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Abran cámaras, el femenino pide pistas

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El mundial de Nueva Zelanda se convirtió en otro hito. Los mitos se derriban solos, el nivel de las selecciones y el récord de asistencia en los estadios no dejan lugar a dudas: el fútbol femenino no para de crecer.

Los medios de comunicación no son ajenos a este proceso. La cobertura y el nivel de audiencia también marcaron sus récords y todavía no terminó ni la fase de grupos. ¿Por qué este mundial vuelve a hacer historia? ¿Qué rol cumplen los medios en el proceso de masificación del fútbol femenino? En Feminacida conversamos con las periodistas Ángela Lerena y Ayelén Pujol acerca de estos interrogantes.

Imaginar el fútbol profesional hoy sin los medios como intermediarios es imposible. El deporte en general se encuentra traducido por los relatos posteriores a los encuentros. Alguien pone la cámara ahí, donde el gol está por suceder, y otra persona toma nota para luego contar la hazaña. Así se moldean de a poco las estrellas y la hinchada, surgen los ídolos y los villanos. Así se construye el relato. 

No es necesario aclarar que el fútbol femenino ha tenido menor suerte en esa atención, pero poco pesa la fortuna cuando hay garra. A fuerza de sacrificio, de la mano con las luchas feministas, el fútbol femenino comenzó a narrar su propia historia y obligó al periodismo a prender cámaras y micrófonos. Los efectos de esa conquista serán difíciles de calcular, aunque probablemente hasta pueda medirse en goles. 


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“Lara López era jugadora de hockey y terminó siendo goleadora de Central en el último torneo. Ella dijo que se decidió a jugar en la Selección después de haber visto el mundial pasado. Que televisen un mundial hizo que una piba que quería jugar vaya a un equipo de primera división y termine como goleadora del campeonato de AFA”, cuenta Ayelén Pujol y sueña: “Imaginen todo lo positivo que puede generar en las niñas”.

No es la primera vez que Pujol se pregunta sobre el recorrido de las jugadoras hasta dar con la celeste y blanca. Sin ir más lejos, en junio de 2019 se publicó la primera edición de su libro ¡Qué jugadora! Esta investigación recorre desde el rol social del fútbol hasta la actuación de la selección en el mundial de México 71, y recupera esas historias partiendo de algunos interrogantes: “¿Cómo es que las futbolistas no tenemos historia? ¿Existen nuestras heroínas? ¿Dónde están las ruinas de la cancha sagrada donde las primeras mujeres patearon una pelota?”. Actualmente Pujol comenta en DeporTV y Relatorxs, forma parte del programa radial Todo este ruido, por Radio Provincia, y escribe “Jugadoras” en Tiempo Argentino, su newsletter sobre el mundial.

Ángela Lerena reconoce los cambios con entusiasmo y opina que la cobertura es excepcional. “Las jugadoras tienen más espacios, algo que antes no era habitual. Aparecen en diarios, canales de televisión, en muchos programas que no tienen que ver exclusivamente con lo deportivo, pero que se interesan por el fenómeno mundial femenino. Eso es super positivo”, valora. Sus años de carrera vuelven optimista su mirada del presente: “Soy periodista deportiva hace 28 años. Si comparo, éste es el mejor momento para la mujer en el fútbol”.

Así como Pujol, Lerena integra el grupo de mujeres referentes en el periodismo deportivo. El recorrido no fue fácil y, de hecho, forma parte de quienes abrieron ese camino. “El pasado y el futuro de las mujeres futbolistas se están escribiendo. Las niñas futboleras no van a estar nunca más solas”, afirma en el prólogo del libro de Pujol. Actualmente Lerena conduce GolFem, un programa de TNT Sports, es comentarista en las transmisiones de la TV Pública y en 2022 se convirtió, junto a Lola del Carril, en la primera mujer en estar a cargo del relato y comentario en un mundial de fútbol masculino.


Récord de récords

Las razones por las cuales el fútbol femenino tiene menos fama que el masculino durante mucho tiempo se explicaron de una manera muy sencilla: “No vende, no gusta, a nadie le interesa”. Ningún rasgo cultural puede simplificarse de tal manera, el gusto y el interés son construcciones sociales y, si este deporte tiene o no peso en el mercado, es más un problema del mercado que del fútbol en sí. Aunque la verdad es que ninguna de esas afirmaciones es cierta.

