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Amigue, ¿tu terapeuta es feminista?

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En noviembre de 2010 se sancionó en Argentina la Ley 26.657 de Salud Mental, un año y ocho meses después de la sanción de la Ley 26.485 de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en los ámbitos en que desarrollen sus relaciones interpersonales. Como resultado de las luchas feministas, la perspectiva de géneros y diversidades permea los diversos espacios sociales. En el área de la salud mental cada vez son más las personas que buscan acompañamiento terapéutico con perspectiva feminista. Los tipos y modalidades de violencias hacia cuerpos feminizados y disidentes requieren la construcción de un espacio seguro para alojar la diversidad, desterrar las violencias y derrumbar lógicas patriarcales acerca de las identidades y los roles de género. 

¿Por qué es tan importante este abordaje? ¿Qué temáticas son las más frecuentes en la consulta psicológica? ¿Qué violencias acontecen en la relación terapeuta-paciente? ¿Cómo pensar la salud mental más allá de la atención clínica? ¿Qué políticas se promueven desde el Estado? Para abordar estos interrogantes, Feminacida conversó con mujeres que hacen terapia, psicólogas feministas, referentes del Ministerio de Salud de la Nación y especialistas en la temática.  

Por Mariel Tellechea / Foto de portada: Catalina Filgueira Risso


Experiencias de mujeres en consultas psicológicas 

Entre los tipos y modalidades de violencias contra las mujeres que especifica la Ley 26.485, menciona la psicológica. La línea 144 de atención, contención y asesoramiento ante situaciones de violencia por motivos de género recibió 63.202 comunicaciones entre enero y junio de 2022. En relación a los tipos de violencia registrados, el 94 por ciento manifestó haber atravesado violencia psicológica (64 por ciento física y 14 por ciento sexual). Y en cuanto a las modalidades, el 91 por ciento corresponde a violencia doméstica.

Encontrar un espacio terapéutico en el que nos sintamos contenides no suele ser una tarea sencilla. Hace ocho años que Romina va a terapia y pasó por diversos profesionales hasta encontrar una psicóloga con perspectiva feminista. Para ella es muy importante este abordaje. "Les terapeutas construyen un espacio muy íntimo dónde une suele llegar en un estado de vulnerabilidad, permeable a comentarios y preguntas que si se plantean desde las lógicas patriarcales se puede terminar más roto de lo que se llegó”, asegura.

Su primera terapeuta la ayudó a separarse de una pareja violenta. Sin embargo, salía descompuesta de las sesiones y solía faltar para recuperarse. Hasta que sucedió algo que la descolocó: su propia psicóloga comenzó a atender a quien era su agresor. En ese momento, no tomó conciencia de la gravedad hasta que lo conversó con una amiga y decidió dejar ese espacio. El Manual clínico de atención integral a la salud ante situaciones de violencia por motivos de género del Ministerio de Salud de la Nación sostiene que no es recomendable que el mismo profesional atienda tanto a la persona en situación de violencia por motivos de género como a su agresor. Para garantizar la confidencialidad, debe hacerlo otra persona del equipo de salud. 

Alejandra no vivió situaciones de violencia en consulta, pero se sentía estancada con el tipo de terapia que realizaba. La pospandemia la encontró agotada y con mucha angustia. Gracias a la recomendación de un amigo se puso en contacto con una psicóloga de la Red de Psicólogas Feministas, un espacio que realiza abordajes de salud mental desde un enfoque transfeminista, antipatriarcal y decolonial. Lo que Alejandra destaca es que no la patologiza y la siente como una consejera que la recibe con un abrazo y con la cuál intercambia sobre lecturas, música y cine. No está en el pedestal de terapeuta y en vez de indagar en heridas y traumas, exploran en el deseo y el placer tantas veces vedado a las feminidades. Desde el primer encuentro le aclaró el tipo de terapia con el que ella trabajaba y qué implicaba tener perspectiva de género. “Me parece re importante tener este tipo de abordaje porque es un poco como miro yo al mundo”, sostiene Alejandra. 

