Mi Carrito

¿Alguien puede escuchar a lxs docentes?

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Foto de portada: Nadia Petrizzo

De cara al inicio del ciclo lectivo 2021, el Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, confirmó la vuelta a clases para el 17 de febrero. Desde el Ministerio de Educación porteño se diferencian de la propuesta nacional y apuestan a “la presencialidad como regla”, con un retorno escalonado según el nivel educativo (inicial, primario o secundario) y grado o año.

En un verano atípico condicionado por la pandemia de Covid-19, el clima social del pasado diciembre parece haberse trasladado casi sin respiro a enero. La tensión crece, las disputas políticas entre gestiones de gobierno y sindicatos abundan y los medios masivos de comunicación reproducen discursos recortados y afines a sus intereses. En el medio, el trabajo de lxs docentes queda nuevamente desprestigiado, y sus voces, silenciadas. 

¿Cuál es el verdadero trasfondo de la disputa por el retorno a clases? ¿Cuánto y bajo qué condiciones se le exige a lxs docentes? ¿Qué piensan y sienten lxs trabajadores de la educación?

Una lucha de clases

“¿Cuándo y cómo vuelven las clases?” es la pregunta que ocupa un lugar destacado en la agenda pública desde hace varias semanas. El pasado 22 de enero, el gobierno porteño presentó el plan “Primero la escuela” que contempla medidas y pautas de acción con el objetivo de establecer el retorno a las aulas, dos semanas antes que el resto del país. El inicio de clases será en los jardines maternales y el nivel inicial, primero, segundo y tercer grado, y los dos primeros años de la secundaria. El 22 de febrero se sumará el resto de la primaria y el 1° de marzo, lo que quede del nivel medio. El esquema de retorno en CABA propone que todxs lxs estudiantes asistan presencialmente a las escuela por un mínimo de cuatro horas diarias. De acuerdo con ello, las autoridades porteñas prorrogaron el decreto 147 que define a la Educación como “actividad esencial” y se destacó que la presencialidad “tiene que ser la regla, y la virtualidad la excepción y un complemento a la educación en las aulas”.  En la Provincia de Buenos Aires, en cambio, se plantea una vuelta gradual con un sistema mixto de concurrencia presencial y clases en los hogares, estipulando que llevará varios meses lograr una cobertura alta de vacunación

Luego de conocerse el protocolo de la ciudad de Buenos Aires, la respuesta de los gremios docente no tardó en llegar. Por un lado, tanto la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE) como Ademys advirtieron que no asistirán a los establecimientos. “Si quieren empezar las clases el 17 de febrero, vamos a hacer retención de servicios. No vamos a concurrir al lugar de trabajo”, sostuvo Angélica Graciano, la secretaria general de UTE. “Mantener una fecha a como dé lugar denota que no tienen un interés en la educación pública”, advirtió la dirigente en una entrevista para El Destape Radio.

Por otro lado, la Confederación de Trabajadores de la Educación (CTERA) emitió un comunicado en el que destacó que el regreso de las clases presenciales debe ser consensuado con lxs docentes en las reuniones de la paritaria nacional, que se realizará en febrero. “En estos tiempos de pandemia las condiciones de salud, el cumplimiento irrestricto de los protocolos y las condiciones de higiene y salubridad en las Escuelas, debe ser una prioridad para el regreso a la presencialidad”, afirma el documento firmado por Sonia Tessa y Roberto Baradel. La ministra de Educación porteña, Soledad Acuña, no dudó en salir al cruce: “Pueden tomar la medida de fuerza que quieran, pero no están yendo a trabajar. Cuando no van a trabajar, se descuenta el día”.

Sindicatos enfrentados al gobierno porteño; declaraciones varias de la ministra Acuña y parte de la sociedad que estigmatiza a lxs docentes sosteniendo que no quieren trabajar (y que tampoco hicieron durante el 2020); metrodelegadxs que cuestionan el uso masivo de los subterráneos y piden no volver a clases; medios de comunicación que convocan a “expertxs” para dar sus opiniones. Los cruces son cada vez más numerosos e intensos. ¿Contribuyen a la construcción de un diálogo para llegar a un consenso? ¿Qué lugar tienen lxs docentes en la toma de decisiones?

