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Hablemos de la alergia al látex

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La alergia al látex es una condición 100% adquirida, no transmisible y 0% curable. Si bien es irreversible, es totalmente prevenible. Se desarrolla en personas expuestas de forma precoz y/o reiterada a las proteínas alergénicas del látex de caucho natural, por alguna o todas las vías posibles.

Ahora bien, ¿por qué es un tema tabú? ¿Quiénes corren mayor riesgo de padecerla? ¿Por qué esta enfermedad no se visibiliza con la misma fuerza que otras patologías? ¿Qué pasa que hasta el día de hoy no logra instalarse el tema? ¿Cómo se modifica la vida de una persona diagnosticada? ¿Por qué es totalmente prevenible?

¿Qué es el látex?

El látex está en nuestra vida cotidiana: en guantes, globos, ropa, cremas, maquillaje. Incluso puede contaminar algunos alimentos. El látex de caucho natural es una sustancia vegetal que se obtiene de la savia del árbol Hevea Brasiliensis, compuesto por gran cantidad de proteínas altamente alergénicas con las que se producen  innumerables productos médicos de uso cotidiano: no se destruyen con el calor y son solubles en agua y líquidos corporales.

El látex también está presente en el aire. Por ejemplo, cada vez que nos colocamos un par de guantes o inflamos globos, las partículas del látex que contienen estos elementos se aerosolizan contaminando el aire y el ambiente, desplazándose de un sector a otro y luego se depositan en otras superficies, como puede ser la ropa, utensilios, materias primas y productos terminados.

Prevención primaria de la patología real

Cecilia Ruiz es especialista en Ginecología y Obstetricia. En el quinto año de su residencia comenzó a manifestar los primeros síntomas: picazón en la nariz y en el cuero cabelludo y, ya pasado alrededor de un año, erupciones al costado de la boca y en el resto del rostro. Las erupciones se acrecentaban en la semana y disminuían los fines de semana. Es decir, los días sin actividad médica no había marcas y con la rutina laboral reaparecían.

“El miércoles era el día que me explotaba la cara de picazón. Entonces, hable con un inmunólogo y alergista, porque a mí me parecía que algo relacionado al látex tenía que ser. Ese era el día que estaba más expuesta con los guantes. A la semana, me pusieron guantes de látex sin polvo y no tuve tantas manifestaciones. El mismo inmunólogo me hizo hacer un test en sangre, donde sale un anticuerpo que es antilátex, y me da positivo”, relata. Sin embargo y más allá de la ausencia de polvo, si el guante es de látex, los riesgos existen.

En los países en los que se usa el látex en salud, la Ginecología es una  de las especialidades que más exponen a les pacientes a las partículas de esta sustancia vegetal. Otras especialidades en la misma situación son: la Odontología, la Cirujía Médica, la Anestesiología, la Instrumentación Quirúrgica y la Enfermería. Les profesionales que se dedican a estas disciplinas usan guantes por estar en contacto permanente con las secreciones.

A partir de ese momento, Cecilia, comenzó a tener más cuidados y a informarse de lo peligroso que es, dado que la sensibilización es progresiva. “No es, listo, soy alérgico al látex y me cuido”, advierte. 

“Esto tiene que cumplirse a rajatabla todos los días, porque si vos te expones continuamente, vas adquiriendo más sensibilidad, lo que te hace más vulnerable, al punto que podes terminar sufriendo un shock anafiláctico, que es una condición inmunológica extrema, en donde tu cuerpo responde con trillones de mediadores químicos proinflamatorios que cierran tu vía aérea y te pueden llevar tranquilamente a la muerte, si no tenés un centro asistencial rápido”, continúa Cecilia.

Los autoinyectores de epinefrina (o popularmente conocido como EpiPen, por el nombre comercial)  son dispositivos portátiles en forma de lapicera que se utilizan para inyectar una monodosis de adrenalina en el cuerpo de alguien que tiene una reacción anafiláctica potencialmente fatal. En este momento, el único tratamiento efectivo frente a la anafilaxia (reacción alérgica grave) es la inyección de adrenalina con celeridad.


Gabriela Vinograd es diseñadora gráfica, docente y artista visual. Fue diagnosticada con alergia al látex hace 5 años. La develación de la enfermedad se manifestó a través de una ecografía transvaginal que desencadenó un cuadro de alergia grave. “Cuando yo supe que el único antídoto para mi enfermedad eran las EpiPens, fui a OSDE para que me cubrieran el 100 por ciento con una constancia que avalaba mi alergia al látex. Con auditoria mediante, me dijeron que no lo cubrían porque la enfermedad de alergia, a secas, no estaba homologada en la Secretaría de Salud. Por lo tanto, nada más te cubre el 40 por ciento, cuando es un remedio que sale $45 mil”, cuenta.

Cada situación debe ser tratada de acuerdo a cada paciente. Al día de hoy, la enfermedad no tiene tratamiento alguno que sea del todo seguro y efectivo. En el caso de Gabriela, siempre que sale lleva un ventolin para la primera reacción por si le genera asma, un antialérgico leve, un antialérgico fuerte y la EpiPens: “Llevo dos, por las dudas, porque la primera puedo no ponérmela bien o no hacer efecto”.  

