Ser la primera o única mujer en determinados oficios, profesiones o puestos de poder ocupados históricamente por varones tiene gran valor. Para ellas, por ser pioneras y a quienes las sucedan, por la lucha que les espera al caminar por esa huella. También es significante para sus compañeros varones ya que los enfrenta a una nueva dinámica en la que ya no son los únicos. ¿Cómo es la entrada de las mujeres a estos espacios en los que hay que luchar para encontrar un lugar? ¿A qué desafíos se enfrentan? Una columna de Feminacida para Mujeres… ¡de acá!, programa emitido por Radio Nacional.
Tali Goldman es licenciada en Ciencia Política por la Universidad de Buenos Aires y periodista. Actualmente escribe en Anfibia, Latfem y VICE News, entre otros medios digitales y es columnista del programa radial Cheque en Blanco Futurock. En su primer libro La marea sindical, Tali analiza estos espacios “tan machistas como el resto de la sociedad” y se pregunta cómo se incorpora el presente feminista a las organizaciones sindicales: “Creo que el presente feminista atraviesa a las mujeres sindicalistas igual que al resto de la sociedad. Se vive un momento complejo después del Ni una Menos en 2015, de conquistas y de disputar en la calle. Hoy también vivimos en todo el mundo una ola conservadora que obviamente impacta en los feminismos y en las luchas que venimos dando”.
Respecto a la importancia de seguir ocupando espacios en los gremios, la politóloga reivindica la "memoria feminista", esa "que tiene que ver con dejar evidencia de quiénes han luchado históricamente y han empezado un camino para la conquista, en este caso, un espacio sumamente masculinizado como son los sindicatos”.
En su libro, Goldman delinea perfiles de mujeres “comunes y corrientes” que por alguna razón debieron acudir al sindicato al ver vulnerado alguno de sus derechos. Lo que une sus historias es ser las primeras y tener que enfrentarse a varones poderosos y a una sociedad que no las reconocía como aptas ni como pares.
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Si bien la situación ha ido mejorando en los últimos años, los avances se dan de forma lenta y costosa. Según los últimos datos del Ministerio de Trabajo de la Nación, solamente el 18 por ciento de Secretarías, Subsecretarías o Prosecretarías están a cargo de mujeres. De este total, el 74 por ciento corresponden a aquellas históricamente consideradas “propias de las mujeres”, como Igualdad, Género o Servicios Sociales.
Vanesa Siley es diputada nacional y secretaria General de la Federación de Sindicatos de Trabajadores Judiciales. Coincide en que la puja de poderes ha avanzado desde la toma de las calles en 2015 y que la expresión “mujeres sindicalistas” ha tomado peso desde aquel entonces.
Sin embargo, considera que aún falta mucho por hacer. “Hoy el feminismo se encuentra parcialmente desmovilizado y creo que hay que enfocar esa movilización con reclamos concretos. También nos sucede en las organizaciones sindicales y a eso nos dedicamos continuamente: a trabajar en la participación, en el incremento de la discusión política y en el incremento de debates y de decisiones”, observa Siley y agrega que, para que aumente la incorporación y participación de mujeres en los sindicatos “lo central radica en cambiar la estructura de la división sexual del trabajo y el modo en que nos insertamos en esa realidad. Si seguimos teniendo actividades fuertemente feminizadas, que aparte están fuertemente precarizadas o con salarios bajos, vamos a encontrarnos con sindicatos sin participación de las compañeras”.
El techo de cristal es una realidad en casi todos los ámbitos. El del sindicalismo no es la excepción. De cara al próximo 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, el reclamo y la discusión aún sigue girando en torno a la toma de decisiones y a ocupar espacios de poder reales. En ese sentido, la participación gremial y estar presente en las discusiones sindicales es necesario y urgente para ser más y hacer oír en la calles y en la sociedad toda la urgencia por conseguir derechos que aún falta conquistar.