Mi Carrito

Taylor Swift: no es despecho, es conciencia feminista

Compartí esta nota en redes

Taylor Swift se presentará por primera vez en Argentina en el Estadio Monumental como parte de The Eras Tour en un show que reúne toda su discografía. La cantante estadounidense, que lleva más de quince años ocupando los podios internacionales y haciendo historia, viene finalmente a nuestro país para llenar de poesía tres fechas —ya agotadas— en River que, sin dudas, explotarán.

¿Se puede decir que es una cantante feminista? ¿Somos cipayas por bancar a una chica blanca de Nashville que canta sobre corazones rotos? ¿Qué tensiones componen los últimos años de carrera de Swift? Canciones sobre rupturas amorosas, poder y misoginia, críticas mediáticas y peleas legales por la propiedad de su música. Leer este perfil te llevará el mismo tiempo que esta playlist. Poné play y escuchá mientras lees. 

Por Lourdes Meriño y Camila Meriño


“Taylor Swift, otra vez resentida”, “Se separó, se viene una nueva canción para su ex”, “Su musiquita pop adolescente aburre”, “Que se consiga un problema”. Con algunos de estos comentarios creció Taylor Swift. La productora, directora, compositora y empresaria tuvo que convivir con críticas que buscaban bajarle el precio a su trabajo y que cuestionaban sus elecciones sexoafectivas. Si bien no es novedoso que la cobertura mediática de la vida y carrera de las personalidades públicas, sobre todo mujeres, sea abordada de manera amarillista y poniendo el foco en su intimidad, es indispensable identificar estas lógicas en la industria musical para poder comprender el contexto en el que una artista como Taylor surge, conquista y logra cambiar ciertas prácticas. Esas críticas no sólo vienen de los medios, sino que les mismes fans miran con lupa cada tweet, cada emoji y cada palabra que la cantante usa para realizar especulaciones y adivinar cuál será el próximo tema, novio o novedad que la artista comunicará.



Si un varón escribe un tema sobre una chica, es un poeta y es una “canción de amor”, pero si una mujer es quien compone lo mismo se convierte inmediatamente en una intensa. A iguales sentimientos explícitos, se generan valoraciones distintas. Si un varón le dedica un tema a una exnovia, se trata de algo cómico o romántico, pero si hay una mujer detrás de la composición, es una despechada. Podemos poner un cartel bien grande que diga patriarcado con luces de neón para quienes han pasado por alto las señales hasta este momento. En el ámbito regional, cantantes como Karina “La Princesita”, Thalia, Belinda y Shakira han sido acusadas de lo mismo: cantan con “despecho”, dan nombres, cuentan quién y qué las lastimó. Pero a no confundirse: no es resentimiento, es arte. Taylor Swift cuenta que sufrió mucho en los primeros años de su carrera al ser criticada por cantar sobre corazones rotos. ¿Acaso no puede una adolescente de 16 años cantar sobre el amor? Los medios y algunas personalidades de la música sostenían que la cantante no podía mantener una relación de más de unos meses. “Una piba complicada, no puede lograr que sus novios se queden con ella”, decían. 

En una entrevista con Rolling Stone, Swift lo cuenta: "Decidieron que absolutamente todo lo que yo hacía estaba mal. Si hacía algo bien, era por las razones equivocadas. Si hacía algo valiente, no lo hacía bien. Si me defendía, era una caprichosa. Así que me encontré en esta interminable cámara de eco de burlas". Con los años, Taylor Swift pudo empezar a resignificar estos prejuicios con temas como Blank Space hasta llegar a su obra culmine en la que responde a todos los comentarios y críticas a las que fue sometida durante toda su carrera: el álbum Reputation alcanzó el número uno en 13 países. 

¿Tanto mueve una artista que arrancó a los 14 años cantando country? Spoiler alert: la respuesta es sí. Taylor Swift es la cantante femenina con mayores ingresos de la última década. Su Reputation Stadium Tour es la gira con más recaudación en la historia de América del Norte. Ganó tres veces el premio Grammy a álbum del año, récord alcanzado solo por siete artistas (todos varones) y es también la segunda artista más joven en recibirlo. Ha sido nominada a canción del año más veces que cualquier otra artista femenina en la historia de esos galardones. Escribe todas sus canciones en una industria del pop en la que la regla es comprar, intercambiar y encargar letras y sonidos a otros productores o artistas. Taylor Swift ha revolucionado la industria musical y ha marcado un camino de derechos y propiedad intelectual para otres artistas.

