La semana inició con una corrida cambiaria que acaparó la agenda mediática. El dólar subía y la incertidumbre de una sociedad culturalmente atravesada por la moneda extranjera, también. Los canales de televisión y las redes sociales no ayudaban a calmar la ansiedad, aunque la mayoría de las y los consumidores poco entendían lo que estaba pasando.
Feminacida conversó con Noelia Méndez Santolaria, economista feminista y columnista de Economía en Pasadas por alto, programa emitido por FM La Tribu. Luego de tres días de freno a la escalada del dólar y de la charla magistral que dio la vicepresidenta ayer en La Plata, es posible hacer algunos diagnósticos. ¿A qué se debe la inestabilidad? ¿Por qué siempre se puede analizar la coyuntura económica desde una perspectiva de género? ¿Cómo que no hay soluciones mágicas?
Que los números cierren con nosotras adentro
“Es necesario tener una estabilidad macroeconómica para poder atender los problemas de fondo, como la pobreza”, inicia Méndez Santolaria, también integrante de Poco Ortodoxas, un proyecto de comunicación de Economía con perspectiva de género. “Con tal inestabilidad no hay manera de generar un programa para salir de esta trampa, donde los precios cada vez aumentan más y cada vez más gente queda por debajo de la línea de la pobreza. Y son principalmente las mujeres las que se encuentran dentro de los deciles de ingresos más bajos”, continúa.
Y la realidad es que la corrida cambiaria que inició el lunes —relacionada a la devaluación del peso frente al dólar— volvió a poner el foco en la necesidad del gobierno en atender la urgencia. La pregunta que surge es si habrá tiempo para intervenir en las problemáticas estructurales. En Argentina, el índice de pobreza es de un 39,2 por ciento y alcanza a 18 millones de personas según estudios del INDEC del segundo semestre del 2022.
Ahora bien, si la mayor parte de las personas no viven en dólares, ¿cómo afecta esta situación a nuestra economía en pesos? ¿Qué sucede con los precios?
“Cuando se dan devaluaciones muy bruscas del tipo de cambio, la gente espera que eso se traslade a precios. Es decir, que sea más difícil hacerse de insumos, que sea más complejo el ahorro futuro. Entonces, quienes tienen el poder de fijar algunos precios, los aumentan: a veces simplemente se basan en expectativas —o especulaciones— y otras veces lo hacen para empardar ese aumento del tipo de cambio”, explica la economista.
Pero si la corrida es del dólar blue y las importaciones y exportaciones se rigen por el dólar oficial, ¿por qué tocan los precios? La respuesta no sorprenderá: son meras expectativas. “Al ver que escasean los dólares para pagar las importaciones, que los tipos de cambio paralelos aumentan, quienes importan empiezan a tener dudas o se les genera incertidumbre sobre cuál va a ser el precio que pagará cuando tengan que reponer esa mercadería”, clarifica Méndez Santolaria. Por lo general, cuánto más grande es la brecha entre el oficial y el paralelo, más leña echa a las expectativas de devaluación.
Quienes tienen trabajos informales o quienes reciben ayuda del Estado (como AUH o Potenciar Trabajo) no pueden actualizar sus ingresos al mismo ritmo. En cambio, las personas que viven de un trabajo en relación de dependencia eventualmente tienen la posibilidad de beneficiarse de las negociaciones colectivas de sus sindicatos. De acuerdo a los últimos datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el 45 por ciento de las y los trabajadores de Argentina se desempeñan en la economía informal. “Allí las mujeres estamos sobre representadas. Entonces los ingresos de las mujeres que trabajan para el mercado también tardan más en actualizarse”, subraya Méndez Santolaria.
También ocurre con las personas que cobran pensiones contributivas, como la jubilación: ven sus ingresos estancarse frente al aumento acelerado de precios y dependen de las negociaciones que se realizan con el Estado para la actualización de las prestaciones. En este sentido, la economista confirma: “Las mujeres están sub representadas en las pensiones contributivas porque han tenido una inserción más precaria en el mercado formal”.
¿Por dónde empezar para lograr un escenario más estable?
“El control de precios en este nivel de inflación y de inestabilidad es un paliativo muy pequeño. No hay posibilidad de que funcione como en el pasado, y tampoco es una política estructural de estabilización efectiva de la inflación”, desmiente la columnista de Pasadas por alto. No alcanza solo con monitorear los precios en las góndolas.
