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Justicia por Cielo: las madres son protectoras, no obstructoras

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Cielo es el nombre de fantasía de una niña de cinco años, oriunda de la provincia de Chaco. Desde hace mucho tiempo, su madre y su familia llevan adelante un proceso judicial por abuso sexual contra el progenitor y, recientemente, sus abuelos paternos. Sin embargo, el máximo tribunal chaqueño, lejos de facilitar las cosas para las víctimas, acusa de obstructora del vínculo a la madre de Cielo, pone en duda su palabra, las pruebas presentadas y exige la revinculación de la niña con sus abuelos paternos. 

¿Quién garantiza el cuidado y la protección de las niñeces en los procesos de denuncia por abuso sexual? ¿Qué pasa cuando el poder judicial obstaculiza y revictimiza a la familia denunciante? ¿Cómo se complejizan estos casos cuando las asimetrías de poder favorecen al imputado? ¿Qué pasa con el caso de la niña Cielo en Chaco y por qué distintas organizaciones civiles exigen justicia y que no se vulneren los derechos humanos en el proceso judicial? 

Foto de portada ilustrativa: Catalina Filgueira Risso

Una causa judicial compleja 

No es un dato menor hablar de las asimetrías de poder que delinean este caso. La familia acusada es empresaria y posee varios locales comerciales. Además, el progenitor es miembro de la Unión Argentina de Jóvenes Empresarios de Chaco y Crypto NEA —una organización especializada en criptomonedas—, lo que se traduce en una cuota enorme de desigualdad de fuerzas a la hora de ir a la justicia. 

Sumado a este escenario, en este último tiempo los abuelos paternos manifestaron que, al ser parte de los vínculos afectivos primarios de la niña, consideran importante establecer una revinculación con ella, dado que previamente a la develación de la agresión sexual, eran el nexo para garantizar las visitas entre la niña y su progenitor. 

“La mamá de Cielo les ha propuesto millones de alternativas para que puedan ver a la niña. De hecho, la progenitora ha dicho que si quieren ir a su propia casa pueden hacerlo. Se ofrecieron muchas alternativas y rechazaron todas porque, básicamente, ellos quieren hacer contacto entre la niña y el progenitor, que es justamente quien está imputado por abuso sexual agravado. Entonces en esa pelea judicial los abuelos empiezan a elaborar su discurso, diciendo que la madre es obstructora en el vínculo de la niña y los abuelos”, comenta en diálogo con Feminacida Aldana Ros, abogada del equipo legal del caso.

Desde 2017 hasta octubre de 2022 en Argentina se registraron 14.424 casos de niñas, niños y adolescentes víctimas de violencia sexual. Estos datos se desprenden del Programa Nacional Las Víctimas contra las Violencias del Ministerio de Justicia de la Nación. Lejos de disminuir, año a año, las cifras vienen sufriendo un incremento prolongado. 

Los antecedentes de la violencia y los primeros indicadores de abuso

Cuando Cielo tenía nueve meses, su madre denunció al progenitor de la niña por haber sufrido violencia de género. La familia denunciante describe que con su hija en brazos la madre fue arrastrada con el auto del progenitor y por el hecho fue imputado y condenado gracias a las cámaras que la víctima había puesto fuera de su casa. Los allegados a la familia de Cielo agregan que anteriormente sucedieron otros episodios de violencia que no alcanzaron el carácter de denuncia penal porque se suponía que ella sería la más perjudicada, teniendo en cuenta la situación privilegiada del que era entonces su marido. 

Por ese entonces, el progenitor tenía una denuncia de acercamiento y los abuelos paternos actuaban como intermediarios para facilitar el contacto con él. Es ahí donde comienza el hostigamiento del Juzgado de Familia, primero fijando franjas de visitas con horario nocturnos y acusando a la madre de obstructora por manifestar su desacuerdo con la arbitrariedad de la franja horaria. El progenitor se llevaba a la niña desde las 17 hasta las 22 horas, de lunes a lunes, en unos horarios poco recomendados para una bebé todavía lactante. 

Por ese entonces, la madre trabajaba por la mañana y a la noche dormía con su hija. En todo ese proceso, continuó exigiendo al Juzgado de Familia el cambio de los horarios de visita y esas denuncias, rápidamente, se transformaron en dos años de litigio porque el progenitor sistemáticamente denunciaba a la madre, adjudicando el impedimento de contacto: el poder judicial oía su reclamo, actuaba con celeridad y desestimaba las denuncias de ella. 

