El 27 de agosto de 1920, un grupo de jóvenes aficionados de la radio transmitió la ópera Parsifal desde la terraza del Teatro Coliseo. Estos Locos de la Azotea dieron inicio a un período en el que Argentina comenzó a desarrollar la radio de manera incipiente y anticipada. Hoy, más de cien años después, el lugar de las mujeres y disidencias en estos espacios es de difícil acceso y son los nuevos formatos los elegidos para subir el volumen de los micrófonos y vehiculizar las luchas.
América Latina tuvo un lugar importante en la implementación de focos radiofónicos: las radio escuelas en Colombia para el desarrollo rural y las radios mineras de Bolivia que oficiaban como micrófono abierto para la comunidad, son algunos de los antecedentes de la región. Las inciativas comunitarias y revolucionarias abundan en las primeras décadas en que la radiodifusión apareció en nuestro país. Las voces habían encontrado un amplificador para reclamar sus derechos. Si bien es innegable el carácter históricamente revolucionario de este soporte, no todas las deudas fueron saldadas: el lugar de las mujeres y disidencias todavía está muy relegado.
El cupo femenino
Faltamos en la radio es un informe sobre paridad de género en el medio que monitorea la participación y distribución de roles en los programas de mayor audiencia del país. Entrevistada por Feminacida, Celeste Farbman, parte del equipo que lo llevó adelante “Nos quemaron por brujas”, sostiene: “Hay radios que vos encendés a las 7 de la mañana y apagás a las 6 de la tarde y no aparece ninguna persona que no sea varón enfrente de un micrófono”. Según este relevamiento, la participación de mujeres, que en 2017 ascendía al 31 por ciento, el año pasado se redujo a 22 por ciento. Las columnas en las que ha crecido la cantidad de identidades feminizadas a cargo han sido economía y política, pero otras tantas continúan siendo completamente ocupadas por varones, como la de deporte. Al igual que en 2017, el rol de la locución y el comentario de espectáculos sigue estando en voces eminentemente femeninas y, según agrega Farbman, “solamente en movileros hay algo de paridad, pero no todos los programas tienen”.
La presencia de algunas mujeres en los micrófonos de los programas más importantes del país no implica que la agenda de género se instale en estos medios. Lo que sí existe es, gracias a la visibilización de los feminismos, mayores episodios en los que las mujeres y disidencias pueden participar a modo de columnistas como referentxs de las temáticas que se instalan en la agenda mediática luego de ser instaladas en las calles. Pero esos momentos de coyuntura no se traducen en efectivos puestos de trabajo. Celeste Farbman reflexiona sobre las implicancias de estas restricciones y la disparidad de género en la radio: “Esto tiene consecuencias. La baja participación afecta la libertad de expresión y el derecho a la comunicación. Esto también afecta las trayectorias profesionales, es decir, esos techos de cristal son reales si los comparamos con las trayectorias de los varones”.
La radio se presenta como un espacio de militancia en el que se pueden vehiculizar y visibilizar la lucha de muchos colectivos e identidades, pero no siempre el acceso a esos micrófonos es sencillo. Florencia Reyes participó del programa de radio Mal Habladas. En diálogo con este medio, sostiene que “lo que más cuesta es la libertad para expresar con perspectiva de géneros y eso traba el acceso. No se le da acceso porque no se quiere poner esta mirada que viene a cuestionarlo todo. El problema no es que haya mujeres y disidencias en esos espacios, el problema es cuando nos queremos correr del rol históricamente dado”.
En 2018, un grupo de compañeras locutoras y trabajadoras de radio decidió llevar adelante un Encuentro de Radialistas Feministas, inspirado en el Encuentro Plurinacional de Mujeres. La primera edición de la iniciativa reunió a más de 200 personas de todo el país que se congregaron en la ciudad de Mar del Plata para debatir sobre su rol y participación en el medio. Se dictaron talleres, conversatorios y distintas actividades prácticas, que luego repitieron en 2019 en Rosario. Farbman fue una de las organizadoras de ambos encuentros y explica: “Lo que gestamos no nos pertenece, está ahí para que cualquiera pueda volver a impulsarlo cuando quiera. Estaría buenísimo que esa posta la puedan tomar las pibas que están construyendo sus discursos feministas en radio”. Estos encuentros se detuvieron con la llegada de la pandemia por coronavirus.
Nuevos soportes
La dinámica en cuarentena cambió la rutina en el programa Mal Habladas: el equipo resignificó su espacio al aire en una columna de otro programa de radio y continó su militancia con notas y vivos de Instagram. Florencia Reyes sostiene que las dificultades que la pandemia puso de manifiesto no fueron iguales para todxs y agrega: “Para las radios más independientes les ha sido más complejo, en relación al material técnico que tuvieran y el poder garantizar un espacio con las condiciones de higiene y ventilación que se pedían”. Es por eso que se comenzaron a utilizar distintos soportes y numerosos programas de radio migraron hacia otras plataformas que les permitieran continuar con su militancia feminista: Spotify a través de podcast que podían realizar en sus casas o Twitch, con el que podían “salir al aire” por streaming.
“La radio es un espacio de privilegio”, sostiene Julieta Pennisi al describir al medio como un acompañamiento para establecer un diálogo y formar un pensamiento crítico. Ella forma parte del proyecto autogestivo Femirulas que se consolida en formato podcast por capítulos temáticos. Locutar en un podcast implica cambiar el soporte y proponerle al oyente otra forma de escucha, por eso, Pennisi dice: “La diferencia entre podcast y radio es el vivo. El podcast podés escucharlo donde quieras y cuando quieras”. La cultura on demand llegó para quedarse y se transforma en una nueva manera de relacionarse con las audiencias a través de las producciones sonoras.
Twitch es la plataforma de Amazon que permite transmitir en vivo -steamear- y se ha convertido en este último año en el soporte ideal para muchxs productorxs de contenidos que no tienen un espacio en los medios tradicionales de comunicación o no tienen la capacidad técnica y económica de generar una radio online propia. La locutora Sofía Carmona es una de las influencers que ha migrado de la radio, dejando atrás su programa Generación Perdida en Vorterix, para pasar a transmitir por Twitch. “Hoy en día el contenido editado y curado es lo que prima. La radio se adapta. Cuando hacemos un stream muchas veces hacemos lo mismo que estaríamos haciendo en radio”, cuenta la influencer sobre la dinámica que tiene en la actualidad.
Sofía Carmona entiende que el acceso a la escucha de los programas es diverso. Respecto a la militancia en estos espacios sostiene: “En la radio hay oídos dispuestos a escucharte y una capacidad de transformación tremenda: es la posibilidad de amplificar nuestra visión del mundo. Es algo que trasciende al aparato, es una forma de crear contenidos”. Además, la locutora resalta la importancia que tuvo el medio en el debate por el aborto legal, seguro y gratuito: “Llegamos a muchos espacios a través de la radio”.
“En el mundillo podcast hay muchísimas posibilidades de participación del colectivo LGBTTIQ+ que en los medios tradicionales”, dice Pennisi. Los obstáculos de financiación no son los únicos que convierten a las nuevas plataformas en alternativas viables para mujeres y disidencias; el acceso a estas nuevas redes implica menos obstáculos. El soporte puede mutar y aparecerán nuevas alternativas, pero el uso político de los micrófonos que salen al aire sigue vigente.