Lorena cuenta que, si bien su psicóloga no explicitó el abordaje feminista, nunca tuvo comentarios que hicieran pensar lo contrario. Cuando decidió operarse las trompas porque no quería gestar, su terapeuta en ningún momento la prejuzgó como hicieron otras personas de su entorno. Una situación muy distinta vivió Romina con otra de sus psicólogas cuando apareció el tema maternidad. La pregunta por el no-deseo se volvió recurrente. El punto de quiebre se dio cuando quedó embarazada. Romina recuerda que estaba decidida a abortar, pero cuando le contó a la terapeuta su reacción fue abrazarla y felicitarla por el embarazo, aun sabiendo que no deseaba ser madre. A partir de estas experiencias, buscó profesionales con perspectiva feminista. "Esto no quiere decir que sea la psicóloga perfecta, sino que mínimamente no te va a juzgar por no querer ser madre o no te va a tratar de desviada si sos bisexual”, concluye Romina.

Articulaciones entre salud mental y género

La Ley 26.657 introdujo cambios muy importantes en la forma de entender a la salud mental “como un proceso determinado por componentes históricos, socioeconómicos, culturales, biológicos y psicológicos, cuya preservación y mejoramiento implica una dinámica de construcción social vinculada a la concreción de los derechos humanos y sociales de toda persona”. 

Milagros Oberti es licenciada en Ciencias de la Comunicación e investigadora del "Grupo de Estudios sobre Salud Mental y Derechos Humanos" del Instituto Gino Germani de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Para ella la Ley de Salud Mental constituye un hito social en el que participaron diversas voces. Entre los puntos más importantes destaca el cambio de paradigma en los modos de entender a la misma: desde un modelo médico hegemónico (individualista y biologicista) a un modelo social comunitario, con la procesual sustitución de los manicomios hacia dispositivos alternativos, la minimización de los tiempos de internación, la multiplicidad de tratamientos que no se reducen a lo farmacológico y la emergencia de prácticas artísticas, culturales, comunitarias por fuera de los hospitales.


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En cuanto a las relaciones entre salud mental y género, Milagros es contundente: no es lo mismo ser loco que loca. Los criterios que patologizan conductas y las vulneraciones sobre el propio cuerpo son distintas para hombres y mujeres, siempre en detrimento de ser mujer o disidencia. Piensa al patriarcado, el racismo y el capitalismo como grandes productores de malestar. “Las personas sufrimos por esos sistemas de opresión y son esos mismos sistemas de opresión los que nos diagnostican, encierran y generan prácticas y discursos al respecto”, enfatiza.

Salir del consultorio 

“Quizás en algún momento tengas que salir del consultorio como psicólogue para acompañar a denunciar o al hospital y está bien”, explica Julieta Morgana Mayor, psicóloga egresada de la UBA e integrante de la Red de Psicólogxs Feministas. El 90 por ciento de las personas que atiende son feminidades y las problemáticas más frecuentes abarcan las violencias en los vínculos. Lo que más se repite es el sufrimiento por las desigualdades, la invisibilización de las violencias y la patologización de las identidades y orientaciones sexuales. Considera que cualquier persona que trabaje escuchando a otras debería tener herramientas mínimas para acompañar respetuosamente, conocer las leyes vigentes y cuestionar los propios marcos teóricos. Y lo sabe por su propia experiencia como paciente narrando situaciones de violencia que no fueron leídas como tales.

La Red es una clara muestra del aumento de la demanda de la salud mental con perspectiva feminista. La asimetría de poder propia de cualquier dispositivo terapéutico no habilita a juzgar, maltratar ni apresurar los tiempos. Julieta explica que es muy importante encontrar el tiempo adecuado de intervención para no expulsar a las personas que no están listas para separarse o para denunciar situaciones de violencia por motivos de género. “Es muy importante trabajar en el armado de redes porque el consultorio es una hora, una vez a la semana”, precisa y enfatiza que muchas veces esas redes están rotas porque parte de la violencia es dejar a la persona aislada. 

