¿Qué es la violencia vicaria? ¿Por qué es una de las más cotidianas, pero también, solapadas? ¿Cómo afecta a las infancias y adolescencias? La diputada Mónica Macha presentó ayer un proyecto para incorporar a la violencia vicaria en el texto de la Ley N° 26.485. En esta nota, las voces de mujeres que luchan por recuperar a sus hijes, los aportes desde el derecho y la psicología, y la experiencia en otros países.
Foto de portada: Daniella Fernández
Marisol es mendocina y madre de dos hijos, uno de 22 años y otro de 8 años. Durante su relación de pareja había atravesado situaciones de violencia de género, pero en su momento no realizó la denuncia para priorizar el vínculo de su hijo con él. A los tres meses de haberse separado, su ex esposo formó otra pareja y, a partir de ese momento, su hijo menor comenzó a vivir distintos tipos de vejaciones que culminaron en una crisis nerviosa con hospitalización. Al momento de informarle al padre lo que había sucedido, él interpuso una denuncia penal hacia Marisol acusándola de realizar acting out, es decir, de mentir según la persona que se halle en frente.
El 21 de julio del 2021 una asistente social le informó que, una vez que su hijo tuviera el alta, pasaría a vivir de manera permanente con su padre. Diez días después fue imposible comunicarse con él y el padre de su hijo dejó de atender las llamadas. Marisol buscó asesoramiento con un abogado y exigió ver a su hijo. Una semana después le informaron que tenía una prohibición de acercamiento hacia su ex esposo y su hijo, acusada de haber ejercido sobre el niño violencia psicológica y emocional. Desde el 9 de agosto pasado, Marisol no puede comunicarse con ninguno de ellos y su hijo perdió el contacto con cualquier persona que tenga relación directa con ella. Marisol, que había sido víctima de la violencia de género de este hombre, se estaba enfrentando a otro tipo de violencia más encubierta: la violencia vicaria.
Hay un tipo de violencia silenciosa, cotidiana y normalizada que pervive en estos casos y de la que poco se habla, a menos que llegue a sus expresiones más cruentas y se vuelva mediatizada por los medios hegemónicos. La psicóloga argentina clínica y forense Sonia Vaccaro, define a la violencia vicaria como aquella que es ejercida hacia las mujeres por un hombre violento que utiliza como objeto a sus hijes para infringirles algún tipo de dolor o daño irreparable a ellas.
“La violencia contra las mujeres no termina en los límites de nuestro cuerpo, sino que se desplaza hacia nuestro entorno y nuestras redes afectivas. Así, muchas veces, los varones violentos cuando ya no pueden acceder a quien fuera su pareja, empiezan a tener comportamientos agresivos a los hijos e hijas como una forma de dañar a la mujer”, declara la diputada Mónica Macha en diálogo con Feminacida, y agrega: “La violencia vicaria no está tipificada, por lo tanto tenemos ahí un vacío legal. Un tipo de violencia desatada contra nosotras que no es susceptible de ser nombrada, sancionada o que haya dispositivos para su prevención”.
Ayer la legisladora del Frente de Todos por la provincia de Buenos Aires presentó un proyecto para incorporar a este tipo de violencia que, además, buscará asegurar la asistencia especializada de hijes u otras personas afectivamente significativas para la mujer que haya sido víctima de violencia vicaria.
“Donde más te duela”
“Es muy importante marcar que la violencia vicaria es una forma de 'darle un mensaje' a la mujer a través de sus hijes (que también son hijes del papá). Las personas que son víctimas de esta violencia sienten mucha culpa porque los varones utilizan esta forma de manipulación para controlar a las mujeres, a través de conductas y dichos que generan tanto daño a ellas como a les hijes que quedan entrampades como mensajeres”, comenta, en diálogo con Feminacida, Cristel Fabris, licenciada en Psicología con perspectiva transfeminista. En los padres, se produce una especie de extrañamiento en el que les hijes pasan a ser hijes de la mamá o un vehículo para enviar mensajes de odio: "Yo estoy así porque tu mamá no quiere estar más conmigo", ejemplifica la terapeuta.
“Además, en estos casos, hay que evidenciar que no se tiene en cuenta el derecho de esas infancias o adolescencias a ser escuchadas y es fundamental que su opinión sea tenida en cuenta, en relación al sufrimiento que esta violencia pueda acarrearles a nivel emocional y a las consecuencias que pueden tener a corto, mediano y largo plazo”, agrega la abogada y defensora feminista Julieta Molina.
