De cada una de ellas algo vamos a recordar. Aquí cada mujer deja su huella en les espectadores a fuerza de poesía y de un trabajo actoral muy bien logrado. Cuerpos que coordinan palabra y movimiento para sumergir al público en una casa de almas que pide justicia. Soñé con ellas es el último espectáculo escrito y dirigido por Gustavo Walter Moscona y es una intervención necesaria en un mundo que todavía es funcional al patriarcado. En ella conocemos a cuatro mujeres víctimas de femicidio.
Ángeles, Florencia, Natalia y Lucía cobran vida de la mano de cuatro actrices que están a la altura del proyecto teatral del cual forman parte. Asumir que no saben dónde están y que en el aire vuelan más preguntas que respuestas serán los disparadores para que los personajes conecten entre sí y jueguen con todas las posibilidades que se presentan. El drama de saberse perdidas y las conjeturas que el grupo elucubra entre anécdotas, risas y recuerdos borrosos son elementos interpretados con medidas iguales de ternura, fuerza y certeza.
En esta obra de teatro no sobran las metáforas ni faltan los aciertos. Cada gesto sabe entregar lo necesario en las escenas que suceden sin baches ni apuros. Sus intérpretes no abusan de actuaciones forzadas y logran alojarse en el imaginario de quienes asisten a la sala teatral.
Más allá de las excelentes actuaciones la pregunta que surge imperiosa es la de reflexionar acerca de cómo contamos las historias que todavía duelen. Los cuentos que nos toca escuchar a diario y que provocan miedo e indignación. ¿Cómo se relata un femicidio? ¿Cómo se expone una relación violenta? ¿Qué elegimos mostrar ante un público acostumbrado al morbo y a los prejuicios? ¿Cómo evitamos caer en lugares comunes que no aportan nada y que por sobre todas las cosas no hacen más que revictimizar a las verdaderas protagonistas? El proceso de dirección debe respetar su temática, entender que una obra de teatro que habla de la violencia de género no puede pensarse sin mayores complicaciones es caer en un estado de inocencia.
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La cultura se ejecuta como herramienta para no olvidar, para marcar con fuego las noticias que parecen descartables en un universo de diarios amarillistas y televisores vacíos. El mundo teatral permite una inmersión honesta y quien observa y escucha lo que sucede en el escenario se retira del teatro con la sensación de haber formado parte de lo acontecido. Cuando este intercambio sirve para recordar que la violencia de género es una problemática vigente y que no conoce fronteras es cuando damos un paso hacia adelante a pesar del dolor.
La escenografía acompaña la imaginación de los espectadores y el vestuario y la utilería son recursos bien aprovechados en una puesta austera y eficiente. Aquí la música y las imágenes no son herramientas elegidas al azar. Ninguna didascalia estorba. Soñé con ellas es sin dudas una experiencia teatral imperdible que busca tatuarse en quienes tienen la suerte de vivenciarla. Un plan ideal para adultes y un trabajo artístico interesante para invitar a adolescentes a reflexionar sobre el flagelo de los femicidios.
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