Desde hace dos semanas, y luego del lanzamiento de diez capítulos especiales en HBO de Sex and the City, surgieron denuncias de abusos de cinco mujeres contra Chris Noth, actor del personaje Mr. Big, pareja de la protagonista de la serie. La denuncia fue la ruptura de la burbuja de un producto intocable, el quiebre de un personaje que fomentó un estereotipo de masculinidad y un ideal de pareja y visibilizó el hartazgo del pacto de silencio e impunidad en Hollywood.
Corrían la década del noventa y Carrie Bradshaw se hacía preguntas que quedaban plasmadas en sus artículos: preguntas sobre monogamia, sobre la responsabilidad afectiva, sobre el amor no recíproco y la decisión de tener o no hijes. Las vivencias de Carrie, Charlotte, Miranda y Samantha eran el hit televisivo que recorrió el mundo como un bombazo cultural. Sex and the City mostró en la pantalla chica a mujeres independientes, trabajadoras, pero cuyo objetivo giraba en torno a tener una pareja estable y llegar al matrimonio, con la excepción de Samantha, personaje entrañable que correría los límites de los aún conservadores noventas.
La hegemonía de Mr. Big
Sex and the City fue el espejo de una época de transición, antes de que los feminismos pusieran en cuestión los valores de la heteronorma y el tipo de familia tradicional que promovía el capitalismo occidental. “Hay decenas de miles de mujeres en esta ciudad, todos las conocemos y sabemos que son estupendas: viajan, pagan sus impuestos, gastan u$s400 en un par de sandalias de Manolo Blahnik y están solas. La pregunta es: ¿por qué hay tantas mujeres grandiosas sin casarse y no hombres grandiosos solteros?”, se preguntaba Carrie Bradshaw, columnista de sexo, en el primer capítulo de la serie.
Sex and the City se presentaba como una tira que pretendía graficar el estereotipo de mujeres que vivían en ciudades cosmopolitas. El romance de Big y Carrie tiene todos los condimentos de una historia de amor romántico. No sólo fue una serie sobre cuatro amigas en Nueva York en los noventa. Fue, también, el origen de un mito, o el refuerzo del mismo: Mr Big.
“¿Ves a ese tipo? Es el próximo Donald Trump, solo que más joven y más atractivo”, decía el personaje de Samantha al oído de Carrie, quien mira y sonríe, iniciando así uno de los vínculos más violentos y romantizados en una serie.
"Lo más difícil es que se perpetúa y se naturaliza el drama en el amor. Big se presentaba con una masculinidad cerrada, hegemónica, no tenía claro que es lo que quería y Carrie siempre estaba a la espera. Ella volvía a caer en este vínculo plagado de silencios, con mucha toxicidad, pero, sin embargo, Big era el soltero deseado de la ciudad", explica Silvia Alvez, psicóloga feminista, en diálogo con Feminacida.
A lo largo de seis temporadas, Carrie sufre una y otra vez por el desamor de Big, evitando correrse a un lado. Muchísimas mujeres alrededor del mundo tomaban al vínculo de Carrie y Big como un ideal, algo difícil de alcanzar, pero posible, porque al final ella logra “cazarlo” y así cementar el objetivo de la serie: reforzar que el ideal máximo al que puede apuntar una mujer, más allá de su carrera y de su visión del mundo, es casarse.
"Además, en la serie muestran mandatos que tienen que ver con la posesividad, los celos, cómo se enaltece la juventud y que no han cambiado", agrega Alvez.
Cabe rescatar, que Sex and the City sí mostró otros tipos de vínculos, diversidades y desafió los valores de la época en algunos momentos icónicos. También, lo importante de la serie fue mostrar un gran vínculo de amistad entre las protagonistas, un núcleo fuerte de apoyo y contención que duró las seis temporadas, eliminando la competencia que solían mostrar otros programas.
