Dejé la estación Lima de la línea A y la Avenida de Mayo estaba mojada. Llegué a la esquina de Bernardo de Irigoyen y las encontré: eran pocas y se estaban preparando junto a un puesto de choripan. Parecía que todavía esperaban para desplegarse y me presenté. Les pregunté si podía marchar un rato con ellas para escribir una crónica de su paso por el 4J. Enseguida Luz Sardella, una de las cantantes, me hizo saber que necesitaban ser escuchadas. El tango no es fácil para ellas. Aunque, en realidad, lo que no es fácil es el territorio, construido y reconstruido por varones machistas.
Mientras una compañera recorría el grupo pintándoles las caras contaban que nacieron como Movimiento Feminista de Tango durante el febrero pasado, cuando se preparaban para el Paro Internacional de Mujeres del 8 de marzo. Cuando fue su turno, Luz pidió firuletes verdes y violetas en su cara. Ella y sus compañeras, Soraya Rizzardini González y Amancay Sal coincidieron: en la milonga las mujeres tienen un lugar muy pequeño y rígido. Cuesta que las llamen de eventos organizados por instituciones académicas destinadas al tango. Y si aparecen es desde un cuerpo sexualizado y deben cuidar que el bailarín no toque muy arriba, o muy abajo o que la apriete demasiado.
Cada vez eran más en la calle, la que llegaba saludaba a todas con un beso. Dos carteles grandes daban inicio y fin a la columna de las tangueras, las identificaba. Cerca de las 17 ya estaban listas para marchar. Aún faltaba para moverse y estaban rodeadas por mujeres a los cuatro costados, esperaban ansiosas el inicio del camino. Un camión de basura cruzó la 9 de Julio arengando la manifestación; el camionero, un pelado grandote, sacó parte del cuerpo por la ventanilla y vitoreó con sus dedos levantados en V. Ellas lo festejaron.
El Movimiento Feminista de Tango tiene 9 comisiones donde plantean acciones de reflexión y deconstrucción hacia adentro y hacia afuera de la milonga. Las denuncias de violencia de género no escapan a ese ámbito, pero no plantean hacerles frente desde el escrache. “Che, tanguero, che tanguero, que machista se te ve. Cuando vas a la milonga no acoses a la mujer”, cantaban.
El mate pasaba entre las pibas y las capuchas tapaban las cabezas alejando una lluvia que no se sabe cuando empezó a caer de las nubes negras y gigantes que escoltaban. Se reían, charlaban, caminaban con otras compañeras. Eran hermanas. En la noche el recuerdo era ese, seguían allí: en pie de lucha por todas las que estaban y las que no. Festejándose libres y vivas.
Foto: Movimiento Feminista de Tango