Taller de chapa y pintura es la primera novela de del dúo literario Mestizorras, integrado por la española Mississippi y la chilena Amalas. Publicada por la editorial Barrett, cuenta la historia de Ale, Ámbar y Anita, tres mujeres jóvenes que se conocen al enfrentarse a un acosador en un subterráneo de Valencia, España.
Lo novedoso de esta edición es que parte de la historia está contada a través de notas periodísticas, testimonios para un documental, chats de Whatsapp, canciones, entre otras intervenciones. Luego de ese episodio se unen y sus diferencias sociales o de origen no les impiden hacerse amigas. Más aún, a medida que se suceden nuevas situaciones de violencia sexual en sus vidas, se convencen de utilizar esa misma violencia contra acosadores y violadores, creando un movimiento: Mestizorras.
Taller de chapa y pintura plantea, a modo de ficción —y con algunos elementos fantásticos—, la posibilidad de que las mujeres comiencen a responder con violencia, a la violencia machista. ¿Qué sucedería? Todo se torna un tanto distópico. Sin embargo, el texto navega, desde un lugar ágil y divertido, por un mar de reflexiones en el que es imposible no encontrar similitudes con situaciones cotidianas e identificarse con las protagonistas.
El relato de las jóvenes que se vengan de los abusos que sufrieron no hace más que invitar a reflexionar sobre la impunidad de la violencia machista. Por que al fin y al cabo la única arma que no lastima es la que vomita letras y la escritura, también es hartazgo.
—¿Podemos no hablar de matar a nadie en un bar? Nos pueden denunciar.
—¿Quién nos va a denunciar?
—No lo sé, alguien que te escuche decir que quieres perforarle la cabeza a ese viejo.
—Y con un taladro.
—Exacto.
—Qué más da tía, somos chicas. ¿Crees que nos tomarían en serio?
Sobre las autoras
Mestizorras es (casi) un único cerebro en dos cuerpos. Mississippi, nacida en València, España, y Amalas, chilena, de Valparaíso. Escribieron su primera novela en Google Drive, a cuatro manos. Tienen la deficiencia de decir demasiadas veces "sí" (a todo), y van a terapia porque les recomendaron lidiar con el sadismo y el FOMO (aprehensión generalizada de que otros podrían estar teniendo experiencias gratificantes de las cuales se está ausente, situación que se exacerba con los redes sociales).