Julieta recuerda que acompañó a una paciente a la comisaría y luego al hospital y trabajaron en conjunto con las compañeras de la línea 137 de atención de casos de violencia sexual y familiar que le entregaron el kit de profilaxis (una herramienta de prevención ante riesgo de embarazos y enfermedades de transmisión sexual disponible en prepagas y centros públicos de salud). Denunciar es complejo, puede haber resistencias y represalias, hay que brindar toda la información, saber cuáles son los derechos y no es fácil poner el cuerpo cuando estás vulnerable. “Que otra persona de esa batalla por vos en ese momento está bueno”, afirma la profesional.

Salir del consultorio también es tejer lazos y compartir experiencias. La Red de Psicólogxs Feministas articula en diferentes territorios con mediques, abogades, trabajadores sociales y profesionales de la comunicación. Realizan formaciones al interior de la red y también acompañan a organizaciones e instituciones que necesitan repensarse.

Políticas de Estado en Salud Mental 

¿Cuáles son las acciones que se generan desde el Estado? ¿Cómo se abordan los cruces entre salud mental y género en las políticas públicas? Para intentar responder estos interrogantes, Feminacida conversó con Denise Thery, licenciada en Psicología de la UBA y coordinadora del equipo de Género, Diversidad y Violencias de la Dirección Nacional de Abordaje Integral en Salud Mental y Consumos Problemáticos del Ministerio de la Salud de la Nación. 

Los feminismos interpelan a las políticas públicas en salud mental y, para Thery, esto se traduce en el desafío de llegar a todo el país a través de distintas herramientas de actualización y sensibilización para les profesionales y el trabajo coordinado entre diferentes áreas y ministerios. En 2020 lanzaron el Plan Nacional de Políticas de Género y Diversidad de Salud Pública y, junto con el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación, el Plan Nacional de Acción contra las violencias por motivos de género. El objetivo es transversalizar los abordajes de géneros y diversidad y que funcionen como observatorios de las problemáticas para planificar acciones.

Por otra parte, pusieron en marcha el Manual clínico de atención integral a la salud ante situaciones de violencia por motivos de género mediante un proceso federal de capacitaciones en hospitales nacionales, recorriendo las provincias y actuando en función de sus demandas. También junto con el Ministerio de Mujeres acompañan procesos de salud mental en contextos de encierro y junto al Programa Mil Días los abordajes de parto respetado.

La funcionaria considera que hay un trabajo muy fuerte por delante en salud mental porque muchas veces se cree que la perspectiva de género es sólo cambiar el lenguaje y se dejan de lado otros aspectos de la inclusión. Desde la Dirección que coordina buscan generar espacios de salud mental para todes que funcionen integralmente, con seguimientos y acompañamientos, sin topes de tiempo o cupos, donde no se revictimice a la persona, con profesionales que tengan sensibilidad y capacidad de escucha porque “la entrada a un espacio de salud es una oportunidad que no hay que perder”, afirma.


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En relación a lo que plantea la Ley 26.657, considera que es importante garantizar el acceso comunitario a servicios de salud mental en distintos centros de salud que acompañen todo el proceso de la persona que sufre violencias por motivos de género. Es necesario abandonar la idea de que la persona “vaya y denuncie” sin cuestionar si está en condiciones de hacerlo, cómo acompañar, qué necesita, qué pasa cuando vuelve a su casa. 

Las violencias por motivos de género afectan de forma diferencial a mujeres y disidencias y la salud mental desborda a la práctica clínica para enmarcarse en procesos políticos, sociales, culturales e históricos. Nuestro país cuenta con legislación que busca ampliar el horizonte de derechos, pero el desafío es seguir militando y produciendo conocimiento para que sea una práctica efectiva.


En esta nota se usaron nombres ficticios en los testimonios de mujeres en espacios psicológicos para resguardar su identidad e intimidad.


Teléfonos y páginas útiles

Ley 26485 de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en los ámbitos en que desarrollen sus relaciones interpersonales

Ley 26.657 de Salud Mental

Línea 144  

Red de Psicólogas Feministas  

Manual clínico de atención integral de la salud ante situaciones de violencia por motivos de género, herramientas para equipos de salud


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