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Mujeres músicas: batallas y conquistas en un escenario patriarcal

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Este martes se presentó en el Senado de la Nación un proyecto de Ley de Equidad de Autoras y Compositoras, el cual tiene como objetivo fundamental garantizar la presencia de obras compuestas por mujeres y disidencias en la industria del cine, radio, televisión abierta y por cable y publicidad de producción nacional. El proyecto surgió gracias a les miembres de la  Asociación Civil de Autoras y Compositoras Argentinas Las Cumparsitas y da cuenta una vez más de que para habitar espacios ocupados mayoritariamente por varones cis es menester no rendirse. Pero también, que es fundamental sostener las conquistas recientes relacionadas a la presencia de mujeres y disidencias en espacios musicales.

Foto de portada: Victoria Eger


¿Qué acompaña legalmente a las mujeres y disidencias músicas para asegurar su presencia en escenarios? ¿Por qué se necesitó que las músicas exijan paridad de género en los shows? ¿Y por qué es necesario, también, que se pongan en valor sus creaciones dentro de la industria? ¿Qué tipos de violencias atraviesan las artistas fuera y debajo de las tablas? Algunas batallas se vienen ganando, para otras es necesario seguir peleando. En un mundo donde el patriarcado es una orden de adueñamiento, como explica Rita Segato, las mujeres y disidencias continuamos en la lucha diaria para hacernos lugar en un gran escenario donde los hombres se piensan soberanos.

“Cuando tenía 16 años tocaba con mis hermanas en la banda Cambio de Hábito, en ese entonces habíamos ganado un concurso de la municipalidad y salimos quintas entre más o menos 200 bandas. El certamen fue en el 94 y se llamaba Rock del Río. A raíz de eso vinieron varios solistas de Buenos Aires a tocar acá a Rosario y nosotras tuvimos que sacar todos los temas de un artista en particular como para acompañarlo y hacer de banda de él. Ya en el recital, en un momento me toca hacer un solo y cuando estaba por empezar este tipo se acerca a las corridas -recuerdo que medía aproximadamente dos metros, era bastante voluminoso y rulado, usaba borcegos, estaba en cuero y tenía un chaleco de jean- y empieza a pasarme su pequeño gran pie por mi pierna. Lo desliza por mi pierna hasta llegar a mi concha, entonces yo me corrí, me moví de donde estaba y quedé anulada para todo el viaje. Quedé muy mal durante todo el show”, recuerda Flor Croci, cantante, guitarrista, compositora y una de las pioneras del rock en Rosario.


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Históricamente se limitó el acceso de las mujeres y disidencias a los escenarios musicales. De protagonizarlos, siempre el patriarcado fue el patrón del momento. Anécdotas como la de Croci hay miles y si bien en este camino de deconstrucción constante el panorama va mutando, es necesario seguir presionando para achicar las desigualdades, luchar en pos de nuevas conquistas y ocupar los espacios que siempre transitaron mayoritariamente hombres.

En los escenarios de festivales de rock, folklore, jazz y tango, por mencionar solo algunos géneros, hay muchísima más cantidad de hombres que mujeres. ¿Esto es porque tocar un instrumento es un derecho natural de los varones cis? ¿Acaso es un don innato de los chicos? ¿Las mujeres que tocan bien, tocan como hombres? El patriarcado caló tan profundo que logró que muchas mujeres y disidencias ni pudieran imaginarse llenando estadios. Y les que lo lograron o lo logran, son excepciones. Inclusive muchas veces son cuestionadas por su físico o desde algunos medios de comunicación inventan rivalidades entre divas de la música porque, según su mirada, si son chicas es evidente que tienen que competir.


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Invisibilizadas y siempre relegadas a otras tareas, mujeres y disidencias necesitaron salir a las calles para pedir igualdad de derechos y legislaciones que aseguren un lugar en el mundo político, económico, social y cultural. Como en la anécdota que compartió Croci, los varones creen tener la impunidad para cometer los actos más aberrantes. Pero no todo ocurre solamente arriba del escenario: abajo también siguen existiendo operadores de sonido que dan por sentado que la chica de la banda no sabe qué diferencia hay entre canon y plug, por ejemplo. “Algo que me pasó y vi muchísimas veces es que en las peñas o guitarreadas es muy común que la guitarra vaya pasando por el ámbito masculino y no te pasan la guitarra, es como que muchos hombres asumen que las mujeres no tocamos ese instrumento”, expresa Jorgelina Sorrequieta, música, docente y militante del Colectivo de Músicas Rosario. La falta de obras de mujeres y disidencias en las producciones de la industria cultural también es un síntoma de estas desigualdades, lo que llevó a “Las Cumparsitas” a crear el proyecto de ley recientemente presentado.