Me too: una denuncia tras otra
La bomba comenzó con un reportaje en The Hollywood Reporter, en el cual dos mujeres, bajo los seudónimos Zoe y Lily para proteger su identidad, denunciaron a Noth de abusos en 2004 y 2015 respectivamente. Ambas se refirieron al estreno de And Just Like That, donde volvía Noth a la escena y les traía recuerdos dolorosos.
Zoe, que en 2004 tenía 22 años, trabajaba en una agencia vinculada a la industria del entretenimiento donde Noth tenía negocios. Según su testimonio, Noth se acercaba continuamente al escritorio y coqueteaba, hasta que en una ocasión la invitó a su casa. Zoe denuncia que fue abusada sexualmente y que terminó en el hospital Cedars Sinai de Los Ángeles. Tanto su jefa de aquel entonces, como otra testigo, apoyaron su historia.
Lily, que tenía 25 años en 2015 y Noth 60, también denunció abuso sexual. Ambas no se animaron a realizar la denuncia en aquel entonces por miedo a represalias debido al poder de Noth en la industria y el miedo a no poder conseguir un trabajo si la historia salía a la luz.
Con el correr de los días, una tercera denunciante dio testimonio: tenía 18 años cuando conoció a Noth y denunció abuso sexual. Otra cuarta actriz reconoció, a través de sus redes sociales, conductas inapropiadas de parte de Noth. También resurgieron las denuncias que había hecho la ex pareja del actor, la modelo Beverly Johnson, quien en 1995 ya lo había denunciado por violencia de género e incluso tenía una orden de restricción.
El actor sacó un comunicado desmintiendo las denuncias, aludiendo que fueron encuentros consensuados y poniendo en cuestión los testimonios por la cercanía con el lanzamiento del especial de Sex and the City. Si bien hubo consecuencias -la agencia que representa a Noth anunció que lo desvincularon y las actrices de la serie sacaron un comunicado en apoyo de las denunciantes- la verdadera justicia para quienes alzaron la voz sería no solamente una condena o accionar en la justicia, sino también la caída de un sistema de complicidad e impunidad que persiste en el mundo del espectáculo y que se sostiene por el eterno pacto de caballeros con poder.
Como algunas de las denuncias datan de hace 20 años, Noth no puede ser juzgado. Es por eso que las actrices que hicieron las denuncias en el estado de Nueva York están peticionando la aprobación de la Adult Survivors Act, la que habilitaría a judicializar el caso.
“Es interesante ver cómo actores y productores, directores del espectáculo, no reparan jamás en sus acciones o consecuencias. No es el primer caso en Estados Unidos donde se dan este tipo de denuncias reiteradas, no creo que sea el último”, indica Julián Tagliaferro, del Colectivo de Varones Desobedientes, en una entrevista con este medio.
La caída de un estereotipo
“Lo que se pone en juego con estas denuncias son los lugares de poder donde personas del espectáculo actúan sin medir las consecuencias y la complicidad machista entre los varones”, continúa Tagliaferro. A la luz de hoy, es una paradoja cómo Noth construyó su poder sobre la imagen del personaje de Big, quien todo el tiempo está en una posición de poder en la serie y lleva el ritmo de la relación con Carrie. “Se muestra justamente eso en la serie, un vínculo donde las partes no son equitativas, siempre las mujeres en esos roles tienen que estar dispuestas a adaptarse a la manera de ser de los varones”, analiza.
Una de las actrices que expuso al actor en sus redes cerró la denuncia con, quizás, la mejor declaración: “Chris Noth capitalizó la fantasía que las mujeres creían que representaba ‘Mr. Big’. Y esas fantasías a menudo crean entornos donde prospera la confusión emocional. Quizás la muerte de ‘Big’ sea el dolor común que todos debemos enfrentar al lamentar esa fantasía, al liberar ese arquetipo masculino con el que nosotras, como mujeres, nos hemos alimentado a través de la cultura popular. Fuck Mr. Big”.