A Romina y su compañero lxs dejaron solxs en la habitación. Luego de suministrarle oxitocina a pesar de su negativa, su bebe nació intempestivamente y él no tuvo más opción que recibirlo. Luciana recuerda con angustia el maltrato sufrido en uno de los monitoreos previos al parto donde, ante la supuesta falta de reacción de su beba, lxs médicxs hablaban entre ellxs sin informarle lo que estaba sucediendo. Agustina todavía trabaja en su terapia la violencia sufrida hace dos años en el parto de su hija: el anestesista se burló de ella por temerle a la anestesia epidural. Camila cuenta que no pudo alimentar a su hija con lactancia materna, aunque le costó tiempo entender que fue producto de la desinformación y la falta de acompañamiento. Los nombres son ficticios, pero no así los relatos de partos donde la violencia que se repite una y otra vez, tan naturalizada y solapada en el discurso médico, resulta casi imposible de advertir y requiere, en muchos casos, de años para sanar.
La violencia obstétrica
“Son un montón de intervenciones innecesarias. Es que toman al embarazo como una patología, y no como algo natural y fisiológico que en realidad es lo que es”. Así comienza Carina Berdasco, psicóloga social, puericultora y coordinadora de una consejería de parto respetado, en dialogo con este medio, sobre una de las violencias más invisibilizadas: la violencia obstétrica.
En la Argentina la mayoría de los embarazos que se llevan adelante son sanos, sin embargo, son atendidos por médicos y médicas obstetras especializadxs en embarazos de riesgo, en lugar de licenciadxs en obstétrica (parterxs). Eso se traduce en una patologización innecesaria de la gestación.
La psicóloga describe a la violencia obstétrica como todas aquellas intervenciones que se le hacen a una persona con capacidad de gestar al momento del parto, que van desde la rotura artificial de la bolsa para acelerar el trabajo de parto, la maniobra de Kristeller, donde “una profesional de la salud o un profesional de la salud se para sobre la camilla y aprieta la panza de la persona que está pariendo” (desaconsejada incluso por la Organización Mundial de la Salud por su tendencia a provocar hasta la pérdida del útero); o el corte en la vagina conocido como episiotomía que “muchas veces se piensa como un cortecito, pero en realidad es a nivel muscular. Es una mutilación, te queda una cicatriz de por vida”.
En el año 2004 se sanciono la Ley 25.292 de Parto Humanizado, que regula ciertas prestaciones básicas que todos los efectores de salud deben cumplir. “Es tu derecho que te informen lo que te van a hacer, que estés con tu bebe todo el tiempo, que respeten tu cultura, tu lenguaje, tu movimiento, que te llamen por tu nombre, que puedas estar acompañada. Que ese bebe cuando nazca este con su mama o con la persona que lo acaba de parir, que tengas información sobre lactancia. Esto es lo que plantea la ley, es muy básica, es una carilla”, advierte Berdasco.
Más tarde, con la sanción de la ley 26.485 de Protección Integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en los ámbitos en que desarrollen sus relaciones interpersonales, la violencia obstétrica es receptada como uno de los tipos de violencia de género, y se describe como “aquella que ejerce el personal de salud sobre el cuerpo y los procesos reproductivos de las mujeres, expresada en un trato deshumanizado, un abuso de medicalización y patologización de los procesos naturales, de conformidad con la Ley 25.929”.
“El parto es un acto sexual y no es lo mismo estar en un lugar donde te están maltratando, donde te dicen que lo estás haciendo mal. Necesitamos estar en un ambiente donde nos contengan, un ambiente cuidado, respetado, donde nos traten bien y nos sintamos cómodas”, refiere la puericultora, y para eso, es necesario que las personas con capacidad de gestar estén lo más informadas posibles y vuelvan a ser protagonistas de sus propios nacimientos.
Números que alertan
Del último informe realizado en el año 2015 por el Observatorio de Violencia Obstétrica de Las Casildas, surge que las personas gestantes relataron un “alto índice de maltrato verbal” y atravesaron los nacimientos de sus hijes en un “ambiente hostil”. Según los datos relevados, 7 de cada 10 mujeres no tuvieron libertad de movimiento durante el parto, 6 de cada 10 sufrieron episiotomía rutinaria y a 7 de cada 10 mujeres entrevistadas les rompieron la bolsa manualmente; entre otros números que arroja la encuesta y muestra un alto índice de intervenciones médicas durante el trabajo de preparto y parto.