El marco legal

“A nivel nacional tenemos la Ley 27.539, reglamentada en febrero del 2020, que establece lo que se llama el cupo femenino de artistas mujeres e incluye a las personas de identidad de género autopercibido a eventos musicales”, comenta María Carla Pellegrino, música, abogada y también miembro del Colectivo de Músicas.

Lo que se exige es acceso a los escenarios, es trabajo y visibilidad para las artistas. Como esto no ha surgido espontáneamente, la necesidad de una ley se hizo eco por los feminismos de todo el país y las mujeres músicas fueron otro gran ejemplo de la lucha por la igualdad de género.

La ley rige sobre los eventos que convoquen a un mínimo de tres artistas o bandas en una o más jornadas, ciclos o programaciones anuales. Se debe cumplir un mínimo de un 30 por ciento de mujeres solistas, y/o grupos de mujeres o personas que se autoperciban como tales y/o bandas mixtas con un 30 por ciento de presencia femenina o mujeres autopercibidas.

Más allá de la legislación nacional, en distintas ciudades crecen las iniciativas para encontrar apoyo jurídico para la equidad de género en eventos musicales. En Rosario, la ordenanza municipal N° 10.004 trabaja sobre esto. “A nivel local, la ordenanza tiene diferencias con la ley nacional. En primer lugar no establece un cupo sino que establece paridad de género”, explica Pellegrino.


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Esta ordenanza, sancionada en noviembre del 2019, existe gracias a la iniciativa del Colectivo de Músicas Rosario, surgido en el 2018 para militar la legalidad del aborto y para aunar fuerzas como profesionales de la música con el objetivo de tener mayor presencia en los escenarios y más trabajo, entre otras metas. “Es una ordenanza de fomento, no es obligatoria y no llegó a una reglamentación. Me parece que a esta altura de la situación vino a ser una cuestión más pedagógica. Sí lo que hizo fue colocar esta idea de la paridad a nivel municipal entonces en todas las convocatorias llaman a la paridad, algo que quizás no ocurre a nivel privado porque es más complicado, pero sí considero que en estos últimos y pocos años la escena rosarina ha cambiado y se ven más compañeras en los escenarios”, profundiza Celia Martínez, música, docente, miembro del Colectivo y vicepresidencia primera de la FA-MI (Federación Argentina de Músicas y Músicos independientes).

Otra cuestión que aporta Martínez es que en el territorio santafesino la mayor organización de mujeres músicas es la de Rosario y como siempre se apuntó a la paridad no hubo intención de adherirse a un 30 por ciento, sino más bien de fomentar equidad.

“En Rosario se pudo pedir paridad porque en cuanto a cantidad de mujeres músicas la ciudad está en condiciones de ofrecer un 50% de participación”, agrega Pellegrino.

Un dato curioso que diferencia la Ley de Cupo y la ordenanza rosarina es que la primera es obligatoria y hay multas por el incumplimiento, en cambio la norma rosarina no tiene carácter punitivo. Les organizadores, productores y/o curadores que cumplan con la equidad en sus espectáculos o eventos pueden acceder a ciertos beneficios como la chance de solicitar el uso gratuito de espacios públicos para la realización del evento musical previsto, promoción y difusión en medios oficiales y exención del pago de derecho de acceso a diversiones y espectáculos que establece la ordenanza.


Crédito: Sofía Areco

La lucha continúa, en Rosario vamos por el 50/50

“No hay una entidad para controlar que la ordenanza se cumpla. Es complicado poder fiscalizar y hasta sentimos que no nos correspondía estar viendo si se cumple o no la paridad. Y lo cierto es que muchas veces se cumple y otras veces no. Sí hay más mujeres en los escenarios, eso es cierto,  pero muchas veces vas a un festival y no ves paridad”, comenta Ro Waisfem, música, actriz, docente y también miembro del Colectivo.

Al no haber un control sobre la participación real  no hay datos certeros sobre cuánto ha crecido la presencia de mujeres en escenarios rosarinos. “En lo que yo organizo siempre hay un 50/50 o hay más mujeres, pero cuando con otres productores  planteo esto de que el line-up debe estar equilibrado casi siempre ofendo”, aporta Camila Castillo, productora y manager.


Crédito: María Florencia Carrera - RAPTO

La marea verde que comenzó con el pedido de la legalidad de la interrupción voluntaria del embarazo replicó en otras necesidades del colectivo feminista y quiere continuar mojando de equidad y derechos a todos los ámbitos en los que las mujeres y disidencias dan batalla. La posibilidad de que se sancione una ley como la que se presentó este martes, que fomenta y visibiliza el trabajo y la creación de mujeres y disidencias,  es un paso fundamental en ese camino. ¿Cómo no seguir en la lucha si aún hay tantos espacios por habitar? En Rosario y en todo el país,  la pelea por el 50/50 continúa.


Este artículo fue producido en el Taller de Periodismo Feminista de la Escuela Feminacida.


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