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ESI para prevenir el embarazo no intencional en la adolescencia

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La campaña Puedo Decidir, impulsada por distintas organizaciones de la sociedad civil en conjunto con el Ministerio de Salud de la Nación, se lanzó en el marco de la Semana de la Prevención del Embarazo no intencional en la Adolescencia. La propuesta apunta a brindar herramientas para que jóvenes de 13 a 18 años tengan herramientas para tomar decisiones sobre sus cuerpos gestantes. Además, es la primera vez que el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo está entre los ejes de difusión.

La adolescencia es una etapa que se transita con cambios en la que lxs jóvenes consolidan su identidad y su deseo. Sin la información adecuada, esto puede resultar en situaciones no intencionales como embarazos o infecciones de transmisión sexual. El desafío se trata de generar conciencia, sin que se asocié al sexo con lo represivo o condenatorio en esta etapa del desarrollo. Muchxs profesionales de la salud y docentes intentan construir espacios de diálogo donde el placer sea parte de la conversación y la voz de lxs adolescentes sea protagonista, pero pareciera que algo está fallando.

Seguimos lejos de alcanzar una sociedad justa donde las niñas no tengan que ser madres y donde se elija con libertad. Según datos oficiales, en Argentina cada año más de 70 mil niñas y adolescentes transitan embarazos. Siendo siete de cada diez no intencionales y en menores de 15 años, ese porcentaje sube al 80 por ciento. Además, en estos últimos los embarazos son de alto riesgo y la violencia sexual es algo recurrente. 

En respuesta a esta situación, distintas organizaciones sociales junto al Ministerio de Salud de La Nación volvieron a lanzar este año la campaña Puedo Decidir con la intención de brindar herramientas para que jóvenes de 13 a 18 años puedan tomar decisiones sobre sus cuerpos gestantes.

Según la vocera de la campaña, Catalina Chaparro, “es la primera vez que la campaña es coproducida por jóvenes". "Yo soy militante de que si vamos a establecer encuentros o proyectos destinados a jóvenes y adolescentes es muy importante que estén nuestras voces para no caer en el adultocentrismo”, amplía en diálogo con Feminacida.

Catalina es una joven de 23 años que trabaja como voluntaria en Casa Fusa y participó activamente en la propuesta. Gracias a que se pronunciaron lxs adolescentes, se pudieron debatir temas como el placer, el consentimiento y la salud mental. Para Catalina es importante que lxs jóvenes dejen de ser quienes solo preguntan, sino que sean escuchadxs sobre qué sienten y sobre que quieren hablar. Para que se vuelvan protagonistas de sus propias políticas públicas.

Al escucharlxs también es posible derribar ciertos prejuicios. Es así que muchxs se sorprenden al descubrir la diferencia entre la planificación y el deseo de maternar. Aunque los embarazos suelen ser no planificados, no por esto no son deseados. Muchas veces incluso vienen aparejados a un sentimiento de felicidad. Los motivos detrás de este sentimiento son muchos. En algunos  casos  puede  esconderse el ideal de un amor romántico e incondicional que no se encuentra en las parejas  y que ese hijx viene a llenar. O puede significar una forma de escapar de la violencia intrafamiliar que los jóvenes sufren en sus casas, pero solo es posible averiguarlo si se escucha a cada persona.

“Cuando los adolescentes se acercan al sistema de salud para tomar la decisión de continuar o no con ese embarazo es importante hacerles saber que es decisión de ellos. Hay muchos que deciden continuar y hay que acompañarles”, indica la doctora Carina Facchini, pediatra especialista en adolescencia.

Para la médica, muchos de estos casos se relacionan con la falta de planes y de redes de contención: “Si la persona está escolarizada y pensando en terminar el colegio o trabajar y estudiar no piensa en la maternidad o paternidad, pero si no tiene nada a que aferrarse a lo mejor la llegada de un hijo se transforma en el proyecto de vida”. 

Las consecuencias de continuar con una decisión no tomada por unx adolescente son graves y pueden afectar su subjetividad. Muchas madres adolescentes que siguen con el embarazo sin estar convencidas pueden sufrir de trastornos como depresión, ideas suicidas y ansiedad. Cuando todavía son niñas todo se complejiza y este tipo de síntomas se ve aún más frecuentemente en las menores de 15 años. 

