¿Qué pasa cuando sos una de las estrellas del pop más importantes a nivel mundial pero no te dejan manejar tu propia vida? ¿Qué rol tienen el poder y el miedo en el sistema de tutelas? ¿Y el patriarcado? ¿Por qué el hombre puede decidir sobre la vida de una mujer adulta por más de 13 años? Todos estos interrogantes surgen y se desarrollan en el último documental sobre la princesa del pop, Britney Spears.
Un día antes de que se realice la audiencia para que la cantante se libere de la tutela de su padre, Netflix estrenó Britney vs. Spears, un documental dirigido por la cineasta y directora de documentales estadounidenses, Erin Lee Carr, con la colaboración de la periodista y editora de la revista Rolling Stone, Jenny Eliscu. El film fue creado y producido a lo largo de dos años y cuenta la lucha de Britney Spears por liberarse de la tutela legal de su padre, Jamie Spears, por más de 13 años.
Durante una hora y media se muestran testimonios, documentos y pruebas inéditas de cómo se apoderaron de la vida de la princesa del pop desde el 1 de febrero del 2008 y luego de que la artista haya estado en rehabilitación a partir de los episodios traumáticos que vivió en el 2007.
Al alegar demencia en Britney, su padre quedó como único tutor con la capacidad de tomar decisiones por ella, tanto en su vida personal como en su carrera artística. Sin embargo, el documental demuestra que Jamie estaba en bancarrota y tenía problemas con el alcohol. Entonces, ¿qué tan capacitado estaba para cuidar a su hija de 26 años? ¿Por qué él podía tener libertad de decisión y Britney no?
Uno de los testimonios que se ven es el del abogado especialista en tutelas, Tony Chicotel, quien aclara que él ha “representado a docenas de tutelados en corte y ninguno de ellos tuvo nunca un trabajo”; mientras que Britney, en estos 13 años, lanzó tres álbumes, realizó varias giras mundiales, shows exitosos en Las Vegas y numerosas apariciones en televisión.
“Lo único que sabemos con seguridad es que Britney trabajaba casi sin parar y ganaba mucho dinero para otras personas”, declaran en el documental y demuestran que mientras que su padre ganó $2,1 millones de dólares en las giras, entre 2013 y 2018, a la princesa del pop solo le correspondían $8 mil dólares mensuales.
Durante todo este tiempo, Britney manifestó querer terminar con la tutela y hasta buscó vías legales para poder hacerlo. Sin éxito y con la amenaza de que ante cualquier negativa le saquen la custodia parcial de sus hijos, la cantante cedió ante el poder de su padre y la justicia estadounidense que siempre avaló todas estas decisiones.
Por otra parte, el rol de los medios jugó un papel fundamental en la creación de Britney como personaje mediático, polémico y que necesitaba ser “rescatado”. La falta de periodismo con perspectiva feminista se hizo evidente. El acoso de los paparazzi fue moneda corriente en su vida desde su salto a la fama. Britney vs. Spears deja en claro cómo la perseguían, no uno o dos, sino hasta 70 autos cada vez que ella se movía.
Sin mostrar las imágenes traumáticas de Britney Spears, el documental hace un recuento desde el 2007 hasta mediados del 2021 de los momentos más relevantes en la vida de la artista. La mirada y la sonrisa de la joven cantante se fueron apagando a lo largo de todos estos años gracias al miedo impuesto por su propio padre y las críticas masivas que recibió. No tuvo nadie que la ayude, la contenga ni quien la asesore en todo el proceso legal.
“Britney adoraba actuar. Sin dudas, hasta ahora, ama actuar”, sostiene Felicia Culotta, ex asistente, quien la acompañó laboralmente en sus inicios y en su época más difícil. Ahora solo queda que la princesa del pop vuelva a los escenarios como #FreeBritney y haga lo que más le gusta: ser una artista.