Criatura Editora reeditó y publicó La mujer desnuda de Armonía Somers, un clásico de la literatura feminista uruguaya. Con ilustraciones de Caro Ocampo y prólogo de la periodista Gabriela Borrelli, el libro es una joya para quienes gustan de atesorar aquellas piezas que marcaron un hito.
Armonía Somers fue el seudónimo que creó una maestra y pedagoga uruguaya para firmar su primera obra publicada, La mujer desnuda, que provocó un escándalo en el ambiente literario de su época. Esta versión no había vuelto a ser editada desde que apareciera en las últimas páginas de la revista Clima de Uruguay, en 1950.
"Aprovechamos los 70 años para relanzar esta obra removedora y disidente con respecto a la literatura que se estaba produciendo en la región en su época. Hicimos una edición especial, fiel a la primera de 1950", aseguró la editora Julia Ortiz y aporta que el sello distintivo se hizo realidad con las ilustraciones y la interpretación de Borrelli al comienzo de la edición.
La mujer desnuda es una novela salvaje, con una profundidad poética que la hace inmune al paso del tiempo. Rebeca Linke se sumerge en el bosque en una aventura fascinante, onírica, mística, que no es otra que la búsqueda de su propia identidad. En este camino, el despertar feminista explota en la comunión con los nombres de mujer que adopta, y en su liberación remueve la calma aldeana y enfrenta también a quienes la encuentran, aunque más no sea en sus fantasías, a sus propias construcciones identitarias y comunitarias. Para seguirla en este viaje es necesario dejar toda lógica y toda convención de lado.
"Rebeca Linke cumple 30 años, se mira al espejo, se desnuda, se corta la cabeza, sangra, se desangra en realidad, entonces se la vuelve a colocar y toma un tapado, va a la estación de tren y se hunde en el bosque. Allí pierde su nombre pero gana otro cuerpo: el del deseo", cuenta Gabriela Borrelli en el prólogo.
Acerca de la autora
Armonía Somers (Canelones, 1914 - Montevideo, 1994). También editó El derrumbamiento (1953), De miedo en miedo (1967) y Un retrato para Dickens (1969), y —ya retirada de su profesión para dedicarse a la literatura— las novelas Viaje al corazón del día y Solo los elefantes encuentran mandrágora (1986). En forma póstuma se publicó El hacedor de girasoles (Montevideo, 1994). Su obra ha sido traducida al inglés, francés y alemán, y estudiada en diversas universidades del mundo por su rupturismo, su feminismo palpitante y su calidad literaria.