“En este punto, es importante diferenciarla de la violencia de género, porque la violencia de género constituye un daño directo, hacia la persona, hacia su físico, hacia su sexualidad, hacia su patrimonio. En este caso no es directo, porque se termina instrumentando a esos hijos e hijas. Por ejemplo, en los casos en que esos padres se llevan a sus hijes para que la madre no los vuelva a ver nunca más”, aporta Melisa García, presidenta y fundadora de ABOFEM, en una entrevista con este medio, y Molina suma: “A través de los deberes que los padres tienen para con sus hijes se busca condicionar, limitar, dominar y manipular a las madres. Se trata de otra violencia más que está basada en una relación desigual de poder y que afecta la vida, libertad, dignidad, integridad física, psicológica, económica y patrimonial, como así también la seguridad personal”.
La violencia vicaria evidencia otras complejidades
Así es como la violencia vicaria también puede constituir un daño a terceros, incluso a objetos (ropa, pertenencias, objetos de valor) o a mascotas y es muy importante no restarle valor a este tipo de accionar, porque el objetivo sigue siendo el mismo: causarle dolor a esas mujeres a través de un tercero.
“Es extremadamente compleja, pero hay más casos de los que se piensa, porque hay naturalizado y fundamentalmente normalizado un montón de conductas que no se denominan de esa forma", evidencia García y cita frases como "el padre de mis hijes se la agarra con elles para seguir violentándome". "El maltratador sabe bien hacia donde dirige ese daño y donde va a generar mucho dolor", amplia la presidenta de ABOFEM.
Al respecto, Fabris complementa: “Lo más común es que lleguen al consultorio niñes que están en el medio de una separación de mapadres problemática, o madres que están en tratamiento por las consecuencias de la violencia ejercida. Digo común no porque sea lo esperable, sino porque lamentablemente es lo frecuente y lo que está naturalizado. La violencia hacia les hijes aparece de múltiples formas: desde implantar el chip de la culpa en la madre sobre la separación, hasta actitudes y conductas retaliativas o de venganza: por ejemplo, si la madre solicita al padre dinero para algo de sus hijes o pide un cambio en el régimen de visitas, el padre responde no yendo a buscar a les hijes sin dar respuesta”.
En relación a casos comunes que atienden les profesionales del derecho, Julieta Molina refiere a acuerdos de regímenes de comunicación, cuidados y/o alimentos. Es decir, cuando los progenitores no cumplen con sus obligaciones o cuando cumplen lo hacen a través de determinadas artimañas como: incomunicarse por varias horas mientras los tienen a su cuidado, devolverlos muchas horas más tarde de lo acordado, o no buscarlos en el horario o día que tienen que hacerlo, no pagando la cuota alimentaria en tiempo y forma. "Sin embargo, cuando esos niños y niñas están al cuidado de su madre, exigen el cumplimiento estricto, y en numerosos casos, la comunicación se solicita para hablar con periodicidad con la madre y no por responsabilidad o interés de sus hijes”, explica la abogada feminista.
“Me quitaron a mi hijo y perdí el miedo”
Susana Ruberto tiene 57 años y es licenciada en Sistemas. Conoció a su ex marido, un renombrado psiquiatra, a los 22 años y a los 39 pudo tener a su primer hijo por medio de la fertilización in vitro. “Desde que lo conocí, sufrí todo tipo de violencia, psicológica, física, económica y sexual, hasta que en el 2017 tomé la determinación de dejarlo. Siempre procuré que mi hijo pudiera verlo, aunque todavía no había salido el divorcio. Todo ese año, y hasta el 2018, jamás me pasó la cuota alimentaria y durante ese año y medio salí a buscar a más trabajo. Cuando ya había logrado empoderarme y ya le había perdido el miedo, en enero de 2019, su padre se lo lleva un mes a Europa. Mi hijo volvió de ese viaje totalmente cambiado, reproduciendo las mismas expresiones de violencia que decía él", relata en diálogo con Feminacida.
Susana cuenta que su "verdadero calvario" empezó allí: "Lo que yo había vivido con la violencia de género, no era nada comparada con la violencia vicaria que más tarde aprendí a nombrar. Yo era víctima de violencia de género y en el juzgado civil tardaron dos años y medio en revincularme con mi hijo".
Fue así que buscando información sobre violencia de género, notó que había muchas mujeres que no podían ver a sus hijes. A fines de 2019, nació M.A.M.I: un grupo de mujeres autoconvocadas para ayudar y acompañar a otras mujeres que atravesadas por la misma situación. Susana Ruberto es su directora.