Además, menciona que la enfermedad impacta en los costos de vida y afecta la elección de profesionales de la salud. Después de 4 años, logró realizarse un PAP y colposcopia en el Centro Médico Rossi, porque es un espacio seguro sin látex. “Por primera vez y con una emoción terrible pude sentirme tranquila por saber que no iba a morir por el control ginecológico”, indica.  

Antes del diagnóstico, Gabriela y su esposo se cuidaron durante 15 años con preservativo con látex para evitar los efectos de la anticoncepción hormonal. En Argentina, el único preservativo sin látex es la variedad Skin de la marca Prime: están fabricados con poli-isopreno, un material sintético. Sin embargo, el precio es mucho más elevado que los preservativos sin látex. De acuerdo al catálogo de una farmacia de renombre, el precio de una caja de tres unidades de preservativos Skin sale 925 pesos, mientras que el mismo producto con látex cuesta 499 pesos.

Es físico, pero también emocional

Claudio Parisi es médico pediatra, especialista en alergia y jefe de las secciones de Alergia Pediátrica y Alergia Adultos del Hospital Italiano de Buenos Aires. Consultado por Feminacida, dice: “Siempre me resultó un tema muy interesante, algo que requería mucha atención. Hace 20 años atrás era un emergente, no había mucha gente que supiera del tema y muchos no creían. En ese momento, me pareció apropiado interactuar con les pacientes, porque creo que tienen la fuerza para lograr cambios. Uno como médico puede mostrar datos estadísticos o empatizar. Pero, en definitiva, cuando hay algún cambio a nivel de leyes o de actitudes gubernamentales son elles quienes lo logran”.

Parisi señala que, si bien existen muchos grados de alergia, hay personas que tienen más riesgo de adquirirla que otras. Las posibilidades aumentan cuanto mayor es exposición a las proteínas del látex, aunque cualquier persona expuesta puede adquirirla. Por eso, la alergia al látex es más frecuente en pacientes con mielomeningocele, espina bífida, hidrocefalia, malformaciones urológica, cardíacas y de pared abdominal congénita y otras patologías que requieren de múltiples  cirugías y/o procedimientos invasivos.

Además, la cuestión laboral es un factor excluyente. Algunes pacientes manifiestan sentirse mal por no poder realizar los trabajos requeridos o no lograr ser entendides por sus propios pares. La mayoría de las veces los equipos jerárquicos no toman las medidas adecuadas. Es decir, sacar al látex de los espacios de trabajo.

Sumado a esto, la pandemia acrecentó el miedo a salir de casa. Entonces el impacto se da en la calidad de vida y en la salud mental: “Hay mucha incomprensión por desconocimiento, la persona que tiene alergia al látex molesta. Molesta en el ámbito laboral y eso, a veces, genera incomodidad”.

Según sostiene la ginecóloga Cecilia Ruiz, es una patología que lleva tiempo para diagnosticarla. Esto se debe a que produce manifestaciones absolutamente diferentes en muchos órganos y sistemas: no es simplemente el hecho de tener un guante puesto en la mano y la reacción alérgica que pueda generar.

“Cuanto más nos exponemos, más riesgo de sensibilizarnos tenemos”

Cualquiera se puede sensibilizar. Los números actualizados de la Organización Mundial de Alergia, para los países que no toman las medidas de prevención, son entre el 3 y el 9,5 % de la población general, que es aquella que no tiene un riesgo aumentado.

Después están los grupos de riesgo, integrados por personas que por distintas razones están más expuestas. Quienes nacen con anomalías congénitas, que son el primer grupo de riesgo, tienen hasta el 73 por ciento de prevalencia. También lo conforman quienes se someten a intervenciones quirúgicas de manera reiterada, en general multioperades, o a quienes operan dentro de las 24 horas de haber nacido: el contacto con el látex, con sus mucosas, con su sangre, es un contacto masivo en un momento de la vida en el que el sistema inmunológico se está formando.

El segundo grupo está formado por trabajadores de la salud. Les odontólogues tienen un 38 por ciento de prevalencia de sensibilización, mientras que les profesionales de distintas áreas tienen una prevalencia del 12 al 25 por ciento.

¿Hay salida?

Para el jefe de las secciones de Alergia Pediátrica y Alergia Adultos del Hospital Italiano, el cambio radica en la concientización y en la coordinación de fuerzas para que el efecto sea contundente. Además, está el tema de la segregación: “Hay muchos pacientes que tienen alergia al látex, que no han tenido reacciones graves. Prefieren aguantarse las reacciones y no tener el título de alérgico al látex, porque eso estigmatiza”.

Frente a una problemática urgente, pero por demás solapada, es posible encontrar una salida. “La gente tiene que saber que esta enfermedad existe, que hay personas que tienen alergia al látex, que tenemos que generar empatía con les pacientes”, propone Parisi y agrega: “Tenemos que ajustar y estimular diagnósticos, lograr áreas y hospitales y ambulancias seguras. Tenemos que lograr posicionar la alergia al látex en un lugar de conocimiento que haga que las personas que estén en emergencias sepan que es algo que existe y requiere de ciertas medidas para evitar el contacto”.


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