy muy optimista en cuanto a que logren grandes cambios estructurales en los Estados Unidos. Sin embargo, es un momento importante porque desde su gobierno dejaran de ser promovidas, celebradas y exacerbadas estas formas de discriminación y violencia, lo cual tendrá un impacto en la vida cotidiana de los estadounidenses”, concluye.