No solo las intervenciones excesivas realizadas sobre la gestante se traducen en violencia obstétrica, sino también aquellas que se realizan sobre el recién nacido o nacida. “Entran a la habitación, agarran a tu pibe o piba, se lo llevan y nadie te dice nada, no te informan quienes son. En ese momento estas tan vulnerable, viene alguien con ambo y vos no sabes bien de quién es ese bebe, si es de la institución, si es tuyo. Este proceso es una dificultad, incluso el proceso de reconocimiento de tu propio hijo o hija. Cuando te violentan tanto, se meten en medio de ese vínculo, después lo ves y hay algo que no terminas de reconocer”, relata la profesional y explica que todos los controles post nacimiento como el control de peso, de talla, vacunación o baño son necesarios, pero pueden esperar. Lo único que necesita el bebe es el contacto inmediato con quien lo acaba de parir, siendo esto fundamental para, entre otras cosas, una lactancia exitosa.
Del informe realizado por Las Casildas, se desprende que 7 de cada 10 mujeres desconocieron las prácticas realizadas sobre sus hijes, y el 6,6 por ciento personas gestantes tuvieron contacto inmediato con ellxs, pero solo por poco minutos.
Los mismos niveles de desinformación se reportaron respecto de la lactancia: 4 de cada 10 mujeres no recibieron información sobre la práctica. Las evidencias en este sentido son claras: 9 de cada 10 bebes que tuvieron contacto inmediato con la persona que lo acababa de parir, lograron una lactancia materna exclusiva.
Según Berdasco, en realidad, pocas o casi ninguna de estas situaciones llegan a denunciarse. Por un lado, es difícil reconocer esto como violencia, la falta de información adecuada, clara y precisa en conjunto con un modelo médico hegemónico, verticalista y patriarcal, culpabilizan a la persona gestante y le transfieren la responsabilidad de lo sucedido. Por otro lado, el estado de vulnerabilidad en la que se encuentran la puérpera y la llegada del bebe o de la beba sanx, hace que no quieran “relatar todo eso, porque realmente se siente como un abuso. Entonces es muy difícil volver a reconocer que te ejercieron esa violencia”.
Que el último informe sea del año 2015 lo demuestra: la naturalización y la imposibilidad de detectarla hace que no se puedan conformar estadísticas actualizadas.
La denuncia
Carina Berdasco refiere que en realidad la denuncia se trata de un “descargo administrativo” que se realiza ante Comisión Nacional Coordinadora de Acciones para la Elaboración de Sanciones de Violencia de Género (CONSAVIG) o la Defensoría del Pueblo de la Nación y ésta se traduce en una auditoria en la institución denunciada.
Para que la denuncia avance, es importante que la persona en situación de violencia haya presentado antes de parir, a su médicx y en la institución que haya elegido, un “plan de parto”. La psicóloga explica que consiste en “un modelo de carta, que tiene peso legal, y pones como queres que te traten, que cosas queres o no que te hagan y que cosas queres o no que le hagan a tu bebe”. Si bien esta presentación no garantiza a la gestante que se respete su parto y su decisión, sirve como documento para poder avanzar judicialmente.
Aunque la ley no prevea sanciones a las instituciones ni a lxs profesionales de la salud, es sumamente importante que las personas gestantes denuncien, porque mientras más controles tengan los efectores de salud, mayor será el cumplimiento de la ley.
Gracias a la Consejería De Parto Respetado de la Colectiva Andina, coordinada por Carina Berdasco, muchas de las personas que han atravesados embarazos y partos lograron advertir los niveles de violencia a los que se encontraron expuestas. “Muchas veces pasaba de mujeres que se ponían a llorar en las charlas, porque es ese inside de darte cuenta que ejercieron violencia sobre mí, y ahora me doy cuenta por qué me sentía tan mal”, aclara.
Por eso, para ella “la prevención es la salida, es una violencia que no discrimina clases sociales, no discrimina edades ni tipos de parto, por eso el trabajo más fuerte que se puede hacer tiene que ver con esto, con la prevención, con informar". "Estaría buenísimo que haya un ente regulador especializado. Entonces, poder reconocer a la violencia obstétrica como tal y que haya un organismo que regule y controle el cumplimiento de la ley”, concluye Berdasco.
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Si queres informarte sobre tus derechos durante la gestación, el parto y el post parto; si necesitas una guía para armar tu plan de parto o asesoramiento para llevar adelante tu denuncia, o queres participar en alguna de sus charlas, podes comunicarte con la Colectiva Andina a través de su cuenta Instagram o enviándoles un mail a partorespetado.andina@gmail.com
Para denuncias por violencia obstétrica podes enviar un mail a la CONSAVIG a consavig@jus.gov.ar o comunicarte telefónicamente al (011) 5300-4000 interno 76633
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- Este artículo fue producido en el marco del Taller de Periodismo Feminista dictado en Escuela Eter -
Foto de portada: Antony Wallace - AFP