Voces protagonistas: qué piensan y sienten lxs docentes

Parte del trabajo de lxs trabajadores de la educación consiste en planificar, diseñar y llevar a cabo las clases diariamente. No cabe duda de que, después de un año atípico y agotador, quienes ejercemos la docencia deseamos recuperar las clases presenciales y volver a las aulas. El quid de la cuestión no es “volver sí o no”, sino “cómo”. ¿A qué costo? ¿Bajo qué condiciones? ¿Con qué tipo de apoyo pedagógico-financiero?

Florencia es docente en 6° y 7° grado en una escuela pública del barrio porteño de Flores. En diálogo con Feminacida, advirtió: “Dar clases durante el 2020 fue muy complejo: la presencialidad es fundamental. Eso nadie lo pone en duda, independientemente de lo que después hagan con nuestras palabras los medios y lxs funcionarixs del Gobierno de la Ciudad. Sin embargo, no podemos pensar en una exposición tal como la que se propone”. Respecto a las condiciones espaciales del establecimiento en el que trabaja, describió: “No hay forma de respetar el distanciamiento social si hay 150 pibxs en un edificio con aulas chiquitas y con un patio descubierto”. 

Andrés, quien se desempeña como docente de primaria en dos escuelas (privada y pública) de Villa del Parque, coincidió: “Mi principal preocupación son los espacios y la cantidad de alumnxs. No es posible mantener el distanciamiento físico con una presencialidad total salvo que el mismo se reduzca de 1,5 metros a unos 20 centímetros. Las aulas son muy pequeñas”. Al igual que sus colegas, relató que durante el 2020 no tuvo apoyo financiero directo “salvo los planes de contingencia económica del Gobierno Nacional (ATP) para pagar los sueldos en el caso de la escuela privada”. Yo ya contaba con equipamiento informático, pero tuve que absorber todos los costos de energía y conectividad”, continuó.

El plan “Primero la Escuela”, de acuerdo con declaraciones de la ministra Acuña, propone que “la burbuja sea el grado”, es decir, que el grupo y su docente sólo estén en contacto entre sí, aunque pudiendo dividirse en dos espacios diferentes para trabajar. Esto conlleva varias dificultades: por un lado, que solamente en el primer ciclo del nivel primario lxs niñxs tienen una única docente (sin contar las materias especiales). A partir de quinto grado hasta el último año del nivel medio, las áreas se diferencian y con ello, aumenta la cantidad de profesores. Por otro lado, la mayoría de lxs docentes trabajan en más de una escuela, en ambos niveles. 

Marianela, trabajadora del nivel medio, puntualizó: “Resulta incomprensible que pretendan volver con todo el curso completo como burbuja, con docentes que circulan en varias escuelas”. Con respecto a la movilidad entre establecimientos afirmó: “Hay docentes que trabajan tanto en CABA como en el conurbano bonaerense y dependen exclusivamente del transporte público. Por ejemplo, si alguien viaja de Congreso a Liniers o Ramos Mejía, no es viable el uso de bicicletas como sugieren. No hay piernas ni tiempo que alcance. En muchos casos lxs docentes incluso almorzamos en el trayecto, pero eso nadie lo tiene en cuenta”. En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, lxs trabajadores de la educación no obtienen ninguna tarifa diferenciada en el transporte público. La propuesta del Gobierno es obtener un crédito para adquirir una bicicleta en cuotas a través del Banco Ciudad. “Sería bueno que pongan una tarifa con descuento para docentes, ya que cobramos (cuando lo hacemos) sueldos mínimos”, sugirió Marianela.

Eso que llaman vocación es trabajo mal remunerado

Luego de la conferencia de prensa en la que se ratificó la vuelta a clases en la Ciudad, el vicejefe de Gobierno, Diego Santilli, declaró en una entrevista para TN: Está en juego la educación de lxs chicxs, los papás y las mamás que tienen que salir a trabajar. Lxs docentes quieren volver a su vocación y lo hacen con todo el amor del mundo”. También afirmó que “incluso los trabajadores esenciales pusieron el cuerpo desde el día uno”. ¿Lxs docentes somos esenciales sólo cuándo un decreto lo establece? ¿Acaso no pusimos el cuerpo durante el 2020?