Paralelamente a esta discusión, la madre empezó a notar los primeros indicios del abuso: reticencia y angustia de la niña cada vez que se la llevaban sus abuelos paternos, reiteradas infecciones urinarias, un comportamiento extraño en la niña. Un año después, cuando Cielo tenía 3 años, la familia allegada declara que la niña pudo poner en palabras los abusos que estaba sufriendo por parte del progenitor. “Ahí empieza el calvario”, agrega la familia protectora.  

En este punto, Sandra Barilari, sobreviviente de abuso sexual en la infancia, consultora psicosocial, feminista y activista consultada cómo especialista en la temática refiere a lo complejo que se vuelve llevar a la justicia estos casos: “Cuando se trata de estos delitos contra la integridad sexual cometidos en niñeces tan pequeñas, la validación del abuso es prácticamente nula, a menos que el niño o la niña ingrese a la guardia por lesiones severas que den cuenta de la agresión. La validación en una niña que no tiene organizado su discurso, porque tiene 3 años, obviamente que no lo consciente”. 

“En realidad la justicia nunca ha logrado tener una mirada integral respecto a esto. Nosotras ya venimos diciendo que nadie escucha lo que decimos. En este sentido, un tipo que ejerció violencia sobre la madre no puede ser nunca un buen padre. Pero la justicia interpreta otra cosa y las niñeces no tienen nada que ver con esto. Por eso a estos varones se les otorga el régimen comunicacional”, asevera Sandra Barilari.

Luego de idas y venidas, la familia de Cielo no lograba obtener ninguna medida de protección avalada por la fiscalía. La respuesta a ese reclamo era que sin la declaración del progenitor no podían otorgar una medida de precaución. Finalmente se logró una prohibición de acercamiento porque se apeló a la cámara correspondiente. Es allí donde comienza el proceso de revinculación con los abuelos paternos y el señalamiento como “madre obstructora”.

Denuncias cruzadas y un pedido de justicia para Cielo

“Se está tramitando la causa penal por abuso sexual en la cual está imputado el progenitor de la niña. Seguimos pidiendo que transite el proceso penal en prisión preventiva, así evitamos el peligro de fuga, de entorpecimiento y el riesgo grave en el que se encuentra la niña, ya que más allá de lo que es el tramite penal por abuso sexual, Cielo continúa siendo violentada de distintas maneras: no solo por su progenitor imputado, sino también por la familia paterna, particularmente por sus abuelos”, manifiesta la abogada defensora.

Además, señala que en estos momentos los abuelos paternos también están siendo investigados por un grado de participación en los abusos sexuales cometidos hacia la menor. No es un detalle menor que todas las acciones iniciadas por los abuelos paternos avancen como una rapidez inusitada. “Ellos continúan iniciando y tramitando causas a los fines de seguir violentando y criminalizando a la mamá de Cielo. Así también buscan someter a la madre y a Cielo a evaluaciones por parte de equipos interdisciplinarios. Una de las causas tiene una ejecución de sentencia en la cual están buscando endeudar a la parte damnificada y están ejerciendo a su vez violencia económica”, explicó la letrada. 

Un reclamo que necesita ser escuchado

El principal reclamo es que avance el trámite de la causa por abuso sexual agravado. “A su vez pedimos que el poder judicial de Chaco dicte una prisión preventiva habida cuenta del grave riesgo a la integridad de la salud y la vida de la niña”, agrega Ros. 

A esta solicitud de justicia, la abogada también deja en evidencia el grado de ensañamiento del poder judicial de Chaco hacia la madre de Cielo en sus reiterados intentos por criminalizarla y someterla, tanto a ella como a su hija, a una constante revictimización. Mientras se espera que la justicia tome cartas en el asunto a favor de Cielo y su madre, la familia protectora, agrega que mientras tanto la niña continúa su proceso terapéutico, con el apoyo de su familia y está al pendiente de su hermano bebé.

“Es muy importante lo que hace el sistema familiar después con esa herida traumática. Eso va a determinar un montón de aspectos de la repercusión de un daño de estas características. Son causas muy difíciles, muy polémicas que fueron así desde que me acuerdo, hay una gran diferencia: ahora tenemos redes, tenemos colectivos que ponen en voces públicas esto, que se transforman en bandera de un reclamo de protección de derechos para una niña”, concluye la licenciada Sandra Barilari. 


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