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Acuerdo con el FMI, ¿pero a qué costo?

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Luego de su aprobación en la Cámara de Diputadxs, ayer se sancionó en el #Senado el programa de Facilidades Extendidas (EFF) que busca refinanciar la deuda externa que contrajo el gobierno de Mauricio Macri. Según el último informe oficial de noviembre de 2021 y los pagos realizados por el gobierno de Alberto Fernández, #Argentina debe US$ 40 mil millones al Fondo Monetario Internacional (#FMI) y dispone de plazos de vencimientos que se vuelven inalcanzables. Pero, ¿qué implicancias tiene este nuevo acuerdo en la vida de mujeres y disidencias? Y sobre todo: ¿Cómo afecta ese ajuste en las condiciones materiales de ellxs?

Por Camila Vautier y Camila Meriño / Foto: Anette Etchegaray


Los pasivos que buscan refinanciar fueron contraídos por el gobierno de Mauricio Macri en 2018: aquel préstamo del FMI no fue debatido ni aprobado por el Congreso de la Nación y representó cerca de US$ 57 mil millones -aunque finalmente ingresaron alrededor de US$ 44 mil millones-. Si bien el entonces Ministro de Hacienda de la Nación, Hernán Lacunza, publicó un informe en el que estipulaba el destino de la deuda contraída, el carácter fungible de los dólares que llegaron hace que no se pueda saber con exactitud en qué se gastaron.

Mónica Macha es diputada nacional por el Frente de Todos. En diálogo con Feminacida sostiene: “El acuerdo representa de forma cabal que el gobierno de Macri entregó en buena parte nuestra soberanía en política económica. Y recuperando esa historia reciente, nos preocupa que este acuerdo implique un ajuste para la sociedad”. El Presidente Alberto Fernández también se refirió a esto en la apertura del Congreso de este año y dijo: “Los dólares que deberían haber financiado el desarrollo acabaron fugándose del sistema financiero”. 

El principal objetivo -y también el más importante para el oficialismo- es poder redefinir y refinanciar los plazos de vencimientos de la deuda existente. El acuerdo bilateral en debate contempla dos partes: por un lado, los desembolsos del FMI -como pagos del Stand By- y por el otro los vencimientos a través del programa de facilidades extendidas (EFF) que estipula refinanciar a diez años los pagos que nuestro país deberá realizar. La deuda existe y es enorme, pero ¿quiénes la pagarán?

La deuda es con nosotres

“La deuda es con nosotrxs” fue una de las consignas más resonantes en el último Paro Internacional de Mujeres y vuelve a poner en el centro de la escena las desigualdades de género que la deuda externa y el acuerdo con el FMI vienen a profundizar. Pero, concretamente, ¿cómo impactará este acuerdo en la vida cotidiana de las mujeres y disidencias?


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“La primera consecuencia es que este acuerdo deja muy condicionado al Estado para avanzar en políticas redistributivas en favor de las mujeres, lesbianas, travestis y trans”, dice Luci Cavallero, socióloga e investigadora de la Universidad Nacional de Buenos Aires y coautora de la publicación Una lectura feminista de la deuda. “Sobre todo con las desigualdades que tenemos acumuladas desde el plan de ajuste del gobierno de Macri, que implicó una caída muy importante de los ingresos, un crecimiento de la pobreza y de la feminización de la pobreza”, añade y prende las alarmas por el corrimiento de las agendas de género luchadas por los feminismos en las calles.

Según explican desde la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ), debido a la falta de aprobación por parte del Congreso del Presupuesto 2022, si el Gobierno no ampliase las partidas presupuestarias a lo largo de este año de la prórroga del Presupuesto 2021, esto implicaría una reducción interanual del gasto público del 33 por ciento, ajustado a la inflación. La reducción del gasto pesa especialmente en los sectores más vulnerables y relegados.

Mónica Macha agrega que son las mujeres, lesbianas, travestis y trans quienes sienten con mayor fuerza los efectos de una crisis o ajuste “porque se articulan desigualdades de género y de clase”. Esto se ve reflejado en los datos del mercado laboral. Según el INDEC, la tasa de desocupación de las mujeres es un 30 por ciento superior a la de los varones y ganan en promedio un 26 por ciento menos ($39.400 vs. $53.200). Además, 4 de cada 10 asalariadas de 14 años y más trabajan en la informalidad. 

“El empobrecimiento que va a vivir la Argentina va a caer sobre los hombros de las mujeres porque vamos a ser quienes nos preocupemos de las economías domésticas, de qué vamos a comer, qué hacer con la salud, la educación, todo lo que tenga que ver con los cuidados se va a ajustar”, advierte Rosalía Pellegrini, coordinadora nacional de la Secretaría de Género de la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT). Las políticas públicas en materia económica tienen consecuencias directas sobre los cuerpos y las vidas de las mujeres y disidencias. Por eso, sus voces tienen que ser tenidas en cuenta: la economía es también una política que requiere con urgencia tener perspectiva de género e interseccionalidad.


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Un informe de EcoFemita en base a la Encuesta Permanente de Hogares señala que las trabajadoras que realizan tareas domésticas y de cuidado representan casi un 13 por ciento dentro del total de mujeres ocupadas, lo que significa que 1 de cada 8 de ellas trabaja en este sector de la economía. Además, asegura que alrededor de 1 de cada 6 mujeres que trabajan en relación de dependencia tienen como ocupación principal las tareas en hogares particulares. 

Con la deuda, además de empobrecer significativamente a las mujeres y disidencias, también se fortalece el sistema capitalista extractivo, generando aún más desigualdad. Así lo advierte la representante de la UTT: “Esta deuda implica una profundización del modelo agroindustrial del monocultivo de soja transgénica, de la megaminería y de distintas economías extractivas que en Argentina sirven a la producción de comodities para la exportación”. Además, se pregunta sobre el destino de las tierras cultivables: “¿Serán para producir alimentos sanos o para sacar dólares que vayan a pagar una deuda ilegítima?”  

Crédito: Victoria Eger

Las redes que nos sostienen

Los feminismos plantean desobediencias al individualismo promovido por los organismos multinacionales de crédito y reivindican la autonomía como política para ganar derechos. “La deuda externa es una guerra contra nuestras autonomías en tanto afecta nuestra posibilidad de vivir nuestras vidas libres de violencias”, asegura Cavallero en diálogo con Feminacida. Frente a este escenario de crisis económica y empobrecimiento que se avecina, la especialista sostiene que la estrategia es la organización colectiva. "Profundizar todas las instancias organizativas, las alianzas transversales, los encuentros con distintos sectores con quienes pensar el impacto de la deuda desde distintos puntos de vista", afirma.

Para Pellegrini, la alternativa a la deuda es “ponerla en discusión” e investigar seriamente qué pasó con esa entrada de dólares, cómo se fugaron, a dónde y quiénes lo hicieron. El esclarecimiento de lo sucedido, la investigación y el derecho a la información son los pilares fundamentales para que la sociedad sepa el destino de las divisas que entraron y que la cúpula política actúe en consecuencia. “Mientras haya deudas internas con ciertos sectores de la sociedad que sufren profundas desigualdades, como es el caso de mujeres, lesbianas, travetis y trans, el centro tienen que ser las políticas de movilidad social, de inclusión, de producción, de fortalecimiento de esos sectores”, asevera Macha. El 8M fue una demostración de que, como ya lo han hecho en otras oportunidades, los feminismos volverán a recuperar las calles para seguir reclamando por vidas dignas y desendeudadas.


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