M.A.M.I: el trabajo en red para que nos devuelvan a nuestres hijes
“En un momento M.A.M.I estalló, comenzó como un Facebook y enseguida me empezaron a llegar casos de Río Negro, Mendoza, Tucumán, de Santa Fe, de todas las provincias. Pedí ayuda al doctor Enrique Estola, a psicólogas, y trabajadoras sociales", cuenta Ruberto sobre el surgimiento de la organización. Desde M.A.M.I acompañan a quienes consultan desde el primer contacto hasta que se puedan encontrar con sus hijes. También intervienen en otras tareas como la creación de grupos de atención psicológica. "Es que las mujeres quedan destruídas”, asevera su fundadora.
Desde la asociación han podido conformar un equipo multidisciplinario compuesto por el médico y psiquiatra Enrique Stola, el doctor Juan Pablo Gallego, Karina Chávez, quien se desempeña en la Secretaría en la Defensoría de Menores, la doctora Nora Schullman, Directora Ejecutiva del Comité Internacional de los Derechos del Niño (CASACIDN), la asociación FEMIA y muches profesionales más que participan de manera voluntaria.
“Hemos armado un equipo muy importante y las mujeres nos dicen que se sienten muy acompañadas. La realidad es que es un granito de arena, tenemos una compañera que hace 8 años no puede ver a su hijo. ¿Qué pudo haber hecho esa mujer para que en 8 años no haya podido revincularse”, cuestiona Ruberto. En una entrevista, ella había advertido que la violencia vicaria afecta principalmente mujeres de clase media o de una posición económica estable. Al respecto, Melisa García reflexiona sobre las relaciones de poder: "La violencia de género no distingue clases sociales y es interseccional. Generalmente la justicia suele ensañarse aún más con mujeres con un mejor pasar adquisitivo".
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Nombrar para cambiar las cosas
“Hay que poder nombrar esta violencia que, además, es situada y con un propósito adoctrinador. Hay muchísimos casos de este estilo, pero al no estar normada termina quedando como una subespecie de violencia psicológica y, a su vez, hay una gran subestimación. Pareciera que apuntara solamente a esa subjetividad, como si no hubiera un impacto tangible en el cuerpo. La realidad es que muchas mujeres terminan medicadas, con ataques de pánico, con ataques de ansiedad y afecciones en el cuerpo porque traspasa el ámbito de lo psicológico”, manifiesta García e indica que cada vez hay más espacios de formación en el tema y crecen les profesionales que trabajan con la violencia vicaria.
“Si bien en Argentina existe la ley de Protección integral contra la violencia de género y la ley de Protección contra la Violencia Familiar con medidas preventivas urgentes, como la prohibición de acercamiento o la prohibición al presunto agresor de la compra y tenencia de armas, no está especificada la violencia vicaria en la ley de violencia de género", asegura Molina e insta a que sea reconocida y tenida en cuenta por todo el sistema judicial. "A su vez, sería sumamente importante trabajar en la prevención, concientización y erradicación de estas conductas y en la generación de políticas públicas que permitan la mayor autonomía posible de las mujeres, como por ejemplo a través del acceso al empleo y a la vivienda propia”, agrega.
La experiencia de otros países
En México, Zacatecas se convirtió en el primer estado del país en aprobar la tipificación de la violencia vicaria como parte de su Ley de Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, así como de sus códigos locales familiar y penal. Mientras que en España, los casos se multiplican. Lo mismo sucede en países como Chile, Italia, Venezuela, Colombia y Canadá. La situación al interior de nuestro país no es muy diferente: según información suministrada por M.AM.I, en Río Negro hay más de 20 madres que sufren violencia vicaria, también en Córdoba, Santa Fe, Salta y Tucumán.
“Desde M.A.M.I estamos viendo si nos instalamos de manera física, para poder hacer talleres y que las mujeres puedan ir directamente hacia nosotras. Además, queremos hacer un documental sobre la violencia vicaria, por eso contactamos con la Universidad del Cine. Hemos recibido un correo del presidente de Chile, Gabriel Boric, para poder pensar una Ley contra la violencia vicaria a nivel latinoamericano", cuenta Susana Ruberto sobre la acción de la organización en Argentina.
Entre otros temas se expuso la “violencia vicaria”. Para quienes no conocen, la violencia vicaria es un tipo de violencia machista que utiliza a hijos/as como objeto para maltratar a la mujer. Una violencia que no está contemplada específicamente en nuestra legislación.
🔽 pic.twitter.com/NQLEKBRI7k— Victoria Tolosa Paz (@vtolosapaz) June 2, 2022
El proyecto cuenta con el apoyo de la diputada Victoria Tolosa Paz, una de las primeras personalidades de la política en recibir la demanda de M.A.M.I. "Queremos sacarla cuanto antes. Queda mucho por hacer, es una lucha. La verdad es que cada vez que una mujer logra revincularse con su hijo es una fiesta, yo todavía estoy esperando poder revincularme con el mío”, concluye la directora de la organización