Taylor Swift es la industria musical

Las discográficas estadounidenses son propietarias de los másters de las canciones de les artistas que contratan, esto quiere decir que son dueñas de los originales para usufructuar. Taylor Swift tenía contrato con la discográfica Big Machine Records hasta 2018 y representaba alrededor del 80 por ciento de sus ganancias. Cuando cambia de dirección y firma con Republic Records (Universal) toma una decisión que cambió la industria discográfica por completo: agrega una cláusula que garantiza que la propiedad de sus canciones es únicamente suya. Íconos como Prince y Janet Jackson lucharon durante años para cambiar estas lógicas de contratación que soslayaban la propiedad intelectual de les artistas. En ese mismo contrato con Republic Records, Universal se comprometía a que cualquier venta de sus acciones de Spotify debía resultar en una distribución de dinero a sus artistas, aumentando así las regalías que ellos obtenían a partir de la comercialización. 

Pero ésta no es la primera vez que Swift se mete con los grandes servicios de streaming. En 2015, negoció con Apple Music para que comience a pagarle a les artistas las reproducciones aún en las pruebas gratuitas de la plataforma y en 2014 retiró su catálogo completo de Spotify en protesta porque las regalías de las pruebas gratuitas eran irrisorias. Taylor Swift marcó historia en este sentido para su carrera, pero también para miles de artistas que se vieron beneficiados por los cambios que se realizaron a partir de ese momento. 

¿Por qué accedieron las empresas multimillonarias a las demandas de la cantante pop? El peso que tiene el catálogo de Taylor Swift vale la pena, da ganancias increíbles y prescindir de esto ha dejado de ser una opción. Es por eso que ceden a sus demandas con tal de beneficiarse y sacar una porción de ese rédito descomunal. Esto explica el conflicto de los másters al cambiar de disquera. Cuando eso sucedió, Scooter Braun, a través de la compañía Ithaca Holdings, pagó muchos millones para quedarse con ese material. Y su ex discográfica, Big Machine Records, eligió venderle esos másters a un varón con plata, en lugar de venderlos a la misma Swift. Es decir, un empresario de la música se queda con la propiedad intelectual de Swift por haber puesto más dinero sobre la mesa.

Así surgen las Taylor’s version, regrabaciones de cada álbum (grabados hasta ese momento y de los cuales no era la única propietaria legal por las lógicas de propiedad de los másters antes mencionados), que incluyen nuevas canciones y colaboraciones. Estas nuevas versiones han tenido incluso más éxito que las originales y son 100 por ciento propiedad de Taylor Swift. En los últimos tres años, Taylor sacó 5 álbumes: folklore, evermore, Fearless (Taylor’s version), Red (Taylor’s version), Midnights y uno más en camino. 

¿Por qué le exigimos más a Taylor Swift que a los cantantes varones?

Taylor Swift es una cantante blanca cis y hegemónica que nos canta sobre corazones rotos y se autoproclama feminista. Dentro de los feminismos hay dos acusaciones respecto a Taylor: que es una white feminist y no promueve el feminismo interseccional y que es una capitalist machine, es decir, que no escapa —ni busca hacerlo—  de las lógicas capitalistas de la hegemonía y el mercado. Estas críticas son sin dudas fundadas, pero también funcionan como disparador para replantear nuestras propias contradicciones y los vínculos que construimos con nuestras ídolas.

Los shows de las artistas mujeres parecen tener que cubrir ciertas exigencias que los de los varones no: cualquier hombre que suba con su guitarrita a un escenario parece ser suficiente para brindar un show inolvidable, mientras las cantantes mujeres tienen que tener una puesta en escena pomposa, bailar, cantar, saltar, hacer acrobacia, volar sobre la multitud y, por supuesto, no desafinar en el proceso. Artistas pop como Britney Spears, por ejemplo, fueron la cara de este tipo de exigencias y al mismo tiempo condenadas por hacer playback mientras bailaban durante más de dos horas sobre el escenario.

Taylor Swift encabeza una lista de personas que más contaminan en el mundo por el uso excesivo de jets privados. Taylor Swift se equivoca en uno de sus shows. Taylor Swift sale con Matty Healy, el cantante de The 1975, un chico en situación de consumo que “no es bueno para ella”. Le exigimos más. Como feministas, como fans, como oyentes. Lo que queda solapado en esas críticas son los miles de millones en donaciones a causas relacionadas con derechos humanos, el hecho de que haya cubierto los gastos legales de la cantante Kesha en un juicio por abuso sexual, la campaña que realizó para que cientos de miles de estadounidenses se registren para votar y otras iniciativas que, lejos de volverse pinkwashing, son las que quedan relegadas a las noticias más “jugosas” sobre su vida privada. Si fuera un cantante varón, no habría cuestionamiento. Swift escribió en su canción The man: "Estoy muy cansada de correr lo más rápido que puedo, preguntándome si llegaría más rápido si fuera un hombre”. Se terminó la maratón y Taylor Swift pisará suelo argentino para coronar una carrera descomunal.


Compartí esta nota en redes