El lugar que se le dio históricamente al femenino en el país y en el mundo fue también determinante para las posibilidades de crecimiento. Aun así, las olas feministas y las consignas igualitarias, muchas veces levantadas por las propias jugadoras, abrieron la puerta a los sueños. Y cuando se sueña… 

Los números de este mundial quitaron toda necesidad de entrar en polémicas con eruditos de Twitter. Los mitos se derriban solos.

En la novena edición de esta Copa del Mundo Femenina, que tiene lugar en Nueva Zelanda y Australia, se rompió el récord de cobertura mediática, de audiencia y de público presente. Participan 32 equipos —a diferencia de los 24 que formaron parte del mundial de 2019— y entre los 64 encuentros a disputar se vendieron más de un millón y medio de entradas. 

Según informó la FIFA, el día en que se largó la competencia 117 mil personas asistieron a los encuentros: 42.137 al Eden Park, Auckland, para ver lo que fue la derrota de Noruega contra Nueva Zelanda, concurrencia histórica para el país en encuentros de fútbol tanto femenino como masculino, y 75.784 en la disputa entre Australia e Irlanda en Sydney. Luego de la primera ronda, con 16 encuentros disputados, se contaron 459.547 espectadores y espectadoras, un 54% más que en el primer tramo de Francia 2019. 

El abordaje mediático no se quedó atrás, Gianni Infantino, presidente de la Federación, afirmó que el torneo se está transmitiendo en 130 emisoras del mundo y que se esperan que a lo largo de la Copa se alcancen los dos mil millones de espectadores. 

¿Y por casa? Argentina no fue la excepción a la ola mundialista. En el partido de la Selección contra Sudáfrica se registraron en la TV Pública 12.3 puntos de audiencia, sin contar que el partido también fue transmitido por la señal Directv Sports y diferentes emisoras radiales, y sin tener en cuenta las personas que lo siguieron por la vieja y confiable web de “fútbol libre”. Los más de 12 puntos de rating colocaron al encuentro como el más visto de la Selección femenina en su historia. ¿Casualidad? Mmm… 

Marcar la cancha sin entorpecer el juego

Otro de los puntos altos de esta historia es la importante cobertura que hacen las periodistas deportivas que viajaron. “Veo que fueron muchísimas a cubrir a pulmón, que consiguieron sponsors a través de las redes sociales o de los programas donde trabajan y se autofinanciaron el viaje. Muchas de ellas están trabajando desde Nueva Zelanda para medios argentinos, incluso para medios grandes, pero a  pulmón, autofinanciado por ellas”, advierte Lerena, y agrega que sería bueno que los medios masivos le dieran más importancia a la cobertura y se hicieran cargo de los viajes.

Lo mismo observa Ayelén Pujol, quien además lo relaciona con la situación del periodismo en la actualidad y al trabajo freelance. Ambas coinciden en que lo más valioso y celebratorio es el incremento en la participación y la repercusión que esto genera. “Es transformador. La visibilidad hace ni más ni menos que a la posibilidad de tener sueños de fútbol para las niñeces y las diversidades sobre todo”, afirma Pujol. 

El rol que cumplen los medios de comunicación en la, como señala Pujol, masificación del fútbol femenino como espectáculo es central. En ese proceso muchos errores dejaron de repetirse. Si bien todavía existe la idea fija de la homosexualidad, Ángela Lerena sostiene que se superó la cosificación y la sexualización de las jugadoras: “Está el morbo de jugadoras que juegan con sus parejas o ex parejas, pero también hay un montón de notas de las jugadoras como tales, como futbolistas. La verdad es que yo me quedo con eso”, dice la periodista.

Al igual que el anterior, este mundial será sin dudas la semilla para que en el futuro florezcan nuevas jugadoras y periodistas tan enamoradas del fútbol como las que lo trajeron hasta acá. “Las barreras son arbitrarias, algo creado, ficticio y por eso se puede transformar. No son barreras naturales, son barreras culturales”, aclara Lerena y agrega: “Sabemos que somos un montón y que es un espacio también nuestro y eso cambia todo. Ya nunca más va a ser igual, no hay vuelta atrás: el fútbol es un lugar para nosotras también”. 


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