La Meca es el último unipersonal de Mariana “Cumbi” Bustinza, quien interpreta a Milton, un ídolo cumbiero que logra cumplir su sueño y tener éxito con su música. Cuando este cantante tropical alcanza la fama, se debe enfrentar a situaciones que lo ponen en riesgo: traiciones, drogas y soledad. ¿Qué pasa cuando un pibe se convierte en ídolo?
Milton aparece y desaparece en un escenario repleto de humo. Un sorbo, un saque en la mesa de vidrio y un hit cantado a pulmón, una y otra vez. Este unipersonal se presenta como una nueva manera de narrar lo conocido: usa juegos de luces, efectos de sonido, videos proyectados en el fondo de la escena y, lo más interesante, música original de Facundo Salas en vivo. El ídolo, que es en realidad la ídola Bustinza, se para frente a su público y pide palmas entonando un tema. Les espectadores mueven los pies al compás y amagan con aplaudir en varias oportunidades, desdibujando los límites entre teatro y concierto.
Bustinza hace teatro desde los ocho años y escribió esta obra para un trabajo dentro de la carrera de dramaturgia de la Escuela Metropolitana de Arte Dramático (EMAD). Además de ser la voz y la cara de esta obra, ella también es la directora, la vestuarista y la creadora. “La cumbia me inspira y sentí que iba conmigo contar la historia de un ídolo cumbiero cuando yo fui fan de tantos”, cuenta la dramaturga en diálogo con Feminacida. Y agrega: “Yo venía de Menea para mí, Gorila y Lo que quieren las guachas, que tocan siempre temáticas que tienen que ver con un universo que a mí me atraviesa y me sale escribir. La Meca también está dentro del universo del barrio pero además toca el tema del éxito y de cómo puede llegar a influir en alguien vulnerable”.
Milton es una persona con adicciones, varón y cumbiero. Es interpretado por una vibrante Bustinza que canta, se angustia e interpreta todas las etapas del éxito y declive del personaje. “El proceso de Milton fue en zig-zag. Empecé a ensayar con un actor, pero no resultó. Luego empecé a ensayar con otro actor y amigo, pero tampoco. Y sentí que quería hacerlo yo”, cuenta Cumbi. Cuando se lo propuso a sus compañeros de equipo, Facundo Salas (músico compositor), Agustín Addesso (escenógrafo) y Huilen Medina (codirectora), todxs estuvieron de acuerdo en que era ella quien tenía que interpretar ese papel. Bustinza no sólo se convierte en un pibe con adicciones, la metamorfosis es absoluta y los gestos, la forma de caminar, las muecas y los versos recitados hacen que la dramaturga desaparezca bajo el piluso de un Milton que sufre y no puede transitar la fama.
¿Qué pasa en la cabeza de aquellxs a lxs que subimos a un pedestal? ¿Cómo son los procesos en los que un pibe que se cría en un entorno de vulnerabilidad accede a tenerlo todo? ¿Quiénes están ahí para él y quiénes quedan en el camino? Esta historia aborda la parte de los fanatismos que suele quedar sin explorar: la pregunta por lx otrx ronda en las tablas del escenario del teatro El Extranjero e interpela a lxs espectadorxs que simpatizan, batallan y hasta resienten las decisiones del protagonista.
Bustinza reflexiona sobre su lugar arriba de las tablas: “En escena me siento mejor que nunca. Estoy cómoda. Esta obra es mi material, estaba dentro de mí y sale afuera en todas sus formas”. El proceso de creación de este unipersonal fluyó y la dramaturga cuenta que: “A mi me sale escribir estas historias. Es un impulso creador que se direcciona a distintos conceptos y lugares, pero surge de la misma fuente. No pienso si van con la moda o si van a gustar. Son temáticas que terminan sentando algún tipo de posición, no partidaria pero sí sociocultural”.