“Lo único que hacen constantemente es estigmatizar y desvalorizar nuestra profesión. Siempre escuchamos las mismas voces y las barbaridades que tienen para decir. Y esto no es algo que surge ahora durante la pandemia, lxs docentes venimos luchando hace mucho”, agregó Florencia. “Creo que la idea de ‘lxs docentes vagxs que no quieren volver’ tiene que ver con un discurso político-mediático que se quiere imponer y que lamentablemente absorben las familias, supongo que en parte porque ya no se aguantan más a lxs pibxs en las casas”, coincidió Nuria.

En la misma línea, Soledad Acuña arremetió en varias ocasiones contra la palabra docente y gremial: “Nosotros reconocemos el trabajo enorme de todos los docentes y por eso yo diferencio la vocación y la voluntad de todos ellos para la vuelta a la presencialidad de algunas manifestaciones de algunos sindicalistas”. ¿Qué enmascara el recurrente discurso tipificador que considera que “todo vale si hay vocación”? ¿Cuánto se le exige a lxs docentes que somos, en primer lugar, personas?

Nuria es profesora de primaria en una escuela de gestión privada en Palermo y en establecimientos estatales en el distrito que conforman los barrios de Caballito, Paternal y Villa Crespo. En diálogo con este medio, relató su experiencia: “Dicen que ‘los docentes tenemos tres meses de vacaciones’, pero yo trabajé durante todo el año hasta cualquier hora y como no llego a fin de mes, me anoté en el programa Escuela de Verano del GCBA. Termino y vuelvo a mi trabajo regular sin escalas, ni vacaciones”. 

Lucía es profesora de Historia y Formación Ética y Ciudadana en el nivel medio de una escuela especial de gestión privada de Almagro. “No hay nada más triste y desolador que escuchar que no queremos trabajar justo después del año más desafiante y estresante que tuvimos. Lxs docentes amamos el aula, pero necesitamos condiciones de trabajo dignas”, sostuvo, mientras que Andrés agregó: “Me parece que ningún consenso se puede hacer si el Gobierno de la Ciudad no empieza a barajar la idea de que cada escuela es un universo en sí misma y que la única forma de tener una aproximación es escuchando a lxs docentes. El GCBA no disimula que no confía en sus docentes”.

Según la Dirección Nacional de Estadística y Censo del GCBA para el 2021, el presupuesto de la Ciudad destinado al área de Educación es de 17,8 % sobre el total, lo cual implica la cifra más baja en los últimos 10 años. 

Crédito: Rocío Avila. Detrás de Todo.

La pandemia, ¿nos hará mejores?

Hace casi un año, en marzo de 2020, circulaba en el discurso cotidiano y mediático la idea de que la pandemia nos haría mejores, y que como sociedad podíamos y debíamos aprender algo a futuro. Lejos quedaron esos tiempos y, una vez más, lxs docentes somos una y otra vez estigmatizadxs y silenciadxs. Las clases nunca se suspendieron, pese a los titulares que sostienen lo contrario. El trabajo docente nunca cesó, sino que se incrementó. Sin embargo, el reconocimiento al esfuerzo que implicó mantener la continuidad pedagógica desde los hogares es prácticamente nulo. Así lo confirmó Acuña: “Una maestra que el año que viene recibe a un cuarto grado, en realidad recibe a estudiantes que la última vez que fueron a la escuela fue en segundo grado. Por eso lo mejor es empezar lo antes posible”.

Frente a tal desvalorización, Florencia concluyó: “La verdad es que tengo más preguntas que respuestas, pero tengo claro que no están poniendo como prioridad la educación”. Asimismo, mientras Andrés cree que “el GCBA no le está hablando a la comunidad educativa sino a su propio electorado”, Lucía coincidió: “Lxs docentes nunca somos convocados al diálogo, sino que las decisiones se toman sin consultarnos a la comunidad educativa. Acuña habla a los medios y en las escuelas somos lxs trabajadores lxs que contenemos a las familias y hacemos frente a sus inquietudes”.

El sistema educativo en la Argentina hace varias décadas se volvió contradictorio. El camino por recorrer para rediseñarlo es extenso, y las voluntad de quienes toman decisiones de cambio es nula o responde a intereses alejados de la sociedad y de las ideas de la comunidad docente.Recuperar los espacios de diálogo para arribar a un consenso es posible, pero con el compromiso de todxs lxs miembrxs de la comunidad educativa. Queremos una escuela segura para todxs. Quienes ejercemos la docencia deseamos seguir haciéndolo, pero sin apoyo y cada vez más desprestigiadxs, no hay vocación que resista.


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