Toda movilización es política. La disidencia retumbó en el Barrio Carlos Mugica (Villa 31) el viernes por la tarde en la primera Marcha del Orgullo LGBTTIQ Trans Villera Plurinacional. Cientos de personas caminaron desde el Centro de Formación y Capacitación Trans Villero y Latinoamericano hasta el Playón. Distintas identidades participaron de la jornada y alzaron la voz para ponerle cara a las demandas de un colectivo que pide visibilidad dentro de su territorio y que, a su vez, tiene diferentes reclamos al colectivo trans feminista. Feminacida reunió distintos relatos e historias en primera persona de este movimiento que decidió que tenía que ser escuchado.
Ismena, 19 años, militante del espacio cultural La Cueva.
La vivencia de organizar esta movilización desde la asamblea feminista de la villa 31 nos permitió entender cómo estas demandas mueven al barrio. Pero, además, pudimos hacer una lectura de lo que simboliza salir a decir que el Barrio Carlos Mugica tiene su propio orgullo trabajado desde las propias villas. Entendemos la magnitud del símbolo político de la situación y la alegría como forma de poder generar este anclaje con el adentro y el afuera del barrio. Se trata de que también el afuera venga a marchar junto a vecinas y compañeras para acompañar desde nuestro territorio. Eso también es una emoción enorme, el orgullo que nos da como asamblea, con las compañeras de la casa de la diversidad trans villera y una muestra del crecimiento que hemos tenido internamente.
Es un desafío mantener este tipo de propuestas donde no hay más que las ganas y la voluntad de hacer. Poder haber hecho algo de esta magnitud, con esta cantidad de gente, nos llena de alegría y ganas de seguir armando cosas. Es fundamental lo que simboliza el reconocimiento de compañeras como Martina Pelinco, que activa este tipo de acciones en el barrio hace 4 o 5 años. Es una clara visibilización del trabajo diario de hace tanto tiempo con estas temáticas.
Martina Pelinco, responsable de la Diversidad Trans Villera.
Un día soñé con hacer una marcha del orgullo. Decidí organizarla e invité a todas las vecinas, vecinos, vecines de la 31, organizaciónes sociales políticas, promotoras de salud. Ahí fue que todes se sumaron a marchar con nosotras. Fue un día de inclusión donde pudimos demostrar que esta temática es distinta a otras y diferente en cada territorio, sector o nivel social. Es un colectivo que está en un lugar muy vulnerado, en una sociedad muy difícil. Nosotras estamos visibilizando otras cosas, no hablamos de cupo trans sino de los emprendimientos populares.
La educación es un foco fundamental en donde exigimos tener al menos una o dos horas de formación. En este aspecto, resaltamos la necesidad de la salud y de la nutrición. También hablamos del acompañamiento de las adicciones. El colectivo trans villero es de otro sector económico, tiene otras problemáticas. La marcha se hizo con la finalidad de que esos reclamos sean visibles. Por suerte, estuvimos acompañadas de todo el amor que nos tienen a nosotras en la 31. El ejemplo más grande es el espacio que construimos como Sede de Capacitación y Formación de la Diversidad Trans Villera. Ahí nos juntamos lunes, miércoles y viernes. Hacemos una vaquita para comer, conocernos, formar proyectos e informarnos sobre nuestros derechos. Entre un par de chicas venimos resistiendo hace 5 años los golpes del Estado. Lo primero que tratamos de resolver es el tema del documento, necesitábamos tenerlo. Así pudimos votar este año y reclamar por nuestros derechos. Ahora nos queda tocar las puertas del Estado y gritarle que aquí estamos. Ahora la 31 y toda la Argentina nos conoce. Seguramente nos conozca el mundo entero, ¿por qué no?
Milagros Zárate, 15 años, participante de los talleres culturales del centro comunitario Detrás de Todo.
La marcha LGTB en la villa 31 fue hermosa, llena de buena onda y mucho amor. Es histórica: toda la vida les compañeres sufrieron porque no podían hablar, tenían familias que les rechazaban. Por eso, es re lindo que te cuenten sus cosas, ahora, con mucha más seguridad y poder compartir la lucha. Es hermoso que en una villa en la que casi siempre hubo homofobia se haga esta marcha. Es impresionante la cantidad de gente que hubo. Me emociona que personas que antes eran homofóbicas vengan y se movilicen con nosotres.
Agustín Hernán Torres, 16 años, participante de los talleres culturales del centro comunitario Detrás de Todo.
Estoy muy orgulloso de ser parte de la comunidad LGBTIQ+. La marcha en el barrio 31-31bis se realizó para que sepan que estamos todos muy contentos de ser quienes somos. Hay personas que critican u opinan de nuestros derechos sin saber nada de nosotrxs. Pero hoy estamos más unidxs que nunca porque nada ni nadie nos va a pisar la cabeza fácilmente. La lucha de igualdad de derechos no es más como antes donde nadie nos respetaba. Solo nos insultaban, pegaban, asesinaban, se burlaban. En comunidad nadie nos critica, podemos ser nosotros mismos y no lo que el resto espera. Un ejemplo es el uso de ropa o los colores. Si un género masculino usa vestimenta rosa ya es puto, trolo, gay, maricon. Y no es así. Los que piensan que un tipo de color son para mujeres y el otro para hombres se equivocan. Se trata de algo cultural y no de una enfermedad.
Mónica Santino, directora técnica de La Nuestra Fútbol Feminista.
Esta marcha fue la primera del orgullo trans villero, de todas las identidades y autopercepciones posibles. La primera de estas características en la villa 31. Salió desde la casa trans que no tiene mucho tiempo de vida. La casa fue una gran noticia para el barrio en términos de visibilidad. Fue una manera de cobijar y de sostenerse entre sí para la comunidad trans de una forma mucho más organizada. Abrió posibilidades de hacer talleres de oficio, de encontrarse con otras compañeras y compañeres.
La marcha fue una muestra muy potente de visibilidad sobre todo dentro del barrio donde, como en tantos otros lugares, persisten las discriminaciones sobre lo distinto y lo diverso. Cuando se vive en una situación de pobreza y a eso se le suma el ser diferente, el sufrimiento y la marginalidad pueden ser muy grandes. Pensemos que las travestis y trans tienen una sobrevida de 36 años. Los asesinatos por odio ocurren mucho más de lo que la prensa refleja. Entonces, esta manera de celebrar el orgullo se constituyó en un acto político por el hecho de sentirnos juntas para escapar de las miradas esquivas y poner una piedra en una construcción donde la diversidad es fundamental en función del escenario político que tiene la Argentina por delante. Para derrotar al neoliberalismo hay que vencer esas lógicas de etiquetas, de estereotipos y prejuicios.
Se trata de que el otro, la otra y el otre verdaderamente te importe. Es un cambio profundo de la sospecha por la solidaridad. Culturalmente significa todo eso: marchar orgullosamente por el barrio con organizaciones de adentro y afuera de la villa, dar una vuelta entera y terminar en un escenario donde hubo compañeras que se pasaron la palabra. Llevar muy alta esa bandera que significa dignidad y resistencia en una porción de Latinoamérica y en la Buenos Aires pobre. El grito salió bien de adentro, de la de la fobia travesti y también de la ternura que es todo lo que nos rodea a nosotros. Recojo esas dos palabras de la enorme Lohana Berkins que estoy segura que desde algún lugar miró esta marcha con una sonrisa enorme.