Méndez Santolaria diagnostica que la inestabilidad que tenemos se debe a la falta de dólares en la economía para afrontar los compromisos de deudas y de importaciones: “Llegamos a un momento de tal escasez de dólares, que el mercado se da cuenta de la falta de herramientas que tiene el Estado para responder frente a las demandas de esos dólares, y por eso se produce la corrida”.
Y Cristina Fernández de Kirchner ayer sostuvo lo mismo en su discurso: “La inflación en Argentina está atada a la escasez de dólares. El año pasado hubo sobrecumplimiento con los acuerdos con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y aún así hubo inflación. Queremos que se revisen las condicionalidades y que las sumas que se paguen estén atadas al superávit comercial, porque allí radican los únicos dólares que producimos”.
La corrida mermó cuando el ministro de Economía, Sergio Massa, anunció la renegociación del acuerdo con el FMI, el cual prohibía que el BCRA intervenga en el mercado cambiario para evitar una corrida. Massa incumplió e intervino para ponerle freno a la escalada de la moneda extranjera. “Corridas ha habido siempre, el problema son las restricciones para intervenir. Estamos ante un dilema y un problema brutal”, aclaró la vicepresidenta en relación a la dependencia que genera la organización financiera.
“El FMI ni siquiera funciona para los momentos de catástrofe. ¿Cómo llegamos a esta situación de escasez de dólares? Este año se dio una sequía muy importante en la región y la merma en ingresos fue sustancial: 20.000 millones de dólares menos. Para dar una idea, es como la mitad del préstamo que le pedimos al Fondo”, repone la economista entrevistada.
Percibir menos ingresos se dio, además, en un contexto excepcional: la emergencia sanitaria por el COVI-19 y la guerra Rusia-Ucrania. En este sentido, Méndez Santolaria reflexiona: “A este punto y encima en un año electoral, no hay posibilidad de que la economía genere por sí esos dólares que faltan. Dependemos del FMI, en donde siempre nos termina pasando lo mismo: le pedimos permiso para tomar las decisiones que hacen a la política y a la economía. Lo primero que hay que hacer es reforzar las reservas internacionales que tenemos, pero los caminos para hacerlos son bastante complicados”.
Especula, especula que algo quedará
No se puede hablar de un proceso inflacionario sin tener en cuenta las expectativas. “La mayor parte de las teorías sobre la inflación las tienen en cuenta: uno ajusta los precios por lo que vio que ya sucedió en el pasado o lo que cree que sucederá a futuro. Y cuando se empiezan a ajustar los precios de acuerdo al futuro, la inflación empieza a dispararse porque no hay un techo. Eso es lo que está empezando a pasar ahora”, manifiesta la integrante de Poco Ortodoxas.
Sin embargo, no siempre todo es especulación. Según la economista no es simplemente una sensación que alimentan principalmente los medios de comunicación, sino que al estar frágiles las condiciones macroeconómicas, es previsible que ante una escalada del dólar los costos aumenten. Ahora bien, lo que sí alimentan las ideas especulativas es el escenario electoral que se va conformando. De esta manera, que Milei crezca en imagen positiva hace que se escuchen con “más seriedad” cuáles van a ser sus programas económicos, porque hay algún grado de posibilidad de que eso suceda.
“Cuando este tipo de oferta electoral pone sobre la mesa un plan económico que implica la dolarización, repercute muy negativamente en las expectativas de lo que pueda llegar a pasar. Porque justamente, si el diagnóstico es que faltan los dólares y la propuesta es dolarizar, ¿con qué reservas se haría? Ahí empieza una psicosis de quién se va a quedar con las reservas, quién se puede cubrir frente a esa posibilidad de dolarización, etcétera. El escenario que se vislumbra con esta propuesta de la ultraderecha también intranquiliza a los mercados”, ejemplifica Méndez Santolaria y esclarece: “No es que la propuesta electoral de Juntos por el Cambio sea demasiado auspiciosa, pero plantear recetas mágicas inexistentes no hace más que echarle leña al fuego”.
En esta misma línea, ayer Cristina fue clara y dijo que la inflación no para con una dolarización. “La convertibilidad terminó con muertos y represión. Estamos discutiendo algo que fracasó hace 20 años. No tenemos que volver atrás para solucionar ni el presente ni el futuro, ¿qué nos pasa, compatriotas?”, interpeló durante la charla magistral titulada “La Argentina circular. El FMI y su histórica receta de inflación y recesión”.
