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Una lectura feminista de Friends

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Al hacer una lista de las sitcoms más exitosas de los noventa probablemente Friends encabezaría la lista. Las vivencias de estos seis personajes coparon la pantalla chica y entretuvieron a millones de jóvenes durante toda una década (1994-2004). A través del humor y la narración de historias verosímiles, con las que lxs espectadores fácilmente se sentían y se sienten identificadxs, la serie creada por Marta Kauffman y David Crane supo permanecer en el tiempo y transformarse en uno de los productos más consumidos de la cultura popular.

Aún hoy, a diecisiete años del último episodio, continúa transmitiéndose tanto en televisión como en streaming. Incluso sus fanáticxs enloquecieron cuando hace algunos días la plataforma HBO Max anunció el reencuentro de los personajes en un episodio no ficticio cuyo lanzamiento será el próximo 27 de mayo.

Sin embargo, y a pesar de la indiscutida popularidad que la serie continúa teniendo, durante los últimos años hemos comenzado a prestar más atención a múltiples escenas que dieron lugar al debate: ¿es Friends un show sexista y homofóbico?

Los comentarios hacia Carol —la ex esposa lesbiana de Ross—,  la manera en que Joey cosifica a sus parejas mujeres, el gordoodio dirigido a Mónica durante su adolescencia, los comportamientos de Chandler considerados demasiado "amanerados" y las burlas hacia su padre transexual, la desesperación de las tres protagonistas mujeres por encontrar al hombre de sus sueños y la negativa de Ross a tener un niñero varón o que su hijo juegue con muñecas. Todos estos son apenas algunos ejemplos para ilustrar las acusaciones de machismo y homofobia a la que fue expuesta la serie, sobre todo provenientes de generaciones más jóvenes que han mirado la serie en diferido.

Sin embargo, apuntar con el dedo no parece ser suficiente para cancelar una producción tan exitosa como adictiva que suma adeptos desde hace un cuarto de siglo. Hacer un análisis riguroso, o al menos con cierta seriedad, requiere ir más allá de las impresiones más inmediatas. Como siempre, se debe ubicar a la producción dentro del contexto en que fue producida y a partir de eso analizar los valores que promueve. Así como la cultura, las formas de hacer humor también evolucionan y sufren modificaciones a lo largo de la historia. De esta manera, chistes e ironías que hace veinte años hacían llorar de la risa, hoy harían que se replantee mucho de lo que está naturalizado.

Si bien es cierto que hay infinidad de diálogos y situaciones por repensar en la gran mayoría de sus episodios, no se puede ignorar el hecho de que la juventud de hace dos décadas no se hacía los mismos cuestionamientos que la juventud del 2021. Que hoy la serie genere cierto ruido es una señal de que se está yendo por el buen camino; aunque no por eso se puede ignorar el hecho de que Friends incluyó temáticas disruptivas para la época como la homosexualidad, la transexualidad, la subrogación de vientres y el suicidio cuando muchas producciones no lo hacían. En ese sentido, la serie ha sabido visibilizar cuestiones que estaban lejos de la norma y presentarlas con relativa naturalidad.

Asimismo, a primera vista se tiende a cuestionar el rol que ocupan las mujeres en la ficción y su deseo, más que nada en las últimas temporadas, de tener una relación heteronormada como si aquel fuera su único anhelo. Sin embargo, no se debería dejar de lado que las tres son mujeres económicamente independientes, con ambiciones más allá del plano romántico, una total libertad sexual que está a la par de sus compañeros varones y una determinación absoluta en cuanto a sus sueños y aspiraciones. La sororidad entre las tres protagonistas también es indiscutible y tal vez el ejemplo más claro sea aquel episodio en que Phoebe decide contarle a Rachel las actitudes de su novio Paolo.

Sí, no hay dudas de que mirar Friends puede generar incomodidad durante el siglo XXI. Muchas de las cuestiones que se le critican han logrado desnaturalizarse y la mentalidad de la juventud actual está bastante lejos de ser la misma que la del siglo pasado. Lo contradictorio es que aun así, es muy difícil parar de mirarla.

Entonces, ¿dónde radica ese encanto que invita a consumirla a pesar del rechazo que genera? Probablemente en que, a pesar de todo lo que se ha evolucionado como sociedad, muchos de los problemas y situaciones que viven sus personajes continúan vigentes. Las personas que hoy atraviesan sus veintitantos continúan conectando con la amistad de sus protagonistas, los fracasos amorosos, el desempleo, la soledad, y tantas otras temáticas que se narran. El tratamiento de cuestiones universales es lo que le ha permitido a Friends conservar su éxito a través de las décadas.

Está a la vista que la producción no ha envejecido de la mejor manera pero es necesario comprender que no es más que un reflejo de la sociedad en la que fue creada y es positivo que hoy exista este debate. Por el momento resta esperar a ver con qué nos sorprenden el próximo 27 de mayo.


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