En los centros de salud se debe garantizar el derecho a recibir orientación y despejar dudas sin el acompañamiento de los padres, pero muchxs no se acercan hasta que es demasiado tarde. En este contexto las redes sociales se vuelven un espacio de consulta al que lxs adolescentes acuden para encontrar datos e información que, de la boca equivocada, representa un peligro.

Es entonces que la escuela como espacio legítimo para conseguir información se vuelve fundamental. Catalina Chaparro comenta que la ley de Educación Sexual Integral es muy buena, pero que falta “reforzar muchísimo” para que lxs jóvenes puedan realmente aprender lo que necesitan: “Yo tengo 23 años y de las que terminamos la escuela en mi camada somos muy pocas las que no tenemos hijes, ¿qué está pasando que esto sigue ocurriendo?”

La respuesta a esta pregunta no es sencilla, son muchas y diversas las causas de este fenómeno. Uno de los factores determinantes es la falta de información o el poco cumplimiento de la ley que ya existe. Para la docente Cristina Bronzatti, uno de los dilemas radica  en la cantidad de mitos que circulan alrededor de estos temas.  La desinformación circula rápidamente entre lo que se comenta, lo que se mira en las películas porno y en lo que no se habla, pero se imagina.

“Hay todavía muchos mitos con respecto a los métodos anticonceptivos, mucha información que se da entre adolescentes. La excusa que más dicen los chicos es que utilizar el preservativo corta el momento. Hay que pensar en cuidarse para pasarla mejor y disfrutar más”, relata.

Según Bronzatti, el problema de que no se aborde en las aulas este tipo de consultas tiene que ver con que lxs docentes “tienen miedo a la re pregunta o a quedar expuestos desde la intimidad y privacidad”.

“Creo que la cuestión se encuentra en darle herramientas a los chicos y chicas para que se den cuenta solos cuando es el momento, acompañado de la auto exploración y en sacar el tabú. El consentimiento es clave porque hay que enseñar y aprender a escuchar el no y no tomarlo como un rechazo”, explica la profesora de Lengua y Literatura.

En las escuelas religiosas y del interior hablar de estos temas suele ser más complicado. Tampoco se cuenta con la misma accesibilidad a los métodos anticonceptivos en todo el país. No hace falta alejarse mucho para conocer historias en las que se les exige un documento para la entrega de profilácticos, o  que para  llegar a la salita más cercana se tengan que recorrer muchos kilómetros. 

Mientras tanto, la pandemia se volvió otro obstáculo a sortear. Aún no hay datos estadísticos, pero muchxs profesionales notan un aumento en la cantidad de embarazos no planificados y un vaciamiento de los hospitales. De hecho, muchas personas no sabían que durante el aislamiento los centros de salud seguían abiertos. “El año pasado hubo varios casos en sexto y quinto año que no retomaron la escuela porque fueron mamás o papás”, afirma la Bronzatti. 

La deserción escolar en estos casos también suele ser común. Aunque las instituciones educativas deberían amparar a lxs estudiantes que deciden tener hijxs, en la práctica suelen ser bastante expulsivas. A veces se ofrece la posibilidad de enviar trabajos domiciliarios para que puedan continuar con los estudios, pero el vínculo con la escuela y sus compañerxs se ve interrumpido de una forma u otra.

“No creo que la escuela sea muy inclusiva con los padres y madres porque, por ejemplo, no se le da un espacio a la mamá para que esté cómoda y pueda amamantar. Noto que muchas adolescentes sienten la necesidad de pedir permiso para ir con sus bebés y, si preguntan, es porque alguien rechazó su presencia”, continúa la docente.

Finalmente, parece necesario recordar que en un mundo justo para todes es necesario el derecho a decidir y para ello es requisito conseguir información y métodos anticonceptivos seguros y gratuitos. 

Tal como explica la doctora Facchini: “Los equipos  de salud tienen que ser empáticos cuando llega un adolescente porque si no sos amigable, se va”. Además, en la medicina lxs adolescentes tienen una fama de problemáticos y suelen ser evitados dificultando su acompañamiento. Por esto resulta necesario construir un presente con sus demandas actuales para poder proyectar un mejor futuro.

“No se está viendo el potencial de los adolescentes. Cuando lleguen a la vida adulta van a poder tomar decisiones muchísimo más seguras y cuidadas, pero tienen que estar muy acompañados ahora”, concluye la pediatra.


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