La culpa no es del aumento de salarios, señor empresario
“Achacarle el problema inflacionario al aumento de los salarios es un tanto injusto”, advierte la economista feminista sobre una idea que circula y se extiende bastante en la opinión pública. Hoy los empresarios están teniendo un costo salarial por debajo de la actualización de la inflación en la mayoría de los casos, y si no, a la par.
¿Por qué decir que la explicación de la inflación es la actualización de los salarios es un argumento falaz? Méndez Santolaria clasifica dos tipos de empresarios: “Uno puede ser un señor que tiene un almacén y cinco empleados, pero también puede ser Paolo Roca, dueño de Techint”. Y en esta heterogeneidad, el costo salarial tiene un peso distinto dentro de toda la estructura de cada uno.
“Probablemente el mayor costo en el almacén sea el de los salarios, pero para Techint —que está tan tecnologizada, que tiene inversiones en maquinaria y en infraestructura— el costo salarial se vuelve un porcentaje muy chico de su estructura de costos. Entonces un aumento ahí no debería desestabilizar la economía de esas empresas tan grandes. Y, probablemente, el almacenero ante un aumento de los salarios tenga que aumentar sus precios. No sucede lo mismo en todos los casos”, sigue la columnista de Pasadas por alto.
Retrasar los salarios tampoco funciona si la pérdida del poder adquisitivo es tan significativa: “Ahí se resiente mucho la demanda, no hay a quien venderle y cada vez la plata alcanza para menos. Por lo tanto, el consumo también se deprime y las empresas no tienen mercado, sobre todo las que se dedican al mercado interno”.
“El acuerdo con el fondo es inflacionario”
Cristina no desaprovechó la oportunidad de repudiar el acuerdo que se firmó con el FMI durante la gestión de Mauricio Macri. “Es inflacionario porque es una política enlatada que se aplica como receta monotemática en todos los países. Las políticas del Fondo no han dado resultado en ninguna parte, no hay ni un modelo exitoso”, sentenció.
Ahora bien, ¿por qué es inflacionario? Méndez Santolaria cuenta que cumplir con la meta fiscal implica, entre otras cosas, la quita de subsidios al transporte y a los servicios públicos: “La asignación de recursos para el apoyo a la población en términos de servicios y de energía estaba muy mal distribuida porque se subsidiaba, tanto a quienes tienen el poder adquisitivo suficiente como para pagar la boleta completa, como quienes están en los desfiles más bajos de ingresos. El ajuste que se tuvo que hacer fue tal que, por más que sea progresivo, también impacta en la inflación porque es un costo transversal a todas las actividades productivas.
A esta altura, son muchas las empresas que no tienen espalda para afrontar el pago de servicios y tienen que trasladarlo a sus costos. Así empiezan a inflarse los precios también. Lo mismo pasa con el transporte y la economista feminista es clara: “Las tarifas de transporte subsidian a las empresas en vez de subsidiar a los individuos. No hay una manera progresiva de darle más a quien más necesita y menos a quién puede pagarlo. Y si directamente se quitan los subsidios a las empresas, afecta a todas las personas sin criterio de poder adquisitivo”. Esta variable también afecta la inflación: cada vez hay que usar más sueldo para pagar el colectivo.
La estabilidad no radica en las candidaturas
¿Que el Frente de Todos todavía no defina su candidato o candidata afecta los movimientos financieros? Consultada sobre la influencia de los posibles escenarios electorales, Méndez Santolaria asegura: “Más que candidaturas, no se ve un plan económico, no se está hablando de qué hacer de acá ocho meses en el cambio de mando”.
Para la economista, la falta de definiciones en materia económica le suma más incertidumbre a la cuestión. “Del lado de la ultraderecha tenés una propuesta terrible, impracticable, ridícula —que la gente escucha bastante—. Y del otro tenes un silencio absoluto sobre qué cosas hacer. No hay respuesta del otro lado”, opina.
Que el “mercado” escucha cada vez que habla Cristina es algo que también se dice y se sabe. Ayer la vicepresidenta hizo un repaso de cómo se enfrentaron en el pasado estos desafíos que vuelven a tocar en el presente. “Siempre es muy valioso escucharla, pero no sé si eso se traduce en una solución práctica en el presente. Por ahora, las definiciones económicas vendrán por el lado de Sergio Massa, quien ha sido respaldado por diversos actores de la coalición gobernante”, pronostica Méndez Santolaria.